He aquí la segunda
página que dedicamos a la televisión (la otra es Malalts de tele).
Sumadas os ofrecen mucho más que un análisis de la programación
televisiva: constituyen toda una filosofía de vida.
LOS
LIBROS EN LA TELE
Por
Ángel San Martín
Como
cada año, cuando llegan estos meses de primavera, la gente en masa se
echa a la calle. La más de las veces sale para celebrar alguna feria o
fiesta sin otro motivo que ocupar un tiempo. Son las semanas ocupadas por
las finales, nacionales e internacionales, de deportes mil y además la
feria del Rocío. Y, por si no fuera suficiente, en la otra orilla tenemos
acontecimientos tan de masas como la entrega de renombrados galardones
literarios y las ferias del libro. En todos los casos la tele hace la crónica
de sociedad, efecto que acrecienta incluyendo en sus imágenes a miles de
gentes pululando por delante de las cámaras. ¡Bueno, puede que sólo
sean figurantes!
La
sospecha precedente se funda en ciertos indicios. Y el más destacado es
que la tele forma parte del espectáculo que crea para retransmitirlo. A
través de los informativos se “calienta” el acontecimiento hasta
provocar la curiosidad del ciudadano ocioso. Esto explicaría el que en
los reportajes televisivos aparezca tanta gente caminando frente a cientos
de casetas repletas de novedades editoriales, sobre las que raramente se
detiene a ojear. Aunque bien pensado sería una contradicción. No es
posible que un telespectador se exhiba en la tele, como individuo anónimo,
revisando las últimas publicaciones de una industria que ya sólo parece
estar interesada por lo que de espectáculo le queda al libro. Desde el
punto de vista televisivo el gancho está en que esos miles de figurantes
se muevan entre los libros sin tocarlos. Otro tanto sucede en programas
como El faro de Alejandría
de RTVV, o Los libros y Negro sobre blanco de La 2 de RTVE, donde los libros y personajes
que aparecen en los fondos son de mentira, son dibujados en actitud de
seres leyentes. ¿Se imaginan que en alguno de estos programas incluyeran
público o libros de verdad?
En
la tele, los pocos programas de libros que hay, los hacen tipos que han
escrito de todo y leído a todos, de ahí que los minutos de pantalla sean
para ellos mismos, bajo la excusa de presentar a un colega. Además,
quienes critican o criticaron a estos “presentadores” coyunturales,
acaban haciendo actos de contrición en el plató en cuanto tienen una
novedad en el mercado. Es el precio que, sin remilgos, hace pagar a los díscolos
invitados el gran gurú Sánchez Dragó. A esta tensión dramática se ha
de añadir la que genera el que los informativos, al tiempo que reprenden
a sus audiencias por no mejorar los índices de lectura, le alientan el
consumo de más ocio a su vera. Son los ingredientes necesarios para que
las imágenes en los informativos, atiborradas de gente, se conviertan en
un auténtico espectáculo televisivo. Así que a ver la tele, no vayan a
caer en la tentación de leer un libro o estas mismas líneas, aunque si
han llegado hasta aquí…
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