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Aunque la mayoría de
los socios fundadores de EN CADENA DOS vivimos a orillas del
Mediterráneo, en Valencia, tenemos un colaborador cuyo domicilio se
encuentra a orillas... ¡del Guadalquivir!, pero su espíritu es tan
mediterráneo como el nuestro. Cada mes os invita a acompañarle en el
análisis de un tema cinematográfico de actualidad.
EL APARTAMENTO
Por
Juan
de Pablos Pons
El
“cine clásico de Hollywood”
es una expresión que nos sirve para identificar una concepción sobre la
manera de hacer películas entendida como un negocio, lo que, aunque
parezca mentira, posibilitó la creación de una serie de obras de arte.
Muchos de los artesanos que hicieron posible esa industria de los sueños
durante gran parte del siglo XX, se “inventaron” las maneras de contar
historias, basándose en su conocimiento de las artes escénicas, su
experiencia y su intuición. Y sin duda, uno de los paradigmas de esa visión
del cine es el gran Billy Wilder. Y sin duda también, de las muchas películas
casi perfectas que realizó, El
apartamento
posiblemente sea la más perfecta de todas.
Este
film, como ha explicado Wilder, se inspira en la película Breve encuentro, dirigida por David Lean. Rodada en el año 1960, se
trata de una excepcional comedia, aunque con una serie de características
que la hacen ser una pieza maestra del cine. Para empezar, estamos
hablando de una historia que tiene una estructura de melodrama. Plantea
una situación cruel: un pobre diablo llamado C. C. Baxter (“Buddy”),
interpretado por Jack Lemmon, que vive en Nueva York, es extorsionado por
diferentes jefes de su empresa, la Consolidated Life, para utilizar su
modesto apartamento como lugar de citas extramatrimoniales. Buddy acepta
esa condición esperando con ello contraprestaciones en su trabajo. Esta
situación es convertida por Billy Wilder e I. A. L. Diamond (guionistas
del filme) en una comedia hilarante, donde el humor señala sin piedad la
vileza de la condición humana, sacando partido de situaciones tan
absurdas como las que van ocurriendo en el transcurso de la historia. En
gran medida, el transcurso de la trama nos permite seguir la evolución
del personaje principal, Buddy, enamorado platónicamente de la
ascensorista de su empresa (Shirley McLaine), el cual después de
diferentes peripecias tragicómicas, optará por una postura ética frente
a las demandas de sus jefes. Esta actitud supone prescindir de las
prebendas materiales prefiriendo la defensa de su amor por Fran Kubelik
(la ascensorista) dando así pie a su redención, concretada en el
desenlace de la película.
Desde
un punto de vista didáctico, este filme norteamericano contiene tal
cantidad de hallazgos y situaciones tan perfectamente resueltas, que puede
servir como canon o pauta para todas aquellas personas que quieran
profundizar en las claves del lenguaje cinematográfico clásico. Así, en
cuanto a su estructura narrativa, podemos identificar claramente siete
grandes secuencias separadas por fundidos a negro. Esta estructura tiene
un prólogo o introducción que nos permite conocer al protagonista por
medio de su voz en off y la situación que padece: no puede entrar en su apartamento
porque lo está ocupando su superior en la oficina con una telefonista. La
primera de las secuencias desarrolla más detalladamente el perfil humano
de C. C. Baxter, en gran medida a través de lo que los demás opinan
sobre él. Esa opinión le considera un “pobre diablo” y su cualidad más
importante es que posee un apartamento al que se puede tener acceso para
tener relaciones adúlteras.
En
la segunda secuencia aparece Fran Kubelik, la ascensorista del edificio de
oficinas donde trabaja Buddy. Este personaje representa la posibilidad de
la felicidad para el protagonista. La ingenuidad de Buddy, del que al
principio pensamos que se trata de un infeliz carente de personalidad, irá
transformándose precisamente en función de su interacción con Kubelik.
En la tercera secuencia podemos ver el aparente éxito de Buddy al que le
han concedido un ascenso profesional por los “servicios prestados”.
Sin embargo, el personaje interpretado por Jack Lemmon se ha enamorado de
Fran y la pretende. El hecho de ser rechazado por ella y conocer que la
ascensorista es amante del máximo responsable de la empresa (J. D.
Sheldrake), que además utiliza su propio apartamento para sus encuentros,
produce una fuerte crisis en Buddy. La cuarta secuencia presenta el
enfrentamiento entre Fran Kubelik y su amante, ya que ella espera una
decisión repetidamente anunciada por Sheldrake (personaje interpretado
por Fred MacMurray) de abandonar a su esposa para vivir juntos, pero esta
promesa nunca se cumple. La constatación de esa evidencia hace que
Kubelik intente suicidarse. La situación dramática de esta decisión es
subrayada por el guión al producirse en el día de Navidad. En la quinta
secuencia Buddy encuentra a Fran en su apartamento poco después de haber
ingerido una sobredosis de barbitúricos. La atiende ayudado por un vecino
que es médico y
está convencido de que la vida sexual de Buddy es la de un
superman, debido a las idas y venidas que se suceden en su apartamento.
Con la atención y cuidados que Fran recibe de Buddy puede conocer mejor
la clase de persona que es. La sexta secuencia desarrolla una serie de
situaciones encadenadas que encauzan el desenlace del filme. Sheldrake
despide a una secretaria por lo que he ha contado de él a Fran. La
secretaria despechada llama a la señora Sheldrake y le desvela la vida
paralela de su marido, lo que desmonta su “perfecta vida familiar”.
En
la última secuencia, concluyen las diferentes tramas. Fran se entera de
que Sheldrake no puede volver al apartamento porque Buddy se ha negado a
prestárselo más veces al saber de su relación. El personaje de Shirley
McLaine abandona a Sheldrake y se dirige al apartamento de Buddy; al
llegar suena aparentemente un disparo, pero resulta que Buddy ha
descorchado una botella de champán. Fran le propone que jueguen a las
cartas y ella acepta.
En
esta película maravillosamente construida resaltan de manera especial los
diálogos. Por otra parte, ésta es una constante en la filmografía de
Billy Wilder. A través de lo que dicen los diferentes personajes
conocemos sus anhelos, sus ilusiones, sus miserias, y la manera en que
sienten, sufren y, en definitiva, cómo sobreviven en una sociedad poco
benévola con sus miembros. Así lo percibe Billy Wilder, y así
afortunadamente nos lo cuenta.
En
1961 Billy Wilder obtuvo un éxito muy poco frecuente con esta película,
ya que consiguió tres Oscar: al mejor guión (con Diamond), a la mejor
película y al mejor director.
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