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Como cualquier revista que se precie, la nuestra también tiene su sección dedicada a las bandas sonoras. Habitualmente correrá a cargo de Juan Francisco Álvarez, un mozo con muy buen oído... como podréis comprobar en cuanto se quite los cascos y atienda las llamadas telefónicas que le piden, insistentemente, su crónica musical para este número. 

LO MEJOR DEL 2001 EN MÚSICA DE CINE 

Por Juan Francisco Álvarez

Un interesante ejemplo de mezcla de canciones con un resultado óptimoEste mes vamos a ocuparnos de repasar el año 2001 en cuanto a lo que de música de cine se refiere. Dado el gran volumen de ediciones discográficas que tienen lugar a lo largo de un año, nos centraremos únicamente en las bandas sonoras del año 2001 y no en aquellas reediciones o primeras ediciones que finalmente salieron a la calle después de algunos años en el olvido.

Hablar de lo mejor de un año es siempre algo bastante complicado. Además de correr el riesgo de dejarse olvidada a más de una brillante composición, es muy posible que con unos cuantos títulos uno no se pueda hacer una idea de lo que ha sido el año. En general, el 2001 no ha sido un buen año para la música cinematográfica, la mediocre calidad demostrada y la siempre mala política de suprimir la música incidental de las películas en beneficio de las canciones de éxito, dejan un panorama bastante desolador. Aunque a este respecto, hay que salvar de la quema la excepcional mezcla de canciones realizada en Moulin Rouge, pero hay que denunciar públicamente la no inclusión de toda la música compuesta por Patrick Doyle en el CD de El Diario de Bridget Jones.

Como todos los años, Williams ha ofrecido trabajos de gran alturaAún a pesar de todo esto, siempre se salvan los llamados valores seguros de esta pequeña-gran industria norteamericana. John Williams con dos trabajos exquisitos se pone a la cabeza: A.I. Inteligencia Artificial (ya comentada en esta sección) y Harry Potter y la piedra filosofal (un trabajo en el que el viejo maestro tiene ningún problema en hacernos sentir toda la magia y encanto del niño que llevamos dentro).

Un renovado Howard Shore, al que todos encasillábamos ya en su faceta de compositor de raras y oscuras partituras asociadas a su gran amigo y colaborador David Cronenberg, nos sorprende este año con una de las mejores partituras del año, y sin duda su mejor partitura hasta la fecha: El señor de los anillos. Música majestuosa pero también etérea, llena de tintes folklóricos y étnicos, que viene como anillo al dedo –valga la redundancia- a esta gran superproducción. Con ella Shore consigue ganar muchos enteros; y si consigue el Oscar a la mejor composición, no dejaremos de leer su nombre en los créditos de muchas películas taquilleras.

Como viene resultando habitual, Goldenthal ha ofrecido una banda sonora muy por encima de la calidad de la películaOtro compositor que renace del olvido es Elliot Goldenthal que confecciona una más que correcta partitura para una película de dudosa calidad, Final Fantasy. Con ella vuelve a demostrar que es todo un maestro en la composición de ambientes oscuros y tenebrosos.

James Newton-Howard también destaca con Atlantis, a la que también le dedicamos meses anteriores unas líneas desde esta sección; y en la misma línea está Michael Kamen con su brillante trabajo para Band of brothers.

Sin embargo, compositores de la talla de Hans Zimmer con su pobre partitura para Hannibal o su correcta Pearl Harbor, Alan Silvestri con dos trabajos menores para Naufrago y El regreso de la momia, James Horner con un poco inspirado soundtrack para Enemigo a las puertas, Danny Elfman naufragando en medio de El planeta de los simios, Carter Burwell sin encontrar el rumbo en Destino de caballero, o Stephen Warbeck con complejo de mandolina en La mandolina del Capitán Corelli, estuvieron muy por debajo de lo que de ellos se esperaba. Y a estos hay que sumar con cierta disculpa, por la misteriosa enfermedad que le ha apartado del trabajo, a un poco prolífico Jerry Goldsmith, del que a buen seguro nos quedan cosas buenas por oír.

El viejo polaco que nos hizo saltar con "Dracula" nos ofrece ahora una partitura muy románticaSi abandonamos el nuevo continente y regresamos al nuestro, el año sí que nos ha deparado buenas y preciosas sorpresas. Por un lado, Wojciech Kilar, el viejo polaco que nos hizo saltar de nuestras butacas con Drácula de Coppola, regresa con una partitura dulce y romántica para ese drama de época llamado Pan Tadeusz. Nicola Piovani, después de su atracón de Oscar por La vida es bella, regresa con un trabajo más discreto pero no menos brillante: La habitación del hijo, de su inseparable Nani Moretti. El gran maestro italiano por excelencia, Ennio Morricone, después de su extasiante y sublime El pianista del Océano, se recupera con Malena de Tornatore y la exquisitez de Vatel, una obra a reivindicar. Ya en nuestro país vecino, Francia, tenemos que destacar dos grandes trabajos, por un lado Amelie de Yann Tiersen, un entretenido juego musical en el que se mezcla la musicalidad francesa con la frescura desenfadada que sabe conjuntar este compositor en un trabajo mágico y delicioso, que aún a pesar de ser en parte un refrito de algunas de sus composiciones anteriores, bien se merecería algún premio importante, por saber ilustrar perfectamente el fantástico mundo de Amelie Poulain. Por otro lado, destacar la omnipresencia obligada de Bruno Coulais en el cine galo, y muy especialmente su trabajo para Las flores de Harrison. Un trabajo comedido, y muy elaborado, superando con él algunas de sus experiencias poco acertadas del pasado.

Su colaboración con Takeshi Kitano ha llevado a Joe Hisaishi a trabajar en América con "Brother"No olvidamos el cine oriental, ni tampoco uno de sus abanderados en el terreno de la música cinematográfica. Hablamos del gran Joe Hisaishi, que año tras año nos trae de uno a dos trabajos que consiguen traspasar fronteras y llegar hasta nuestras tierras. El 2001 fue el año de Brother. Otro trabajo excelente, dentro de la línea habitual del compositor, que día a día observamos cómo su trayectoria sigue en alza y rebosa calidad de la buena. Otro compositor a destacar es Johnny Chen, pues aunque su trabajo Xiu Xiu sea de difícil clasificación cronológica, ya que es del 2000 pero su estreno mundial fue en el 2001 y en España lo será dentro de pocas semanas, ha demostrado con este trabajo una gran maestría y dominio de la orquestación como bien pocos saben hacer. Una partitura romántica y muy bella para esta gran historia de amor. Y por último San Bao, el nuevo compositor del cine de Zhang Yimou, que nos deleitó con una partitura perfecta para El camino a casa, aunque en el film se abusase de su tema principal hasta la saciedad.

El cine español ha ofrecido buenas partituras, entre ellas la de Roque Baños para la última película de SauraPara conocer lo que ha sido el 2001 en nuestro país, remitimos al lector al número anterior de Encadenados, donde con ocasión de las nominaciones de los Goya hicimos un repaso al panorama español. Aunque no queremos acabar esta sección sin volver a insistir en trabajos como Juana la Loca de Pepe Nieto,  El hijo de la novia de Angel Illarramendi, Buñuel y la mesa del Rey Salomón de Roque Baños, La isla del holandés de Pascal Comelade y José Manuel Pagán, o Lucía y el sexo de Alberto Iglesias, por citar algunas de las más destacadas.

En definitiva, un año poco dado a la calidad, con honrosas excepciones, pero que nos deja ver un halo de luz de las nuevas promesas que poco a poco tendrán que sustituir a los viejos maestros de este arte. Que el 2002 sea un año repleto de cine y su música de calidad, para que así todos aprendamos a amar y querer más este maravilloso mundo de las bandas sonoras.

 
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