He aquí la segunda
página que dedicamos a la televisión (la otra es Malalts de tele).
Sumadas os ofrecen mucho más que un análisis de la programación
televisiva: constituyen toda una filosofía de vida.
OTRA
COPIA, POR FAVOR
Por
Ángel San Martín
Por
estas fechas todo transpira literatura y la televisión se deshace en
fastos y loas a escritores y sus obras, así que debería escribir algo
sobre las desavenencias entre ese medio, la lectura y los libros. Pero
como intuyo que con motivo de tanta celebración tendrán ocasión de leer
abundantes reflexiones al respecto, dejaré el tema para otro momento y
ahora me ocuparé de algo colateral. Pues no otra cosa es hacer copias de
las obras originales plasmadas en soporte electrónico o en papel como
fotocopiar libros.
Y
es colateral en la medida que la práctica del “pirateo” emana de una
prohibición: no se puede reproducir una obra sin pagar los
correspondientes derechos. Si se hace sin cumplir con este requisito la práctica
se sitúa en el lateral de la legalidad, justo en el terreno de lo
prohibido. Tal vez por esto, el asunto tiene morbo y ello estimula la
trasgresión. Dimensión que la televisión se encarga de dramatizar cada
vez que aborda el tema, ya sea en los informativos o en cualquier otro
espacio. No indaga sobre la legitimidad o no de la prohibición,
simplemente sentencia que piratear es robar y por ello se están
arruinando muchas empresas y por eso despiden a sus trabajadores.
Como
últimamente las distintas cadenas de televisión insisten tanto en el
tema e incluso algunas se han coaligado en una “mesa antipirateo”, es
por lo que pienso y propongo que se les aplique a ellas la misma receta.
Si tan interesadas están en defender los derechos de la creación
audiovisual, ¿por qué entonces se copian tanto unas a otras? Es más,
les sugiero que traten de encontrar, con la programación televisiva que
esté a su alcance, los espacios verdaderamente originales. Ya les
advierto, puede que para el cómputo les sobren dedos de sus manos. Ponen
tanto énfasis en difundir las cantinelas contra el pirateo que luego les
falta carácter para invertir en la creación de espacios auténticamente
originales.
Pero
es que cuando dicen una cosa y luego hacen otra, deberían saber que su
ejemplo cunde en la ciudadanía, por lo que su responsabilidad moral es aún
mayor que cuando un ciudadano copia una canción o un vídeo. Si tomamos
como ejemplo el “fenómeno sociológico” desencadenado por el programa
Operación Triunfo, nos encontramos que de inmediato fue remedado
por la competencia, pero además otras instituciones se han dedicado a
editar variaciones sobre el mismo tema. Es el caso de la Universidad Politécnica
de Valencia que ofrece “la oportunidad” musical a quienes se presenten
a su particular Operación Triunfo,
ahora bajo el pseudónimo de Polirock2002 (Gaceta
Universitaria, nº 404). La propia TVE explota el invento haciendo Triunfomanía
por provincias. Pero el pirateo llega mucho más allá: “Operación
Triunfo en SEAT”, según titular de El
País, 23-4-2002, sólo que en esta ocasión el asunto no va de cante
sino de selección de personal para la cadena de producción.
No
vamos a entrar en si esto es bueno o malo para la música. No es ésta la
cuestión. Lo verdaderamente llamativo es que nos invitan desde la pequeña
pantalla a no piratear, al tiempo que ellos se plagian unos a otros
continuamente. De modo que si hacemos lo que nos dicen deberíamos apagar
la tele, de lo contrario estaremos haciendo lo mismo que las televisiones,
las instituciones públicas y las grandes corporaciones. Entonces, ¿con
qué nos quedamos? Mediten antes de tomar cualquier decisión, yo prometo
hacer lo mismo porque pronto volveré sobre el asunto, sólo que desde la
perspectiva de la “intertextualidad televisiva”.
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