He aquí la segunda
página que dedicamos a la televisión (la otra es Malalts de tele).
Sumadas os ofrecen mucho más que un análisis de la programación
televisiva: constituyen toda una filosofía de vida.
IGNORANCIA
OBLIGADA
Por
Ángel San Martín
Mientras
la telebasura se expande por la programación de las televisiones,
los informativos pierden las formas. Según dicen los estudiosos de la
cosa, la información no es más que dar forma a preceptos brutos
suministrados a través del contacto con el entorno. Pero cuando la
información viene de TV, entonces unos individuos tienen el poder de
hacer su versión de los hechos para ilustrar al resto de los mortales que
sólo pueden ser receptores. Pues bien, pese a tanta responsabilidad, los
informativos de las televisiones cada vez se parecen más a la telebasura
y en lugar de in-formes nos obsequian con de-formes alusiones a la
realidad. El asunto promete ir a más, puesto que los informativos siempre
son susceptibles de empeorar.
Si
refrescamos un poco la memoria, recordaremos que hace unas semanas el
presidente autonómico de Madrid cesó al director de Tele Madrid, por
pretender informar de modo no partidista de la violencia en el País
Vasco. A Tele 5 se le mete presión, vía juzgados, para que sus
informativos, especialmente el debate de la mañana, no sea tan ásperos
con el Sr. Aznar. Hace poco nos enteramos que el Gobierno censuró,
oficialmente retardó varios meses, la información sobre el primer caso
de “vaca chiflada” detectado en los laboratorios. Respecto al “síndrome
de los Balcanes”, pese a los informes del Pentágono, aquí se sigue
negando la evidencia. Y mientras todo esto sucede, el Presidente del
Gobierno concede una entrevista, la primera tras las últimas elecciones
generales, a un canal privado de televisión. Justo el canal cuya licencia
administrativa pertenece a un grupo empresarial gestado por el Ejecutivo.
Del “lector de la Moncloa” se ocupa La 2, para eso es asunto de
cultura halagar el ego del Presidente.
La
piedra angular que falta para forjar la opinión pública, la constituye
el marketing y sobre todo la “sondeoscopia”. Es el instrumento
mediante el cual se trata de convencer a la población que su opinión,
formada a partir de la de-formación de la información, es la correcta y
la que le conviene mantener si quiere estar con quienes detentan el poder.
Para lo cual, nada mejor que preguntarles mediante encuesta qué es lo que
recuerdan de la información sin formas previamente servida. Su respuesta
se gratifica propagando que la mayoría piensa lo mismo. Y para que no
falte ningún ingrediente se recuerda que el 70 % desconfía de la
información de las televisiones por interferencia del Gobierno (El
Pulsómetro de la Cadena Ser). La cosa no deja de tener su morbo:
desinformados, políticamente desactivados, pero con el corazón contento.
Por cierto, ¿no habrá llegado el momento de gritar aquello de “Telediarios
no, gracias”?
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