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En esta sección comentaremos los filmes proyectados en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana que difícilmente podríamos contemplar fuera de su ámbito. Son las joyas de la programación, películas raras o inencontrables,  que van siendo recuperadas por los restauradores y que perviven gracias a los esfuerzos de las cinematecas, que sólo con esos rescates justificarían más que sobradamente su existencia.

FESCINAL 2002

Por Purilia

Uno de los pocos títulos que, a jucio de nuestra redacción, estaría entre los grandes dentro de la selección del Fescinal 2002.Todos sabemos que los estrenos estivales no son demasiado gratificantes habitualmente, por lo que estas fechas, en que nos encontramos de vacaciones o más liberados de la rutina laboral, pueden convertirse en una buena ocasión para revisar títulos que nos han deleitado especialmente y visionar otros que, por nuestros quehaceres cotidianos o por razones varias (un viaje, una enfermedad...) se nos han quedado en el tintero. Siempre está el vídeo a nuestra disposición para ofrecernos esta posibilidad e intentar suplantar el disfrute cinematográfico “a lo grande” (imposible sustitución, porque, aparte de muchas otras cosas, el goce de ver cine es también cuestión de tamaño).

Por eso, cuando se nos presenta la oportunidad de gozar a lo grande, a priori, no la rechazamos. Todos sabemos que “el cine en el cine”, aunque con una perfecta adecuación de los medios (sonido, iluminación...) también podemos variar la ubicación, sin que el montaje se resienta. Esto es lo que hace el FESCINAL (festival de cine al aire libre) de Madrid, sacar las pantallas al fresco y vestir las calurosas noches estivales de la capital de cine.

Durante dos meses, julio y agosto, y algunos días que se roban a junio y septiembre se proyectan, en un hermoso paraje (el parque de la Bombilla, junto a la efigie de Goya, suponemos que por casualidad) casi doscientos títulos entre los que hay de todo: buenos y malos, variedad de géneros, más comerciales y menos, de reciente estreno y algo más añejos, pero pocos, en V.O. o dobladas, en B/N o color... Son películas para todo tipo de público: cinéfilo –al que se le ha extraviado algún título imprescindible–, y no tanto, familiar, infantil, gran público, jóvenes, trasnochadores, despistados, turistas...

Hay dos pantallas gigantes, aunque a una la llaman pequeña, porque así nació. En la pantalla grande hay sesión doble todos los días, excepto los domingos y cuando el exceso de metraje lo impide. La proyección la encabezan los títulos más comerciales y taquilleros (Una mente maravillosa, El señor de los anillos. La comunidad del anillo, El diario de Bridget Jones...), aunque no siempre (Suavemente me mata, En la habitación...) y la secundan otros menos mayoritarios (El experimento, En tierra de nadie, Smoking room...). En la pantalla pequeña se proyectan dos películas los viernes y sábados y una el resto de la semana. Se reserva para la programación infantil, el cine español y la versión original. Todo por 4 euros la noche, o más si se nos ha olvidado la cena, porque allí se sirve de todo: bocadillos, bebidas, café... Vamos, que es como ir de pic-nic pero a la luz de la luna.

El aire festivo y relajado no es razón para excusar el deterioro que la programación del festival ha sufrido con el paso de los años. Atrás quedan los tiempos en los que había que rebuscar mucho para encontrar una mala película (¿quizás los estrenos han bajado de nivel?, ¿los gustos de los espectadores han cambiado?, ¿no interesa hacerlo mejor?...)

Echamos de menos, especialmente, la calidad que aportaban los clásicos inmortales de la historia del cine. Esas joyas imperecederas que hacen adeptos y adictos entre chicos y grandes, que marcan la referencia y la diferencia y que hoy se nos escatiman. Títulos como Campanadas a medianoche, Metrópolis, Cantando bajo la lluvia, Duelo al sol, Los siete samuráis, El maquinista de la general, Una habitación en la ciudad, Luz de gas, El mago de Oz... podían disfrutarse en los ochenta y principios de los noventa. La película más veterana de este año es Thelma y Louise  (1991) si no consideramos ET. El extraterrestre, por aquello de los añadidos. Una pena.

Pese a su interés inicial por un cine más serio, Fescinal ha acabado convertido en un festival veraniego donde dar salida a todos los títulos del momento.Este año no podemos festejar con demasiado entusiasmo la cartelera ofertada, ya que más del 70 % de la misma es mediocre o peor. Un análisis orientativo nos dice que para los críticos de Encadenados sólo estarían entre las maravillas o próximas a ellas La pianista, En construcción, El hijo de la novia, Iris, Gosford Park, La cuadrilla, La maldición del escorpión de jade... y pocas más. Sin embargo la caterva de películas entre dos fuegos huyendo hacía el sol es amplísima, a destacar muchas de las películas españolas programadas (El embrujo de Shanghai, A mi madre le gustan las mujeres, Salvajes, Sagitario, El bosque animado...), y otras tantas internacionales, especialmente americanas (La fuga, Moulin Rouge, Lantana, The mexican, Jeepers Creepers, Lucky break, Estafadores, Nunca juegues con extraños, Atlantis, Lilo y Stich, Blade II, American Pie 2, La otra cara del crimen, En lo más profundo, Flower Power...).

Se mantienen las noches temáticas de los inicios, aunque no con la calidad de entonces. Ideales para fans y seguidores de algún género (terror: Desde el infierno y Sesión 9; ciencia-ficción: ET, El extraterrestre y Parque jurásico III...), tema (doble personalidad: Falsa identidad y El creyente; timos: Nueve reinas y Estafadores...) o personaje (Penélope Cruz: Vanilla Sky y La mandolina del capitan Corelli...)...

El cine infantil ha apostado por la animación, de ultimísima hornada, como plato fuerte (Shrek, Kirikú y la bruja, Lilo y Stich, Monstruos, S.A., Spirit...) con alguna mediocre excepción (Spy kids, Asterix y Obélix: misión Cleopatra...). Aunque los niños son muy agradecidos, estamos seguros que si se intercalara algún clásico del género, también disfrutarían a lo grande.

Los últimos años han aportado: la afluencia de cine español –lo cual es de agradecer si las películas lo merecen– y los coloquios con sus directores (acompañados de algún miembro del equipo: productor, actriz...), que no dan más de sí, un poco por culpa del público asistente, que tampoco se estira.

Este año abundan las operas primas (Naúfragos, Piedras, No debes estar aquí, La isla del holandés, Solo mía...) y los directores noveles (Luna, Ramón Salazar, Jacobo Rispa, Sigfrid Monleón, Javier Balaguer...), aunque también hay películas de directores ya consagrados (Manjar de amor, En construcción, Clara y Elena, El deseo de ser piel roja, El lugar donde estuvo el paraíso...) y charlas con algunos de ellos (Ventura Pons, Gerardo Herrero y José L. Guerín). En general una apuesta por los directores jóvenes, las películas de presupuesto medio y los temas alejados de la comercialidad. Obras y directores más o menos arriesgados que no siempre han tentado, por igual, a público y crítica y que buscan en el Fescinal una nueva oportunidad de defender y justificar sus proyectos. Esta vez en vivo y en directo, estableciendo con los espectadores (que suelen ser pocos, dependiendo de lo conocido o no que sea el/la directora/a convocado/a) un coloquio sobre la película. Éstos en la mayoría de los casos no llegan a establecerse, se limitan a una especie de conferencia de prensa (pregunta-respuesta) que oscila entre la consabida congratulación de unos y otros (–me ha gustado tu película...me alegra que te guste...) y las preguntas obvias y reiterativas de siempre (¿qué has querido decir con?  ¿cual es tu próximo proyecto?...) que en el mejor de los casos destapan alguna sorpresa, primicia o curiosidad.

Pero no todo van a ser lágrimas. La V.O. sigue siendo un reducto afortunado que se mantiene -lo cual valoramos positivamente-, a pesar de la escasa concurrencia de público. Este año se han programado dieciséis películas, de buen y aceptable nivel, con alguna excepción. La pianista, Elling, La ciudad está tranquila, La cuadrilla,  El voto es secreto, Escape to paradise, Berlin is in Germany, La cautiva, Fiel a si misma y Waking life... son algunas de ellas.

Esto del cine de verano nos gusta, a pesar de todo, porque nos retrotrae a aquellos años infantiles en los que veraneábamos en algún pueblo perdido del interior, en los que ir al cine por la noche, con tu propia silla y bajo el cielo estrellado, era todo un acontecimiento. Al apagar las luces la pantalla se iluminaba encandilándonos con sus imágenes maravillosas. Nadie se movía. Nos gustaba todo y es que para un niño de ayer o de hoy, el cine estival tenía y tiene un plus de magia, de novedad, de fascinación... porque le sabe/huele a fiesta, a trasgresión, a libertad...                         

 

 
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