|
Se
suele decir: esta película bebe, se inspira u homenajea a tal otra; bueno
pues este no es el caso. Aquí, mas bien se trata de copia, plagio o
fusilamiento de momentos o ideas de grandísimas obras.
Esto, que tanto se lleva últimamente, al final resulta divertido.
Si un personaje se dedica a espiar a sus vecinos, sobre todo desde la
ventana, ¿no parece La ventana
indiscreta (A. Hitchcock)? Si alguien arranca la cortina de la ducha
tras sufrir una agresión, ¿no nos suena –hablando de sonar, también
lo hace la banda sonora- a Psicosis
(A. Hitchcock)? Si se pretende cometer un asesinato en una bañera, ¿uno
no recuerda Las diabólicas (J.
Turneur)? Y si la casa es intrigante y la locura se apodera de un
habitante, ¿quién no se acuerda de El
resplandor
(S. Kubrik)? Seguro que hay más; adivinen, entretiene.
Robert Zemeckis proporciona una serie de buenos sustos bien
dosificados a lo largo del filme, y deleita con su siempre buen hacer técnico.
Su capacidad para crear planos inverosímiles queda patente de nuevo,
utiliza todos los recursos disponibles a su alcance para su realización y
que el espectador los perciba de forma natural. Desde seguir a Michelle
Pfeiffer pasando a traves de una puerta que acaba de cerrar, hasta iniciar
un movimiento de cámara desde un ángulo cenital, para mostrar una pelea,
y acabarlo en un acusado contrapicado bajo un escalón. Pero es
insuficiente para salvar una película que, comienza con un suspense
hitchconiano, alargado hasta el tedio, y continua con un desenlace más
prolongado todavía. Un final de aquellos que crispan los nervios echa por
tierra el resto de metraje. El malo,dado por muerto, vuelve a levantarse
una y otra vez cual muñeco diabólico; y para colmo, remata con unas imágenes
de regalo explicando de manera infantil el sentido de la muerte.
En cuanto a los intérpretes, la Pfeiffer impresionante (en todos
los sentidos) dentro de un personaje que le da la oportunidad de lucirse
con varios registros. Por el contrario, lo de Harrison Ford no tiene
nombre, o sí, incompetencia quizás; que se coja el sombrerito y el látigo,
porque no es capaz de hacer creer otra cosa.
Exceptuando las salvedades mencionadas –que no es poco-, la película
no es tan patética pensando en el género al que pertenece. No deja cabos
sueltos, y la duda que deja en torno a la naturaleza, psicológica o real,
de las apariciones fantasmales, es un punto a su favor. En general,
Lo que la verdad esconde, también es lo que hay detrás de la
mentira, un pastiche de calidad con errores imperdonables.
Israel
L. Pérez
|
What
lies beneath
EEUU
2000
Director:
Robert Zemeckis
Guión:
Clark Gregg
Fotografía:
Don Bugess
Música:
Alan Silvestri
Intérpretes:
Harrison Ford, Michelle Pfeiffer.
|