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Uranio 235
Yo Alex Sebastian
Making of Encadenados

 

URANIO 235

(Los objetos de Encadenados)

Por Israel L. Pérez

"Encadenados" es la quintaesencia del McGuffin en Hitchcock: el uranio es algo que los espías buscan, pero que al espectador le tiene sin cuidado.Los objetos que aparecen en las películas de Alfred Hitchcock no son normales y corrientes, sí en apariencia, pero no se rinden única y exclusivamente a su condición. No se reducen a su mera función, significan más allá de la cosa misma, además de formar parte del decorado y atrezzo. Centrándonos en Encadenados, que es de lo que se trata, se aprecia claramente la funcionalidad e importancia que el maestro del suspense sabe dar a esas cosas.

Alex Sebastián (Claude Rains) observa las carreras de caballos con unos prismáticos desde un palco -en apariencia porque lo que realmente mira, son los movimientos de su amada- mientras mantiene una conversación con su desconfiada madre. Ese objeto que acerca las distancias, a su vez aleja al personaje de su espacio presente, le aleja del incordio de su madre. Esto se corrobora en la escena siguiente, donde Alicia Huberman (Ingrid Bergman) nerviosa, juguetea con los anteojos mientras informa a Devlin (Cary Grant), evadiéndose mediante las ventanas ampliadoras cuando no quiere continuar la conversación.

Asimismo, el banco del parque donde se citan Devlin y Alicia, pasa de ser simplemente parte del mobiliario urbano en la primera aparición, a testigo del envenenamiento de la novata espía en la siguiente. Ya en la tercera cita, su presencia cobra importancia cuantitativamente, y remite a la ausencia de Alicia; como si ese vacío que crea, hablara con el inquieto Devlin que espera y le advirtiera de que ella no va a ir.

Igualmente, las escaleras de la mansión de Alex Sebastián, que como cualquier otras facilitan el paso de un piso a otro, llegan a convertirse para Devlin en un verdadero obstáculo para salvaguardar sus intereses. Él necesita subir para rescatar a Alicia, pero primero ha de cruzar esa frontera, que podría descubrirle y costarle la vida. Conseguido esto, debe bajar con la entumecida Alicia y salir de la casa, ante la mirada de los atónitos compinches de Sebastian. Un descenso lento pero constante, colmado de suspense gracias al ritmo del montaje –y Devlin amenazando a su contrincante con revelar el hecho de que Alicia sea espía, lo que no le perdonarían sus aliados alemanes- simulador de escaleras mecánicas, debido a los primeros planos tan cerrados, que impiden ver los peldaños y agudizan el clima de inquietud.

Para Hitchcock cualquier elemento puede ser vital para contar la historia: una botella, una llave... un puro.Dos elementos trivializan prácticamente lo visto hasta ahora: una llave y una botella. Hitchcock los incorpora al reparto y hace que absolutamente todo, incluidos los actores, gire entorno a ellos. Son los objetos fundadores del suspense de Encadenados.

La primera mención de las llaves ya provoca una discusión entre madre e hijo, algo a priori sin mas importancia, pero que ya plantea una duda, algo ocultan los Sebastian. Se dosifica la información y la situación es cada vez más intrigante: Alicia consigue las llaves, aunque no puede abrir la bodega; nos vamos acercando al secreto oculto. Existen dos momentos álgidos puramente hitchcockianos procurados por este objeto: cuando Alicia, en su habitación, roba a su marido la llave, casualmente o no, marca Unica; y el momento de la devolución, aún a sabiendas de que la han descubierto sufrimos el momento. Por si quedaba alguna duda, acerca de la relevancia del utensilio, en medio de esas dos secuencias se le reserva un plano muy especial. En la fiesta donde debe darle la llave a Devlin, la cámara se sitúa, en picado, muy por encima de los personajes. Lentamente, desciende  - por medio de una grúa especial para la escena- hasta llegar a la mano de Alicia, que la abre ligeramente y se ve el objeto. En palabras del director, se trata de “una escena donde hay mucha gente haciendo cosas, solo hay una cosa que es la clave de la situación”.

Antes de hablar de la botella en cuestión, hay que ver otros recipientes de líquidos. La relación vaso, copa y taza, se sucede cronológicamente en la película: el vaso que le ofrece Devlin a Alicia con la bebida antirresaca, ya enseña la trascendencia de estos objetos, mostrándolo en un primer término del encuadre; las copas resaltan por cantidad en la narración; mientras que las tazas son sinónimo de muerte, gracias a la Sra. Sebastian que las usa para el café con arsénico, también son remarcadas con planos de detalle. Los tres elementos muestran la sutil metamorfosis de Alicia, el paso de la embriaguez al envenenamiento, de la borrachera y resaca a la enfermedad.

En cuanto a las botellas, estas también intensifican su presencia y resultan fundamentales en el suspense, aunque terminan siendo insignificantes. La que se olvida Devlin en el despacho, intranscendente pero la vemos dos veces aislada en el cuadro; las tres que hay en la reunión de los alemanes, prólogo de la incógnita, ya perturban; las que hay en la nevera de la fiesta, que se van acabando, funcionan como resorte de la intriga haciendo peligrar a los protagonistas y desesperando al espectador; y las de la bodega, en especial la que se rompe. Esta no contiene líquido, sino un mineral metálico –parte de la información que ansiaban conocer los espías americanos- o como propuso Hitchcock al principio, uranio-235, y el productor que tenía les vendió a todos a la RKO, por ser una historia absurda. ¿Uranio-235 o mineral metálico? Da igual, lo que interesa es si los pillan, o no; el contenido es el McGuffin, “algo que los espías buscan, pero que al público le tiene sin cuidado”.                

 

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