Aunque la mayoría de
los socios fundadores de EN CADENA DOS vivimos a orillas del
Mediterráneo, en Valencia, tenemos un colaborador cuyo domicilio se
encuentra a orillas... ¡del Guadalquivir!, pero su espíritu es tan
mediterráneo como el nuestro. Cada mes os invita a acompañarle en el
análisis de un tema cinematográfico de actualidad.
UN HÉROE DE NUESTRO
TIEMPO
Por
Juan
de Pablos Pons
Durante
el mes de septiembre se ha celebrado en la bellísima y decadente ciudad
de Cádiz un festival de cine. La 33
Muestra Cinematográfica del Atlántico ha desarrollado durante dos
semanas (6 al 15 de septiembre) un conjunto de proyecciones y actividades
muy estimables. Se trata de uno de esos intentos, digamos casi románticos,
que se mantienen en el tiempo tratando de dar a conocer el cine a las
nuevas generaciones, mediante propuestas alternativas a las estrictamente
comerciales. Se trata por tanto, de iniciativas estimables en las que el
amor por el cine, parece imponerse a otros factores más lucrativos. Vaya
por tanto, un merecido reconocimiento a estos festivales no tan
publicitados por los medios de comunicación, pero que cumplen una valiosa
función pedagógica.
Alcances,
pues también recibe esta denominación el Festival gaditano, en la edición
de este año 2001 ha presentado en su Sección Oficial competitiva 23
largometrajes. Pero además hemos tenido la oportunidad de conocer otras
propuestas de gran interés. Una retrospectiva dedicada a Buster
Keaton, con las proyecciones de sus mejores cortometrajes y films como
El héroe del río, El navegante, El moderno Sherlock Holmes, El rey de
los cowboys, El último round o El
maquinista de la General. También otros apartados como el
dedicado a Cádiz en el Cine. Un
ciclo que bajo el nombre de La
imagen negada, ha llevado a cabo una aproximación al tratamiento que
el cine ha dado al mundo del trabajo. Un recorrido por
films como Tiempos
modernos (Charles Chaplin), Sacco
e Vanzetti (Giuliano Montaldo),
Novecento (Bernardo Bertolucci),
La verdad sobre el caso Savolta (Antonio Drove y Pan
y rosas (Ken Loach), se han proyectado en este ciclo. Como es
tradicional este Festival ha dedicado una atención especial al mundo del
cortometraje.
Sin
embargo, posiblemente la propuesta más llamativa de la Muestra en esta
edición ha sido el homenaje dedicado al genial cineasta italiano Alberto
Sordi. Nacido en Roma en 1920 ha intervenido en más de 120 películas.
Dotado de una personalidad y un físico peculiares, ha representado muy
bien al italiano medio desde la posguerra hasta nuestros días.
El
título elegido para este homenaje: Sordi
según Sonego, señala de forma precisa la colaboración entre el gran
cómico y el guionista Rodolfo Sonego. Durante más de cuarenta años,
desde mediados de los cincuenta hasta 1998, fecha del último film de
Alberto Sordi –en el que además se autodirige-, se ha extendido la
colaboración entre estos dos creadores. Aunque hablamos de un actor
extraordinario que ha protagonizado films tan reconocidos como Il
Vitelloni con el gran Federico Fellini o La
Grande Guerra con Mario Monicelli, muchos críticos
consideran que “el personaje” de Sordi es una creación de Rodolfo
Sonego.
En
la Muestra hemos podido ver la mayoría de las colaboraciones conjuntas,
en films como Un eroe dei nostri
tempi (Monicelli), Il
vedovo (Risi), Crimen en Montercarlo (Camerini), Guglielmo il dentone (D’amico), Lo scopone científico (Comencini) o su última colaboración Incontri
proibiti (Sordi).
Resulta
estimulante la recuperación de los grandes creadores del cine. De sus
grandes personajes, como es el caso de Alberto Sordi. Artista de muchos
registros, sin duda la comedia es su medio más natural. Incorporando a un
“hombre corriente”, aquejado de todas las limitaciones propias del
anti-héroe, Sordi sabe señalar con gran sentido del humor y un análisis
inteligente las poco gloriosas motivaciones del género humano. Su
personaje tipo, sin duda es cercano a la picaresca española. La falta de
principios, la cobardía, la arrogancia; en definitiva, el lado menos
amable del ser humano, toma forma en los personajes interpretados por
Alberto Sordi, a partir de la pluma de Sonego. Pero lo lleva a cabo de una
manera divertida, inteligente, fácil para el espectador, que sin embargo
profundiza en las temáticas sociales
propuestas, sin quedarse en los superficial.
Buen
cine, en definitiva, como el que nos proponen clásicos afortunadamente
vivos como Alberto Sordi y Sonego, que debería servir de inspiración a
las nuevas generaciones de cineastas. Tal faltos de ideas, en general, y
con un bagaje formativo bastante mejorable.
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