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LA AMBIGÜEDAD
Por Gloria Benito
Gómez
Uno
de los fundamentos del suspense es la ambigüedad, que consiste en ocultar
intencionalmente una parte de la realidad y mostrar solamente aquella información
indispensable para que se desarrolle la historia o el relato. Este arte, en el
que Hitchcock es maestro, supone engañar o decir a medias, usar medias palabras
o dobles sentidos. En Encadenados, el autor engaña
u oculta cosas al espectador, del mismo modo que los personajes fingen o se
mienten entre ellos. Alicia Huberman se
muestra ante Devlin cínica y desengañada, pero también tierna y confusa,
mostrando al espectador una personalidad contradictoria que oscila entre la
apariencia de mujer fría y la necesidad de ser amada. Devlin también se debate
entre el deseo y la desconfianza, entre la lealtad a su profesión de espía y
el ansia de proteger a su amada. Alicia H. engaña por encargo a Sebastián y a
sus acólitos nazis, enmarañando más aún la red de ocultamientos que
constituye la trama. Así, todo es
confuso al principio de esta historia y el espectador tampoco se fía de los
personajes, y espera con ansiedad alguna
pista o indicio de claridad en la siguiente secuencia. Así es como se mantiene
la atención suspendida, o sea se construye el suspense.
La acumulación de
fingimientos aumenta la tensión narrativa y conduce al clímax de la historia,
mientras se espera conocer el destino de los personajes, especialmente el de los
buenos, con los que el espectador se ha identificado mediante un proceso de
complicidad que le sumerge en la película. El clímax es también el
descubrimiento, por parte de algunos, de la mentira de los otros, lo que parece
obligado en un filme de espías. A partir de ahí, la acción se acelera y el
suspense crece, a medida que se va desvelando paulatinamente una porción de la
verdad que se creía bien guardada. El descubrimiento de la traición de Alicia
conlleva el debilitamiento de este personaje, tanto por el peligro de perder su
vida como por la posibilidad de perder su amor, que ella demanda sin fuerzas. El
desenlace se resuelve porque Devlin decide mostrar abiertamente su verdad, es
decir, su amor y deseos de salvar a su amada. Y, claro está, lo hace. Los
buenos ganan, el espectador respira tranquilo y, puesto que nada queda por
ocultar, se acaba la película.
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