Como cualquier
revista que se precie, la nuestra también tiene su sección dedicada a
las bandas sonoras. Habitualmente correrá a cargo de un nuevo
colaborador, Juan Francisco Álvarez, un mozo con muy buen oído... como
podréis comprobar en cuanto se quite los cascos y atienda las llamadas
telefónicas que le piden, insistentemente, su crónica musical para este
número.
EDWARDS-MANCINI:
UNA PAREJA EXTRAORDINARIA
Por
Juan
Francisco Álvarez
Blake
Edwards puede considerarse el director cinematográfico que formó parte
del mejor binomio compositor-director de la historia del cine. Excelentes
relaciones y colaboraciones entre un compositor y un director ha habido y
hay muchas, pero ninguna ha sido tan fiel, tan prolífica y de tan
extraordinaria calidad, como la que mantuvo Blake Edwards con Enrico
Nicola Mancini.
Dicho de
esta manera, muchos se quedaran diciendo que quién es este señor, aunque
si les decimos que se trata de Henry Mancini es posible que ya no tengan
ninguna duda sobre quien es, y si aún persiste ésta, con decirles que fue
el compositor de piezas tan maravillosas como Desayuno con Diamantes ("Moon
River"), La pantera rosa, Hatari!, Charada, La carrera del
siglo, Darling Lili, Víctor o Victoria, Días de vino y
rosas, Sed de mal, Los girasoles, etc., ya no quedará ninguna duda de quien estamos hablando.
Enrico
Nicola Mancini nació en Cleveland,
Ohio el 16 de Abril de 1924. Hijo de inmigrantes italianos, pronto
iniciaron a su hijo en el camino de la música preocupados por que éste
no pasase las penalidades que ellos si pasaron, y a los ocho años ya
tocaba la flauta en la banda local de Aliquippa en Pensilvania.
Posteriormente ampliaría sus estudios musicales en la Joulliard School of
Music de Nueva York, pero llegó la segunda guerra mundial y tuvo que
servir en el ejercito durante tres años.
A su
vuelta le esperaba un trabajo como arreglista y pianista de la Tex Beneke
Orchestra (orquesta de estilo musical a lo Glenn Miller). En ésta conoció
a su mujer, Ginny, la cantante del grupo. Se casaron años más tarde, en
el 47 y juntos entraron a trabajar como arreglistas en los estudios
Universal. Allí y gracias a antiguos contactos de su mujer, poco a poco
fue pasando a componer sus primeras bandas sonoras para películas de la
serie B y de bajo presupuesto y empezó a codearse con Hans J. Salter,
Herman Stein y Frank Skinner.. Entre sus trabajos más renombrados de
aquella época destacan principalmente sus trabajos para el género fantástico
y de terror La mujer y el
monstruo (1954) y Tarántula (1955). Fue una etapa de su vida
bastante dura, ya que prácticamente hacía de todo en la Universal, con
pocos medios y poco dinero. Pero a la vez fue forjando un Henry Mancini,
cada vez más hábil en la orquestación y en la experimentación musical
en todos sus campos.
Durante estos años (del 1952 al 1958) trabajó en más
de 100 producciones, casi siempre sin acreditar, aunque también tuvo su
primera nominación al oscar en la adaptación musical de Música y lágrimas
y con ello el primer reconocimiento en el anonimato. Mancini demostró su
buen hacer y experiencia en ésta y en otra adaptación musical dedicada a
otro gran director de Big Band blanca,
La historia de Benny Goodman.
Su último año en la Universal le sirvió para realizar una de sus obras
cumbre, Sed de Mal para Orson Welles, una música muy jazzística y
con algo de salsa. Música cálida, con ese saxo provocador, o con una
insinuante percusión que acompaña al tema principal escudada en ese tic-tac
de la bomba de relojería del famosísimo plano-secuencia del inicio de la
película.
Repentinamente
fue despedido de la Universal y Henry Mancini se vio en el paro. Un paro más
bien corto y provechoso. Pues le serviría para conocer al otro
protagonista de este artículo, Blake Edwards. Juntos realizarían las
obras más divertidas y encantadoras de los años sesenta. Su amistad y
relación profesional ha sido tan fiel y fructífera que fue la envidia de
otros compositores y realizadores.
Con este
binomio se inició una nueva visión de la música cinematográfica
completamente diferente a las hasta entonces establecidas. Con la banda
sonora de una película, además de acompañar y dar vida a las películas,
Henry también buscó su comerciabilidad. Y así no dudó en componer
excelentes canciones pegadizas, que fueron números uno de la época y sus
discos se convirtieron en auténticos superventas. Muchas veces tenía concepciones diferentes para
sus bandas sonoras y sus discos de éstas. Por ello fue muy criticado
entre sus colegas de profesión y un gran incomprendido. Creó un estilo
propio, un sello auténtico y original que después difundió por doquier
con su Henry Mancini Orchestra y la Big Band Sound of Henry Mancini. El
sello discográfico RCA fue su buque insignia.
Ello
también le valió sus primeros enemigos y/o detractores, incluso hoy en día,
entre los compositores, directores y hasta en los aficionados, que
encuentran en la música de Mancini, una música vacía de contenido,
facilona y resultona, pero que no cumple con el acometido de acompañamiento
musical, de protagonista sonoro de la historia. Críticas más bien
gratuitas, ya que es fácil reconocer en el trabajo de Mancini su maestría
conceptual, su buen hacer y la perfecta sincronización e implicación de
su música con las imágenes labradas por Blake Edwards.
Pero
volvamos a los hechos. Henry Mancini se encontraba sin trabajo, y ello le
obligó a empezar a trabajar como compositor independiente no adscrito a
ninguno de los grandes estudios. Circunstancia que propició que un joven
y talentoso director le llamase para componer la música de una serie de
televisión para la NBC llamada Peter Gunn. Henry Mancini dotó a la serie
de una atmósfera jazzística inigualable que acompañó al detective
privado Peter Gunn en más de 140 episodios. Su tema principal es
actualmente muy conocido y ha experimentado numerosísimas versiones. Pero
en la época fue un autentico bombazo y nunca un tema musical de una serie
de televisión había experimentado tal aceptación hasta la fecha. La
gente empezó a familiarizarse con el jazz en la televisión y empezó a
demandar más.
Después
de esta primera colaboración llegó una segunda serie de televisión, Mr.
Lucky, ésta para la CBS, y aunque no tuvo el éxito arrollador de la
primera, tan solo se realizaron 34 episodios, también contaba con un
pegadizo tema principal, menos jazzístico y más psicodélico, que
actualmente se puede escuchar en Crónicas Marcianas ante la aparición
del presentador Boris. Esta banda sonora posee un toque más místico y
gracioso que la anterior y suponía un pequeño adelanto del Mancini que
todos conocemos.
Antes de
llegar el gran éxito que fue para director y compositor: Desayuno con
diamantes, realizaron juntos Operación Pacífico (1959) y High Time (1960)
, que erróneamente se considera como la primera película de ambos, pero
increíblemente ya habían trabajado juntos en la etapa de la Universal,
con el título El temible Mr. Cory, un film menor con un temible Tony
Curtis metido a conquistador: ¿les suena?
En High
Time ya se respira ese aire burlón y gracioso en cada nota de la música
de Henry Mancini. Bing Crosby interpreta a Harvey Howard, un viudo de 51 años
que un día decide dejar de vender hamburguesas e irse a la Universidad a
estudiar una carrera. La comicidad está servida y Blake Edwards va
sometiendo al protagonista en escenas cada vez más comprometidas. Henry
tampoco tuvo piedad del personaje y con su sello particular dotó a la
imagen de la salsa y gracia que exigía, siguiendo eso si, con una
partitura totalmente jazzística.
Por fin,
en 1961, llega el reconocimiento para ambos en la gran obra maestra que es
Desayuno con diamantes. Mancini desarrolló una trepidante composición,
con mucho ritmo, con mucha vitalidad, con una canción melancólica y
conmovedora (“Moon River”), con música que ambientaba las
extravagantes fiestas de Audrey Hepburn, Holly, o cada pasaje irónico y
conmovedor de la película. Mambos, cha-cha-chas, jazz, etc., completan
esta banda sonora que le reportó los dos primeros oscars (banda sonora y
canción) a Henry Mancini. Si bien, la lenta y triste melodía de "Moon
River" acompaña a una frágil Audrey Hepburn en su deambular por la quinta
avenida, en su deambular por la vida, los mambos y cha-cha-chas dan vida a
la Holly más divertida y festiva. "Moon River" se convirtió en un gran
éxito de ventas de la música americana y Henry Mancini aprovechó el tirón
para sacar un montón de LPs con música inspirada en la película.
Al año
siguiente, Blake Edwards realizó dos películas más serias y Henry
Mancini cambió su registro festivo y dulzón por misterioso y amargo. Así,
las notas disonantes y desgarradoras, los ritmos más pausados y etéreos acompañan
a Chantaje contra una mujer y Días de vino y rosas. Si en la primera el
suspense y miedo están presentes en sus notas, en la segunda la melancolía
y la desesperación son sus bazas más fuertes. Y efectivamente el jazz
está detrás de todo esto, frío y desordenado o desolado y cálido según
ambas propuestas. De nuevo la fortuna le sonrió y consiguió un nuevo
oscar por la canción de Días de vino y rosas.
Pero
Henry también realizó otros trabajos durante estos años en su línea más
cómica: Soltero en el paraíso y ¡Hatari! (con su célebre
"Baby Elephant's
Walk") . Éstos le servirían para no perder el norte de cara a otro de sus
más aclamados trabajos con Blake Edwards, La pantera rosa. Tal vez su
composición más conocida, ya que no solo acompañó a unas cuantas
secuelas de la película sino también a la serie televisiva. El tema
principal arranca poco a poco con un aire humorístico y socarrón que
caracterizan al Inspector Clousseau y que acaba manifestando notas de jazz,
ese jazz que Mancini lleva dentro. Este tema no es el único presente en
la banda sonora, aunque si el más conocido,
y así de nuevo mambos, cha-cha-chas, parodias de otras estilos
musicales... completan el universo sonoro de ésta. En todas las
secuelas posteriores, aparecerá de nuevo el tema principal, variaciones
de éste, nuevos temas y canciones, nuevas parodias de diferentes estilos
musicales según las ocasiones y un largo etc de música festiva, grotesca
y divertida que irá menguando en calidad a cuantas más secuelas y abusos
del tema musical se realicen, aunque en otros casos creará nuevos y
variados temas para la ocasión: El nuevo caso del inspector Clouseau, El
regreso de la Pantera Rosa, La Pantera Rosa ataca de nuevo, La venganza de
la Pantera Rosa, y La maldición
de la Pantera Rosa.
Mientras
van realizando todas estas secuelas, tendrán tiempo de hacer juntos otras
películas con temáticas diferentes. En La carrera del siglo compone una
amplia muestra de marchas, un bello tema de amor y unos cuantos temas irónicos
que junto con el elenco de protagonistas de la película, hace que música
y film tengan un sonado éxito. Sin embargo para otra película de gran éxito
como es El guateque, no se le valoró suficientemente su trabajo y pasó
con más pena que gloria, a pesar de que es un trabajo notable que si bien
tiene menos melodía que otros trabajos anteriores, si que acompaña a
cada personaje y situación de la película creando un ambiente propicio,
y si bien su escucha aislada puede no decirnos nada, la película no sería
nada sin esta música. Otros trabajos que tuvieron una valoración menor
fueron ¿Qué hiciste en la guerra, papi?, Gunn y Darlin Lili, un musical
que fracasó ante el público, pero que después de los años mejora en
calidad como los buenos vinos de mesa, y que permite apreciar a una
prodigiosa Julie Andrews cantando hermosísimas canciones como
"Whistling
away the dark" o "The girl in no man’s land". Sin embargo esta recta final
de la década de los 60, la década de Henry Mancini (ya que se impuso su
estilo, su genio, sus canciones y discos), no estaría sólo marcada por
pequeños fracasos, sino que también realizó exitosas composiciones para
Stanley Donen, y si no, ¿quién no recuerda sus hermosas composiciones
para Charada, Arabesco o Dos en la carretera? Cuentan con preciosas melodías,
grandes temas de amor, etc. y esta última es a la postre la composición
favorita del maestro.
Blake
Edwards realizó un pequeño paréntesis en su relación profesional con
Henry Mancini durante los 70, a excepción de las secuelas de La pantera
Rosa ya comentadas, y buscó en otros renombrados compositores aquello que
solo Henry le había dado. Así en Dos hombres contra el Oeste contó con
un más que correcto Jerry Goldsmith, en Diagnóstico: asesinato con Roy
Budd, y para La semilla del Tamarindo con un John Barry en horas bajas.
Mientras
tanto, Henry Mancini aprovechó este paréntesis de los setenta para
cambiar y dar variedad a su estilo, creando obras de notable factura: Odio
en las entrañas (esta magistral partitura con aire sinfónico y toques
folk irlandeses es una de sus obras más valoradas),
Los Girasoles de Vittorio de Sica (excelente ambientación rusa y
hermoso tema de amor), El documental sobre los Juegos Olímpicos de Munich
Visions of Eight, El carnaval de las águilas, Los
Hawaianos,
Oklahoma año 10, El zoo de cristal, Harry e hijo, Casta
Invencible, Alas
en la noche, etc. Incluso el gran Alfred Hitchcock osó despreciar su
partitura para Frenesí, por considerarla demasiado “herrmaniana”.
En 1979
se reencuentran compositor y director en la exitosa 10, la mujer
perfecta, que supuso un nuevo reconocimiento de público para ambos, a
pesar de que Mancini cedió a la incorporación del "Bolero" de Ravel en la
banda sonora de la película, donde éste tiene un protagonismo importante
frente a la casi ausente partitura original de Mancini. Sin embargo el éxito
de la película permitirá que ambos caminen nuevamente juntos hasta el
final de los días de Henry.
Estamos
ya en los ochenta y después de S.O.B. (Sois honrados bandidos),
vendría otra de las obras cumbre de ambos, Victor o Victoria, que a
Mancini le reportó su cuarto y definitivo oscar de la academia por la
adaptación de este sensacional musical, repleto de inspiradísimas
canciones y también soberbias composiciones incidentales que nos muestran
el Mancini más maduro. Una música con frescura, descaro , inspirada y
que acopla como anillo al dedo a este maravilloso film en el que vemos de
nuevo a la extraordinaria mujer del director dejándose la piel en cada
canción. Destacables cómo no, son el dueto "You and me" con Robert Preston
y las conocidísimas "The shady dame from Seville" y "Crazy
World".
Después
vendría una serie de trabajos menores: Mis problemas con las mujeres, El
gran enredo, ¡Así es la vida!, Cita a ciegas, Asesinato en Beverly Hills,
Una rubia muy dudosa, la serie de TV Julie. También aprovechó en 1989
para publicar su autobiografía: “Did they Mention the Music?”
Para
otros directores realizó obras remarcables en esta época: las sintonias
de conocidas series televisivas: El pajaro espino, Remington Steele, Hotel
o las bandas sonoras de films como: Fuerza Vital, Santa Claus, Basil, el ratón superdetective, Sin
pistas,
o Tom y Jerry en 1992.
Y
finalmente su última obra juntos: El hijo de la pantera rosa, un intento
fallido de recuperar ambos la confianza perdida y que demostró que Henry
Mancini, aún a las postrimerías de su vida, no le faltaba talento e
ingenio para crear una buena despedida. Fueron más de treinta películas
juntos, unas con más éxito y gloria que otras, pero que forjaron una
relación que fue más allá de la estrictamente profesional. No en vano,
Blake Edwards y Julie Andrews declararon al conocer la noticia del
fallecimiento de Henry Mancini: “El mundo ha perdido un enorme talento.
Nosotros hemos perdido a nuestro amigo más querido”
Henry
Mancini falleció el 14 de junio de 1994 en su casa de Badora Drive a
causa de un cáncer de páncreas. Meses antes, en su 70 cumpleaños, varios
de sus amigos (Quincy Jones, John Williams, Lucciano Pavarotti, Dudley
Moore, etc.) le dieron un sentido homenaje. Algunos de los actuales pesos
pesados en la composicón de música cinematográfica, aprendieron bajo
sus órdenes: John Williams (pianista en Peter Gunn), John Scott, etc. En
su haber, además de las cuatro estatuillas de la academia ya mencionadas
de un total de 18 nominaciones, también tiene 20 Grammies, 7 globos de
oro, el premio de la Sociedad para la Preservación de la Música de Cine
en 1992 y numerosos premios de otras entidades.
Su música
perdurará para siempre. Como él deciá, “Mi música tiene dos caras.
Tiene melodía y tiene humor”. Y es que Henry siempre apostó por la
felicidad en sus notas. Notas que salen del corazón, manifestando los
sentimientos más directos, desde la ternura y el amor, hasta la frustración
y la desesperación. Mancini ha sido, es y será uno de los más grandes
compositores melódicos que nos ha dado el cine. Sus partiturtas, llenas
de melancolía, comicidad, y humildad, perdurarán a lo largo de todos los
tiempos. Mancini debe
escribirse con letras grandes en la historia del cine.
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