He aquí la segunda
página que dedicamos a la televisión (la otra es Malalts de tele).
Sumadas os ofrecen mucho más que un análisis de la programación
televisiva: constituyen toda una filosofía de vida.
EL
SOL CATÓDICO
Por
Ángel San Martín
Pese
a entrar en un mes inhábil a muchos efectos, la prensa sigue desgranando
noticias sobre lo mal que andan las cosas de la bolsa y los apuros
financieros de los grandes grupos de comunicación. La TV, por su parte,
personaliza esta crisis estructural del capitalismo en unos avispados
ejecutivos que se han llevado a su cuenta particular miles de millones. En
los informativos nos muestran, tal vez con fines catárticos, cómo la
justicia enchirona a tales delincuentes o los aires chulescos con los que
estos tipos abandonan la última sesión del consejo de administración.
Así que aunque uno esté de vacaciones, es imposible conciliar el sueño
con la fuerza dramática de tales imágenes. El otro día, sin ir más
lejos, salí sobresaltado del letargo playero al sentir espetadas en mi
retina las imágenes que TVE había ofrecido de Mario Conde entrando en
prisión. Y no puedo evitar el desasosiego cuando pienso que de un momento
a otro podrían hacer lo mismo con el recién nombrado director general de
RTVE o de cualquier otro ente televisivo. ¿Qué pensaríamos de la tele
si llegaran a encarcelar a sus principales ejecutivos?
He
aquí la cuestión. Para que esto no suceda ninguna de las televisiones
nos informa del grado en que les está afectando la crisis económica del
momento. Todas parecen estar a salvo de la quiebra o la intervención del
banco central. Sin embargo, en el día a día de la información nos
enteramos que sus matrices empresariales se desagregan, que los ingresos
publicitarios caen de continuo, que su déficit crece más allá de lo
razonable. Pero claro, en aras de ese mito de ser “mensajeros”, no
quieren convertirse en noticia y por ello no hablan de sus cuentas
internas sino de las de los demás. Sin embargo, se les nota que la cosa
no va demasiado bien.
Si
nos detenemos sobre la programación exhibida durante este verano, nos
percataremos de inmediato que sus ejecutivos andan por otros derroteros
que no son los de la tan cacareada audiencia. Su pobreza de miras se deja
sentir, antes de nada, en la cuantiosa reposición de teleseries que han
aflorado con la llegada del verano. Pero en lo que realmente se nota la
crisis, financiera y mental, es en la cantidad de “programas terapéuticos”
que hay en pantalla. Precisamente cuando lo que menos apetece es
concentrarse para ajustar cuentas y mucho menos para domeñar a los
diablos que uno lleva dentro. Esta línea programática se alimenta de
espacios de dos tipos: de terapia individual como Flashback,
regreso al pasado (Canal 9), Abierto
al amanecer (Antena 3) o Cerca
de ti (TVE); mientras que el segundo grupo es de terapia colectiva
comprometido con el mantenimiento del orden y la seguridad, incluyendo títulos
tan poco disimulados como Código
alfa, Infiltrados o Ley y orden.
¿Será
esto lo que necesitamos como entretenimiento precisamente durante estas
semanas de asueto? Está
claro, los responsables de tan brillantes ideas televisivas deben pensar
que lo mejor para nuestra salud es que los rayos catódicos sean como los
solares: tonificantes para la piel y licuadores de neuronas. Así que
hasta la campaña de otoño lo más recomendable es disfrutar del aire
libre, recogidos bajo una buena sombra y alentados por una lectura o una
conversación amigable. Después de todo, para eso se pensó que valía la
pena tomarse unas semanas de descanso.
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