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EL AMOR COMO CEBO
Por Daniel Arenas
Nadie
duda de que las películas de Hitchcock son en el fondo verdaderas historias de
amor, donde la trama es sólo para ver cómo funciona la pareja en determinadas
circunstancias, bajo ciertas presiones. Quizás sea Notorious, que así se llamó en su lengua original, Encadenados
uno de sus filmes más acertados en lo que a la creación feliz de una pareja se
refiere, porque los actores Cary Grant e Ingrid Bergman, en la cinta Devlin y
Alicia, son capaces de insinuar y de trasmitir sus emociones sin necesidad de
palabras. Son siempre las emociones las que suelen ser sinceras y las palabras
la que conducen interesadamente al engaño. Notorious en inglés
significa, aparte de notorio, chica de mala fama, de vida escandalosa y es
justamente por esta vida que lleva Alicia por lo que le interesa al departamento
de contraespionaje de los U.S.A. El agente encargado de enrolarla como espía,
Devlin, va a coquetear con ella y en este acercamiento se va a producir el salto
al amor. En la primera escena Devlin aparece magistralmente de espaldas a la cámara,
mientras a Alicia se la ve desenvolverse en una fiesta mundana. Alicia se da
cuenta de que este “tapado” no es de los habituales y cuando todos están
borrachos se acerca a él y la cámara nos lo descubre. Esa parcela de sombra,
ese ocultamiento primero es el que nos está dando pistas de una profesión que
se ha convertido para Devlin en una manera de actuar y, más aún, en una forma
de ser, porque Devlin va a tener que decidir entre su profesión y su amor;
entre el desinterés que debe mostrar por una chica, al fin y al cabo ligera, y
ese otro espesor humano y afectivo que él ha sabido descubrir en ella y que lo
atrae como un abismo. Ya en el primer encuentro se producen todas las
gradaciones que tendrán lugar a lo largo de la película. La frialdad de él
frente a la generosidad y entrega de ella; el recelo como policía y como hombre
ante una mujer de “vida fácil” y la atracción que esta mujer, capaz de
comunicar con emoción y encanto lo que siente, ejerce sobre él. Cuando van a
salir de la casa, después de la fiesta, para pasear y tomar el fresco, Alicia
descubre que él es policía. En el relente de la noche Devlin saca del bolsillo
de su chaqueta un pañuelo que pone alrededor de la cintura de Alicia, así
comienza simbólicamente el encadenamiento. Cuando se levante por la mañana, Devlin
le propondrá que se convierta en agente y, en el momento en que Alicia acepta,
toma conciencia del pañuelo atado a su cintura y notamos en su cara la
perplejidad por lo sucedido: la atracción por un hombre que no pertenece al
mundo de ligereza en que ella se mueve, el forcejeo en el coche, el
descubrimiento de que es policía y todo esto se mezcla en un cóctel explosivo,
pues ella odia a los policías y al mismo tiempo se siente atraída por Devlin,
quizás el primer hombre que no ha caído rendido a sus pies ni se ha
aprovechado de ella durante la noche. La relación se va cerrando a lo largo de
la película por una serie de encuentros y desencuentros que los van encadenando
para bien o para mal. Y si él no se cree que ella sea capaz de cambiar, tan
poco puede dejar de sentirse atraído por esa mujer que en Río de Janeiro está
dispuesta a todo con tal de enamorarlo. La escena en el apartamento de Río
comienza con la sensación de bienestar cuando se encuentran los dos solos;
Alicia le propone que no salgan, que cenen allí. Inmediatamente él ve sólo el
lado real o práctico: Alicia no sabe cocinar. Un beso que dura todo el plano
secuencia donde el Ingrid Bergman es capaz de comunicar toda la pasión
desinteresada que siente por él. Hay un gesto que nos demuestra lo buena actriz
que era: mientras lo abraza le toca con la mano el lóbulo de la oreja, habla él
por teléfono y el beso continúa, se tiene que marchar y se despiden con un
beso. Creo que es una de las escenas más memorables de la historia del cine
donde el erotismo, con lo que tiene de amor e insinuación, está presente a
través del gesto, de la mirada y del movimiento de los actores y de la cámara,
es una pequeña pieza maestra en la que comprendemos que ella hará todo lo que
sea necesario por él, porque ya ha decidido entregarle su amor y su vida. Devlin
le promete volver enseguida, nada más terminar la reunión con su jefe, y traer
la botella de vino que ella le ha pedido. Cuando regrese será otro hombre. Habrá
tenido que decidir entre su trabajo y la lealtad que le debe a su país y el
amor que siente por Alicia, amor que no está exento de miedos y sospechas sobre
su vida anterior. Esa botella que deja olvidada nos habla de sus prioridades.
Devlin
sabe que Alicia tendrá que echar mano de su encanto femenino para conquistar a
Sebastian, antiguo pretendiente convertido en un hombre de negocios tras el que
se esconde una red de nazis alemanes dispuestos a desarrollar la bomba atómica
en Brasil. Alicia le pregunta varias veces a Devlin, en una escena cargada de
honda emoción en la que se advierten los motivos y pensamientos de cada uno de
ellos más allá de sus palabras, si desea que haga el trabajo y él le dice que
haga lo que crea. Devlin la entrega a las manos de Sebastian, no ha sido capaz
de decirle que la quiere y ella no hubiese hecho el trabajo. Lo hace despechada
y ambos se sienten mal. Sebastian también enamorado de ella será una presa fácil
para Alicia. La única que no la acepta de manera abierta es la madre de
Sebastian que sospecha de ella ¿porque la separa del hijo? ¿porque cree que
existen intenciones ocultas en Alicia?
Antes
de casarse con Sebastian, Alicia le preguntará al coronel delante de Devlin,
aunque es a éste último a quien se está dirigiendo indirectamente, que puesto
que Sebastian la ha pedido en matrimonio, si debe o no aceptar. De nuevo Devlin,
en un mar de dudas es incapaz de desbloquear sus sentimientos. Ella se casará y
conseguirá descubrir la trama nazi y, a su vez, será descubierta por su marido
como espía americana. El amor en los casos de Sebastian con Alicia y de Alicia
con Devlin, nos muestran la vulnerabilidad de la persona enamorada que pone en
peligro su vida y es capaz de sacrificarse por la persona a la que ama. Devlin
ha actuado como cebo para atraer a Alicia al servicio de contraespionaje y ella
ha aceptado el mismo papel para infiltrarse en la trama nazi. Los individuos no
son nadie en manos de los gobiernos, sus sentimientos y sus vidas son sólo
piezas de una estrategia ¿superior?
La
actuación de Alicia es una forma de despecho ante un rechazo amoroso; la de
Sebastian una entrega sin precauciones al amor; la de Devlin el miedo a una
mujer de vida ligera a la que no cree capaz de cambiar. Al final, cuando Deblin
se entera de que Alicia está siendo envenenada, decide actuar e ir más allá
de sus competencias, decide, por primera vez escuchar su corazón. Alicia, en un
estado de semiinconsciencia, está radiante porque ahora sabe que él la ama. La
escena en la que bajan la escalera para huir de la casa pertenece a la historia
del cine. El único amor alerta, protector y desinteresado es el de la madre de
Sebastian. El patetismo alcanza su cumbre en la escena final en la que condenan
a Sebastian a la muerte al no permitirle subir al coche y, mientras asciende
lentamente las escaleras de la casa como si fueran las de un patíbulo,
Devlin y Alicia se marchan en el coche. El amor ha llevado a Sebastian a la
muerte y ella ha tenido que verla de cerca para que Devlin se decidiera a rescatarla de
sus garras.
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