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DANNY ELFMAN EN CHICAGO

Por Lucía Solaz

Danny Elfman, un músico muy, muy ecléctico.El estreno de Chicago nos ofrece una oportunidad perfecta para hacer un repaso de la vida y obra de Danny Elfman, uno de los más brillantes y originales compositores hollywoodienses.

Cuando la producción de Chicago se encontraba muy avanzada se hizo evidente que algunas escenas al margen de los números cantados necesitaban un acompañamiento musical. Se recurrió entonces a Danny Elfman, especialista en la música de finales de los años veinte y principios de los treinta. No en balde, como veremos, aprendió a escribir música con los solos de piano de Duke Ellington. Elfman se incorporó al proyecto en el último minuto y procedió a componer la partitura para unas cuatro escenas que sumaron un total de 15 minutos de material. En el disco de la banda sonora podemos encontrar la mitad de su trabajo, After Midnight (3’24’’) y Roxie's Suite (3’58’’). También escribió la canción que escuchamos en el fonógrafo cuando Roxie comete el asesinato. A pesar de su brevedad, Elfman vuelve a regalarnos una gran partitura que se adapta perfectamente a las necesidades y el tono de la película. Su composición combina perfectamente con las canciones originales de John Kander y su estilo, el del jazz de los años veinte, nos recuerda a Crime Spree (compuesta para Dick Tracy). Según aparece en la entrevista de Jeff Bond en Film Score Monthly (Octubre 2002), Elfman no había visto el musical original, pero entendió que la adaptación cinematográfica de Chicago sería un poco más nerviosa y no tan juguetona como la pieza teatral. La partitura fue orquestada y dirigida por su colaborador habitual Steve Bartek.

 

Un compositor singular en Hollywood

Daniel Robert Elfman nació en Amarillo (Texas) en 1953, aunque la familia Elfman se mudó pronto a Los Ángeles (California). Blossom, su madre, es una conocida escritora de libros para niños, ganadora de un Emmy por  su guión para una película para televisión. Su padre, Milton, era profesor. Su biografía recuerda poderosamente a la del propio Burton: Elfman se crió en un hogar de clase media en Baldwin Hills, huyendo del sol y de los surfistas. El compositor, que ha confesado en numerosas ocasiones su aversión al sol, prefería esconderse del interminable verano californiano en su habitación, atestada de discos y carteles de monstruos cinematográficos. De adolescente, Elfman fue siempre un fan de los monstruos y quería convertirse en creador de maquillajes. Se fue tomando en serio la cinefilia y pensó ser cámara, montador o director. Estaba interesado en todo salvo en la música y no sería hasta los dieciocho años cuando cogió su primer instrumento. Fue a esta edad cuando se mudó a Francia con su hermano Richard (ahora director de cine). En este país se unió a la compañía teatral Le Grand Magic Circus tocando el violín a través de Europa. Fue aquí donde se familiarizó con los diferentes instrumentos de la orquesta. Tras unos cuantos años en Francia, Elfman pasó un año en el oeste de África, donde se cimentó su amor por la percusión y la música étnica. La malaria lo obligó a regresar a Estados Unidos. En los setenta creó junto a su hermano un grupo de teatro musical en Los Ángeles llamado The Mystic Knights of the Oingo Boingo, que inspiraría la aparición en 1979 del grupo de culto de hard rock Oingo Boingo (disuelto en 1995). Con los Mystic fue forzado a enseñarse a sí mismo a escribir música. También hizo muchos arreglos del jazz de los años treinta como Duke Ellington, Cab Calloway y Django Reinhardt, donde se obsesionó por transcribir los solos de forma absolutamente correcta. En 1980, Richard Elfman dirigió Forbidden Zone, donde The Mystic Knights of Oingo Boingo interpretaban la partitura escrita por Danny.

Su llegada al cine: Tim Burton, fan del grupo, sorprendió a Elfman al preguntarle en si estaría interesado en componer la música para "La gran aventura de Pee Wee" Su entrada en el mundo de la composición cinematográfica al margen de su trabajo para Oingo Boingo se produjo 1985, cuando de Tim Burton, fan del grupo, sorprendió a Elfman al preguntarle en si estaría interesado en componer la música para La gran aventura de Pee Wee (Pee Wee's Big Adventure, 1985), primer largometraje de Burton y primera partitura sinfónica de Elfman. Desde entonces, Elfman ha participado en todos los films de Burton, con la única excepción de Ed Wood: Bitelchús (Beetlejuice, 1988), Batman (1989), Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands, 1990), Batman vuelve (Batman Returns, 1992), Pesadilla antes de Navidad (The Nightmare Before Christmas, 1993), Mars Attacks! (1996), Sleepy Hollow (1999), El planeta de los simios (Planet of the Apes, 2001) y Big Fish (2003). El motivo de la ruptura temporal entre Burton y Elfman tras Pesadilla antes de Navidad nunca ha quedado demasiado claro. Quizá este proyecto fue demasiado intenso y estresante y ambos necesitaron un descanso tras su finalización. En todo caso, la colaboración entre ambos se ha restablecido felizmente. Elfman tiene un don especial para conectar con lo que Burton necesita para acompañar sus películas, de modo que las extrañas composiciones de Elfman son el equivalente musical de la poética visual del director. Ambos desarrollaron una gran afinidad desde el primer momento. El músico ha declarado: “No sé realmente por qué es. Parezco entender muy bien su modo de hacer cine, de dónde viene y, lo que es más importante, los insólitos y difíciles tonos musicales que sus películas parecen tener.” (Citado en RUSSELL, Mark y YOUNG, James: Film Music. Roto Vision. Crans-Près-Céligny, 2000, p. 156).

 Elfman aprendió lo que significa una banda sonora dedicando los fines de semana a ver películas en el cine de su barrio de Los Ángeles. Allí se enamoró de Max Steiner, Franz Waxman, Dimitri Tiomkin, Erich Korngold, Nino Rota y, sobre todo, de Bernard Herrmann. A contrario de los grandes compositores a los que admira, Elfman no llegó al cine a través de la música clásica, sino más bien como un gran aficionado al cine y conocedor de las bandas sonoras. Elfman admite en lo que a música clásica se refiere, su conocimiento se limita a los músicos con los que creció: Prokofiev, Stravinsky, Shostakovich, Ravel y Bartok. Esta ausencia de preparación musical formal parece, sin embargo, jugar a su favor a la hora de crear un estilo único cargado de influencias que van desde la música clásica, la música de los primeros films,  el blues, el jazz, el rock, el pop y varios estilos étnicos. Elfman se mueve sin esfuerzo entre estas influencias y las combina añadiéndoles toques experimentales de su propia creación.

Al margen de su colaboración con Tim Burton cabe destacar su asociación con Sam Raimi, otro director del fantástico posmoderno, en Darkman (1990), El ejército de las tinieblas, (Army of Darkness, 1992), Un plan sencillo (A Simple Plan, 1998), Spiderman (2002) y su secuela prevista para 2004. Para El ejército de las tinieblas Elfman compuso un tema por el que cobró un dólar mientras Joseph LoDuca se hizo cargo del resto. Otras películas importantes en las que ha trabajado el músico son: Huida a medianoche (Midnight Run, Martin Brest, 1988), Dick Tracy (Warren Beatty, 1990), Razas de noche (Nightbreed, escrita y dirigida por Clive Barker basándose en su propia novela en 1990), Sommersby (Jon Amiel, 1993), Black Beauty (dirigida por su mujer Caroline Thompson en 1994), Eclipse total (Dolores Claiborne, Taylor Hackford, 1994), Todo por un sueño (To Die For, Gus Van Sant, 1995), Misión: Imposible (Mission: Impossible, Brian de Palma, 1996), Atrápame a esos fantasmas (The Frighteners, Peter Jackson, 1996), Al cruzar el límite (Extreme Measures, Michael Apted,  1996),  El indomable Will Hunting (Good Will Hunting, Gus Van Sant, 1997), Flubber (Les Mayfield, 1997), Hombres de negro (Men in Black, Barry Sonnenfeld, 1997), Revenant (dirigida por su hermano Richard Elfman en 1998), Instinto (Instinct, Jon Turteltaub, 1999), Acción civil (A Civil Action, Steven Zaillian,  1998), Prueba de vida (Proof of Life, Taylor Hackford, 2000), Family Man (Brett Ratner, 2000), Men in Black II (Barry Sonnenfeld,  2002), El dragón rojo (Red Dragon, Brett Además de "Chicago", últimamente Elfman ha compuesto para "Family man", "Prueba de vida", "Spiderman", "Hombres de negro II" y "El dragón rojo"Ratner, 2002). Entre sus proyectos, todos en la línea fantástica, se encuentran: Terminator 3: Rise of the Machines (Jonathan Mostow, 2003),  Spiderman 2 (Sam Raimi, 2004) y  Batman: Year One (Darren Aronofsky, 2004).

Su trabajo para televisión incluye temas para series de animación como Los Simpson (The Simpsons, 1989), Beetlejuice (1989) y Batman (Batman: The Animated Series, 1992), junto a otras series como Pee-Wee's Playhouse (1986), Cuentos de la Cripta (Tales from the Crypt, 1989), Perro de familia (Family Dog, 1993),  Alfred Hitchcock presenta (Alfred Hitchcock Presents, episodioThe Jar” (1985)) y Cuentos asombrosos (Amazing Stories, episodios "Mummy Daddy” (1985) y "Family Dog” (1987)). La manera apresurada de grabar y sonorizar en televisión lo ha decidido, no obstante, a no volver a trabajar en episodios de ninguna serie.

Aunque ha abordado con éxito otros géneros como el melodrama (Sommersby, El indomable Will Hunting) o el suspense (Eclipse total),  su filmografía revela una marcada preferencia por el fantástico. El fantástico es el terreno idóneo para dejar libre la imaginación, algo muy apreciado para alguien que, como Elfman, prefiere centrarse en alimentar su espíritu creativo: “Quiero encontrar proyectos interesantes donde pueda realmente dejar vagar mi imaginación”, ha declarado el compositor. (Premiere, vol. 4,  nº 5, Enero 1991, p. 42).

No obstante, Elfman no está satisfecho siendo un compositor cinematográfico a tiempo completo y trata continuamente de ampliar el campo de sus actividades. Ha aparecido como actor con su grupo Oingo Boingo en Nunca te prometí un jardín de rosas (I Never Promised You a Rose Garden, Anthony Page, 1977) y en Regreso a la escuela (Back to School, Alan Metter, 1986). También interpretaba a un convincente Satán en Forbidden Zone  y un pequeño papel en Premonición (The Gift, Sam Raimi, 2000). Sin embargo, la actuación no le interesa y se encuentra más volcado en la escritura de guiones (ya ha completado tres) y en sus proyectos de dirección. Actualmente está trabajando en su primer ballet, basado en la historia de Eduardo Manostijeras, junto al coreógrafo británico Matthew Bourne.

El estilo de Elfman, forjado hace apenas unos años, ya ha sido imitado infinidad de veces y se ha convertido en una especie de cliché para cierto tipo de historias fantásticas, macabras o heroicas. No es extraño encontrar ecos del estilo Elfman en otros muchos compositores, como el francés Jean-Claude Petit, pues como dicen Colón, Infante y Lombardo “Elfman es el músico que mayor influencia ha ejercido sobre su entorno después de John Williams desde los años ochenta.” (COLÓN PERALES, Carlos, INFANTE DEL ROSAL, Fernando y LOMBARDO ORTEGA, Manuel: Historia y Teoría de la Música en el Cine. Presencias afectivas. Alfar. Sevilla, 1997, p. 179).

Siguiendo la tónica predominante en la vida y obra de Burton, Elfman también ha sido siempre un outsider en el mundo de los compositores de Hollywood. No resulta sorprendente que Elfman, un músico autodidacta que consiguió tocar virtualmente cada instrumento de su grupo de rock y que aprendió composición él mismo mediante la trascripción de obras de Duke Ellington, ponga nerviosos a los encumbrados compositores hollywoodienses. Sobre el elitismo de los compositores de música de cine Elfman ha dicho: “Son los únicos que te castigarán por tu falta de educación y los que no te aceptarán porque eres autodidacta. Simplemente insisten en que no existes. Y, aunque me aprendí solo a escribir notación sobre papel, siempre seré percibido por algunos como un “tarareador”, alguien que canturrea las melodías y las entrega a equipos de orquestadores que hacen mi trabajo.” (Movieline Magazine, Noviembre 1993).

A pesar de la evidente calidad de sus composiciones, Elfman ha recibido tan sólo dos nominaciones a los premios Oscar, por El indomable Will Hunting (Banda Sonora Dramática) y Hombres de negro (Banda Sonora de Musical o Comedia), ambas en 1997. Circula una broma según la cual incluso si la Academia creara una categoría para la mejor banda sonora de Danny Elfman, todavía encontrarían una razón para no nominarlo (Entertainment Weekly, nº 422,  13 Marzo, 1998). El compositor, sin embargo, parece preferirlo así: “Podría tener que retirarme si eso sucediera (ser nominado). Tendría que evaluar si he hecho algo horriblemente mal o si ha dado la casualidad de que he trabajado en una película extremadamente popular. Mis gustos son tan contrarios a los suyos.” (Entrevista a Elfman de Joshua A Fruhlinger disponible en  http://pampyra.tripod.com/josh/establishment.html). Por otra parte, otras instituciones han sido más generosas a la hora de reconocer su talento. En 1989, el compositor recibió un premio Grammy por su tema de Batman, película que también ganó el Brit Award for Best Soundtrack. Su trabajo en Pesadilla antes de Navidad fue nominado a los Globos de Oro en 1993; Dick Tracy fue nominada a los premios Grammy en 1990; Mars Attacks! ganó el Saturn Award de la Academy of Science Fiction, Horror, and Fantasy Films y fue nominado para el Golden Satellite Award. Hombres de negro ganó otro Saturn y fue nominado para un Grammy. Un plan sencillo fue nominado por la Chicago Film Critics Association. Sleepy Hollow ganó otro Saturn y un Golden Satellite, además de ser nominado por Las Vegas Film Critics Association.

Elfman tiene debilidad por la música y las historias tristes o muy poco usuales. Le encantan las películas de terror, así como las de David Lynch y David Cronenberg. Su entusiasmo por una película tan morbosa como Sin salida (Freeway, Matthew Bright, 1996) resulta casi cómico: “Qué película tan, tan enfermiza. Dios la bendiga... no hay bastantes de ellas por aquí.”

 

Elfman ha recibido tan sólo dos nominaciones a los premios Oscar, por El indomable Will Hunting (Banda Sonora Dramática) y Hombres de negro (Banda Sonora de Musical o Comedia), ambas en 1997.El sonido Elfman

Danny Elfman es reconocido por un estilo de composición ingenioso, surrealista y altamente posmoderno, el cual a menudo remite al periodo clásico de Hollywood al mismo tiempo que abraza ideas contemporáneas. Tiene un poderoso sentido del drama y su música puede ser tanto irónica como presentar un espíritu extremadamente romántico. Su eclecticismo y su enorme cultura musical queda reflejada en un entramado de referencias francamente complejo. Sus partituras se caracterizan por su espectacularidad, por el dominio de la orquestación y de una gran variedad de estilos, así como por un envidiable sentido del ritmo.

Randall D. Larson (Soundtrack! The Collector’s Quarterly,  vol. 9, nº  35,  Septiembre 1990, p. 20) señala que Danny Elfman constituye un caso excepcional, ya que los músicos de rock & roll se convierten rara vez en compositores de música de cine de éxito por carecer bien de la habilidad, la disciplina o la versatilidad requeridas para triunfar en el complejo mundo de la composición para cine. Muchas estrellas del rock lo han intentado, llamadas a menudo por los estudios o por productores ansiosos de sacar provecho al valor comercial de su nombre. La mayoría han sido incapaces de adaptarse a los estrictos rigores de escribir música para secuencias con una duración determinada, y muchos simplemente han carecido de la educación musical o de la formación para satisfacer las variadas necesidades de la música de cine. Danny Elfman es una excepción única. Un músico totalmente autodidacta que se las ha arreglado para convertirse en un compositor de éxito efectivo cuya obra cubre una variedad de estilos extremadamente ecléctica.

El sonido Elfman, al igual que las películas de Tim Burton, está formado a partir de retazos, de ecos y clichés tomados de todos los artistas objeto de su devoción que los precedieron. Las composiciones de Elfman, como las películas de Burton, “nos suenan”, puesto que son siempre evocadoras de memorias del pasado. Así, ya en su primera composición, La gran aventura de Pee-Wee, encontramos a Nino Rota en la música de estilo circense del comienzo, mientras la desesperación del protagonista por el robo de su bicicleta está expresada con el sonido agudo y estridente de la cuerda que nos lleva al Bernard Herrmann de Psicosis. También está presente el espíritu de la ciencia ficción de serie B e incluso el tema de John Barry para James Bond.

Roberto Cueto lo sintetiza de modo espléndido: “Bitelchús supuso la formación de un estilo muy determinado que marcará la consiguiente carrera del director y el músico: el pastiche, la acumulación de ingredientes aparentemente incompatibles, la fascinación por la “subcultura”, el humor negro, una comicidad disparatada y cercana a un sentido del absurdo son rasgos que se dan en las colaboraciones entre ambos artistas: desde la sombría Batman o la barroca Batman Vuelve hasta el espléndido musical (posiblemente el mejor de las dos últimas décadas) Pesadilla antes de Navidad, puede decirse que Elfman creó una verdadera “escuela”, un camino totalmente nuevo en el sonido ya un tanto repetitivo del estilo sinfónico a lo Williams, Goldsmith o Horner. (...) Elfman, al igual que Burton, parece haber asimilado durante su adolescencia todo tipo de influencias, que fueron madurando en un estilo musical que tiene a Herrmann y Rota como principales puntos de referencia, pero que posee una indudable personalidad, cierta fascinación ingenua e infantil que se adapta a la perfección a las fantasías de Burton.” (CUETO, Roberto: Cien Bandas Sonoras en la Historia del Cine. Nuer. Madrid, 1996, p. 380).

La animación de los años cincuenta, el primer movimiento autorreferencial, además de influir a toda una generación de realizadores (Burton, Raimi, Coen, Hughes, Sonnenfeld), ha dirigido la música hacia la estilización cómica. En esta línea destacan Randy Newman y Danny Elfman, a quienes Colón, Infante y Lombardo llaman “los maestros de la autorreferencialidad paródica” (Op. cit., p. 177).

Randy Newman, hijo de Lionel Newman y sobrino de Alfred Newman, procede de la canción pop/rock y es uno de los más destacados cantautores de la escena norteamericana de los sesenta y ochenta. Newman construye bandas sonoras sinfónicas con el mismo espíritu que su tío Alfred y deja las canciones para momentos puntuales o para comedias musicales. Su suave sentido paródico y brillante ironía musical son idóneos para la comedia. Dentro de la animación, Newman es responsable, entre otras muchas, de las partituras y letras de James y el melocotón gigante (James and the Giant Peach, Henry Selick 1996), Toy Story (John Lasseter, 1995), Toy Story 2 (Ash Brannon y John Lasseter, 1999), Bichos (A Bug's Life, John Lasseter y Andrew Stanton, 1998) o o Monstruos, S.A. (Monsters, Inc., Peter Docter, 2001). El compositor es uno de los escasos músicos que ha puesto su propia voz a las canciones de las bandas sonoras que escribe, al igual que Patrick Doyle, quien interpretaba un breve papel en Mucho ruido y pocas nueces (Much Ado About Nothing, Kenneth Branagh, 1993) y cantaba en escena Sigh No More Ladies y Pardon, Goddess of the Night. Elfman se une a este selecto grupo de músicos en Pesadilla antes de Navidad, donde además de componer la banda sonora, actuó como productor asociado, escribió las letras de las canciones, prestó su voz a las piezas cantadas por Jack Skellington, dobló personajes como Barrel y el payaso y colaboró en los coros.

La participación de Elfman en series televisivas de animación como Los Simpson o su aparición en el documental The Magical World of Chuck Jones (George Daugherty, 1992), sobre el decano de la composición para dibujos animados, confirman que una de sus fuentes de inspiración es la gran tradición de compositores ágiles e iconoclastas que trabajaron en Disney (Leigh Harline, Frank Churchill, Oliver Wallace) o en los departamentos de animación de la MGM (Scott Bradley) y de la Warner (Carl Stalling). La música típica de la animación, especialmente la desarrollada por Carl Stalling en los años treinta y cuarenta, está caracterizada por los sonidos divertidos y las referencias musicales, a veces muy sofisticadas, que iban desde éxitos contemporáneos a temas clásicos. Los compositores que escribían para la animación se reían de la noción según la cual la música debe apoyar a la imagen de un modo sutil y discreto. De acuerdo con Max Steiner, que introdujo la técnica de mickey-mousing en las películas de acción real, la música, para ser efectiva, debía oírse.

Según Colón, Infante y Lombardo, Elfman desarrolla en sus películas “un peculiar y eficaz estilo que inyecta un nuevo desenfado pop en el cliché musical del macabre grotesque al estilo de Gounod, Saint-Saëns o Mussorgsky, desde el que llegará a crear la extraordinaria comedia musical que es Pesadilla antes de Navidad o alcanzará la cumbre paródica de Marte ataca, extraordinario ejercicio de estilo paródico sobre la música de la serie B y la música lounge de los años cincuenta.” (Op. cit., p. 178). Esta línea continúa en Dick Tracy, en sus colaboraciones con el maestro de la bufonada macabra Sam Raimi y en Atrápame esos fantasmas.

Elfman desea ser antiguo, pasado de moda, y moderno a la vez. Sus partituras se sitúan en una larga tradición. Ya hemos visto como ha recogido la herencia de los grandes sinfonistas del Hollywood clásico. También se declara admirador de John Williams, heredero directo del estilo “Elfman pertenece a la generación omnívora de músicos eclécticos, hijos tanto de las muchas variantes del jazz, del rock & roll y del pop como de las músicas escritas para el cine y la televisión.Korngold. No es de extrañar, por lo tanto, que Royal S. Brown describa una partitura de Elfman como “Erich Korngold vía John Williams.” (BROWN, Royal S: Overtones and Undertones. Reading Film Music. University of California Press. Berkeley, Los Ángeles y Londres, 1994).

Batman fue la primera partitura de Elfman que contenía un presencia coral muy marcada. Al compositor le gusta mucho escribir para un coro, al que considera un instrumento más. Elfman ha recurrido a él desde entonces y se ha convertido en una de sus señas de identidad. El compositor, que se ha confesado muy aficionado a las piezas corales de Mozart, Carl Off, Fauré, Stravinsky, Prokofiev y Tchaikovsky, es consciente de la fuerte influencia rusa y del este de Europa de su propia música coral. Tras el estreno de Batman mucha gente le preguntó sobre sus influencias wagnerianas y Elfman tuvo que confesar no haber escuchado nunca a Wagner. La influencia de este compositor le ha llegado de un modo indirecto, a través de  Korngold, Tiomkin y Steiner. Elfman admite que muchas de sus influencias musicales son clásicos que se han filtrado a través de otros compositores.

Elfman es extremadamente ecléctico en los estilos que abarca, que van desde el más desenfrenado clasicismo (La gran aventura de Pee-Wee), pasando por el elegante jazz-blues moderno de Huida a medianoche, hasta los mundos dramáticos y fantásticos de Bitelchús y Razas de noche, y las masivas partituras sinfónicas que escribió para Batman, Dick Tracy o Darkman. Colón, Infante y Lombardo lo expresan así: “Elfman pertenece a la generación omnívora de músicos eclécticos, hijos tanto de las muchas variantes del jazz, del rock & roll y del pop como de las músicas escritas para el cine y la televisión; hijos  de todas las músicas –nobles e innobles- que discos, radios y televisiones multiplican indiscriminadamente en este espléndido momento musical de fusión, contaminación y apertura.” (Op. cit., pp. 178-179).

 

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