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En esta sección comentaremos los filmes proyectados en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana que difícilmente podríamos contemplar fuera de su ámbito. Son las joyas de la programación, películas raras o inencontrables, que van siendo recuperadas por los restauradores y que perviven gracias a los esfuerzos de las cinematecas, que sólo con esos rescates justificarían más que sobradamente su existencia. LA
PROMESA Por
Marcos
Miján
Erice se resigno a mutilar el texto, pero esto no fue suficiente para el productor español que decidió paralizar para siempre la que iba a ser la cuarta obra del realizador vasco, La promesa de Shanghai. No es la primera vez que Erice tiene problemas de financiación. Su afán perfeccionista y reflexivo no ayuda a fomentar la única premisa de la producción española: apilar cuantos más fajos de billetes mejor. Por ejemplo, la versión que conocemos de la segunda película de Erice, El Sur, sólo constituye la mitad del metraje original, ya que el productor Elías Querejeta decidió que la otra mitad, El Norte, mejor se quedaba sin montar. Por otro lado Vicente Gómez ya fue acusado por la viuda de Orson Welles de haber estafado al realizador americano cuando este buscaba dinero para acabar su película El otro lado del viento (The other side of the wind, 1972). Según la viuda de Welles, el productor español es el culpable de que no se terminara la que para muchos críticos iba a ser una de las cumbres de Welles. Erice ya desapareció tras la decepción de no poder culminar El Sur. Su regreso nos trajo otra obra maestra El sol del membrillo, donde nos ofreció su visión serena de lo que supone el proceso artístico. Después de este revés seguro que el director vuelve a desaparecer. Dentro de unos meses podrá contemplar la película que ha rodado Fernando Trueba a partir de la novela El embrujo de Shanghai, que durará menos de dos horas y donde se podrá comer palomitas y beber Coca-Cola. El guión original de Erice lo ha publicado Areté y aunque es una maravilla, para leer ya teníamos la magnífica novela de Marsé. La publicación de este guión sin destino debería pesar en muchas conciencias, pero el dinero lo amortigua todo.
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