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LOS LARGOS TENTÁCULOS DEL CAPITALISMOPor Marcial Moeno
Desde
este punto de vista, una de las constantes temáticas de su obra es el análisis
y crítica del nuevo capitalismo chino, análisis que traspasa las fronteras de
su país y alcanza una reflexión global sobre el modo de vivir y valorar de la
sociedad capitalista en su conjunto. En ocasiones este tema ha estado revestido
de un tratamiento metafórico, sobre todo en películas primerizas como Semilla
de crisantemo o La linterna roja,
y a medida que su fama de cineasta ha ido creciendo, se ha permitido hablar más
a las claras sobre él. El
tratamiento que podemos descubrir es doble: En sus primeras aproximaciones
adopta una óptica descriptiva, quedando la valoración en un segundo plano, si
bien la no neutralidad de la descripción implica, sin duda, una valoración muy
precisa de lo descrito. Keep cool sería el paradigma de este enfoque. Con un estilo abrupto
y desasosegante consigue transmitir la mezcla de caos, violencia, tensión y
arbitrariedad que constituye la estructura de la nueva sociedad china. El
resultado de la película puede ser discutible, pero la sensación final que
produce está, en este campo, más que lograda.
Pero
es en Ni uno de menos donde esta
oposición se plasma con su mayor crudeza. Bajo la tapadera de la educación,
todo en esta película es dinero. La joven maestra acepta el cargo por dinero, y
lo negocia duramente, se preocupa por las tizas por dinero, y protege a sus
alumnos por dinero. No importa ir a trabajar con críos de pocos años si con
ello se consigue el dinero que permita recuperar al alumno extraviado y
conseguir de esa manera el sueldo prometido (no es otra la intención que la
mueve; la atleta no le preocupa porque no afectará a sus ingresos), y si algo
sobra se invierte en Coca cola. No
sólo la joven protagonista se rige por el interés estrictamente monetario. Los
personajes que pueblan la ciudad (muy cercana a la vorágine ya descrita en películas
anteriores) poseen los mismos patrones de conducta: los propietarios del bar
donde es acogido el muchacho (por supuesto a cambio de su trabajo) o la papelería
no muestran atisbo alguno de solidaridad, y la televisión es una mezcla del
desprecio inicial y el aprovechamiento interesado con el que se resuelve la
historia. Todo ello puede quedar resumido en la breve e impactante escena en la
que la joven maestra es expulsada del autobús por no tener suficiente dinero
para el viaje. El
final de la película está cargado de ironía. El triunfo de la vaciedad
televisiva conlleva la recuperación del muchacho y con él del salario
prometido, al tiempo que sugiere una ficticia recuperación de la escuela rural,
ejemplificado en las tizas de colores. Pero implica la segura muerte de todas
las demás escuelas, aquellas que no tuvieron la suerte de que las cámaras se
fijaran en ellas. En El camino a casa
tenemos cumplida información del destino final de esas escuelas. Crítica feroz a un capitalismo alejado de todo lo que signifique solidaridad o reconocimiento a valores no mediatizados por el egoísmo consumista. Crítica también a un modo de vida que, lejos de construir un hombre nuevo, ha ahondado en las bases de la degradación moral de toda una sociedad. Y crítica, en fin, a una sociedad occidental que fomenta y utiliza los nuevos mercados que le ofrecen en bandeja las confusas y degradadas nuevas generaciones orientales.
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