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TODOS SOMOS CULPABLES

(La querida ambigüedad)

Por Adolfo Bellido

Hay directores jóvenes, como Alejandro Amenábar, que atacan a Hitch sencillamente porque... ¡no entienden su cine!El cine de Hitchcock no es, aunque lo parezca, un cine simplemente policiaco. Mucho menos narra historias de asesinatos ignorados o escondidos hasta un final inesperado donde todo se aclara. Esa es una de las absurdas leyendas que siempre, sin saber muy bien la razón, han perseguido a su cine. Incluso aquellas obras más endiabladamente mentirosas o juguetonas se adaptan a ese sin sentido de la aclaración-sorpresa final. En Pánico en la escena por ejemplo todo el mucho cree que se ha producido un gran engaño al descubrirse quien es realmente el asesino. Algo que realmente se presenta en el final. Una sorpresa aún mayor en cuanto él mismo asesino nos ha contado (al espectador y a la protagonista enamorada) –y hemos contemplado lo que ha ido relatando- los acontecimientos de otra forma. Por eso tendremos la sensación de que el director nos ha engañado. Nada más lejos de la realidad. Nosotros nos hemos dejado engañar. Cuando alguien cuenta (nos cuenta) algo no implica que lo narrado se corresponda a unos hechos ciertos. Nuestra aceptación de su verdad se encuentra en función del crédito (como sincero o mentiroso) que nosotros le concedamos. Esa es la razón por la cual en ese, y en otros (aunque por otras causas) filmes de A. H. no existe engaño alguno.

Hay directores jóvenes que critican o atacan a Hitchcock porque.... no entienden su cine. Así el curioso y un bastante pedante Amenábar no tiene reparo alguno en decir que Vértigo es una obra más o menos mediocre en cuanto nos dice a mitad de proyección que Kim Novak no ha muerto. En fin, como si ese hecho fuera lo realmente importantes de tan excelsa obra. ¿Por qué se entenderá tan mal el cine del maestro? ¿Por qué hablar de obra menor al hablar de sus películas repletas de una temática de gran hondura? ¿Por qué, en definitiva, hablar de un cine simple de buenos y malos cuando eso no forma parte de sus imágenes? 

No, el cine de Hitch habla de egoísmos, de culpas, de responsabilidades, de un mundo brutal donde cada uno va a lo suyo, sin importarle demasiado que los otros sean aplastados. Uno de los mayores homenajes a su cine aparece, curiosamente, en un filme de Scorsese, Jo, que noche, al presentar a un personaje (casi un alter ego del Cary Grant de Con la muerte en los talones) que “pasa” de los demás (estupenda la secuencia de apertura en la que la “cámara” nos dice que el protagonista no se interesa por el problema que trata de comunicarle un compañero de oficina), y que posteriormente comprobará (como el falso señor Kaplan) que nadie le “hace caso”: una justa correspondencia a su actuación anterior. 

Lógicamente, por ello, en el cine del mago del (mal llamado) “suspense” no existen malos ni buenos sino seres humanos con sus maldades y sus bondades. Personas que quieren ser buenos pero que no son más que malos a ultranzas o menos malos, gente que trata de ocultar sus miserias, sus culpas sin que, en definitiva, pueda hacer más que aparentar una dignidad frente a lo que se les viene encima. Si nos fijamos en algunas de sus películas comprobaremos esa En el cine de Hitchcock siempre aparece latente "el doble": cualquier personaje tiene su lado positivo y su lado oscuro. inexistencia de la bondad absoluta o incluso una cierta supremacía entre el malo consciente de su maldad y el malo que se quiere hacer pasar por bueno. Es más digno el intercambiador de crímenes de Extraños en un tren que el falso “perseguido”. Aquél sabe lo que quiere mientras éste oculta ladinamente sus intereses, además si pueda mataría personalmente a su “mala” mujer que le impide, entre otras cosas, lograr una carrera política. Donde mejor se da esa entelequia, o donde mejor se prueba, es en la última película que dirigió, La trama. Allí dos parejas muestran su condición de felicidad y riqueza a costa de lo ajeno y cada uno de acuerdo a la clase en que se mueven: unos tratando de apropiarse (por métodos no muy legales) de unas miles de libras (o dólares), la otra de tener millones de ídem. Es como si los malos menos malos y los malos más malos, malos todos ellos, o mejor culpables, estuvieran aquejados de curiosas transformaciones asociadas a Hyde a secas o Hyde al cuadrado, siendo estos últimos los más admirados, como queda dicho, por (y en muchos casos los más dignos de lástima) Hitch. Es el caso del tío asesino de La sombra de una duda, el espía caballeresco, cínico e inteligente de Con la muerte en los talones, el pobre espía enamorado de Encadenados... 

A Claude Rains (Sebastian) no sólo le toca, en la farsa y para la galería, cumplimentar el papel oficial de malo en esta hermosa y cruel historia que es Encadenados. No, también es el perdedor, el cornudo, el ejecutado, el enamorado sin esperanza.... mientras que para el bueno sinvergüenza (Cary Grant) le espera la gloria y el amor. Sé dice bien que un personaje como éste (el del buen espía) pueda ser catalogado de bueno. No es mejor que Sebastián. Bien mirado es más obtuso, mas envolvente, capaz incluso de sacrificar a quien ama y de llevarla a la muerte para obtener una determinada confesión. Malos y malos, sinvergüenzas en pequeña escala y en gran escala, esos son los oscuros personajes de Hitch que siempre juegan terroríficas partidas de ajedrez sobre el gran tablero que dibujan los suelos de sus grandes salones como refleja el de la película que estamos señalando. No hay piedad, realmente, para unos ni otros. Al fin y al cabo todos son culpables como demuestra de forma irónica ese divertido calidoscopio humano que dibuja Pero ¿quién mató a Harry?, donde los tranquilos habitantes de un pueblecito tratan de ocultar un cadáver para que nadie les pueda acusar del delito de su muerto. Todos ellos, en mayor o menor medida, se sienten culpables del hecho. Cualquiera puede haber sido el asesino. Cualquier apacible habitante del lugar. Lo de menos (gran ironía del realizador) es que el asesinado –un intruso en un espacio- lo haya sido por un personal “corte” funcional: un ataque al corazón. Lo de más el sentido general de creerse autores materiales del hecho. Un filme en el que se refleja el sentido de maldad colectiva, de egoísmo tendente a perseverar un estado de bienestar, que rodea y se cierne sobre toda la maravillosa obra de un gran realizador perseguido también por la culpabilidad. Los personajes de Hitch hasta cierto punto parecen emerger, sin salvación posible, desde el sentido del doble, algo que también, muy probablemente viviera el director en su realidad. Otro caso elocuente es el que enfrenta (como muestra el final) al asesino y su amigo (al que se acusa de los asesinatos) en Frenesí. ¿Existen realmente en ese filme dos personajes¿ ¿Se trata de uno sólo pero escindido en dos? Preguntas importantes para clarificar la rica obra de unos de los mejores directores que ha dado el cine de todos los tiempos.

 

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