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LA MUJER EN EL CINE DE ZHANG YIMOUPor Mr. Arkadin
El rojo pasión elegido como color dominante de sus películas es mucho más que una intromisión de la estética en la temática (sería, en tal caso, su adaptación). Color que expresa el amor y la fuerza, el calor y el camino arrollador de la propia vida. Las mujeres de Z. Y. son ante todo seres destinados a amar y a sufrir, pero sobre todo dispuestas a llevar a cabo su “obra”. Es admirable el comportamiento de la protagonista (como en casi toda su obra la excepcional Gong Li, G. L.) de La linterna roja, la mujer “encerrada” dispuesta a luchar por su libertad, por mostrar a los otros que existe. O el de Qui Yu marchando de sitio en sitio tratando de conseguir que se haga justicia con su marido. El hombre es en Yimou un ser débil, que necesita sentirse dominador para creerse alguien. O, en muchos casos, un ente pasivo. La mujer es el ser reflexivo que padece, espera, sufre, ama y busca un sentido a la vida. Al contemplar a Qui Yu buscando en la ciudad la “justicia” para su marido no dudaremos que la protagonista –una profesora casi niña de 13 años- de Ni uno menos es ella misma o su alma gemela. Ambas van a la ciudad desconocida para llevar a cabo una misión. Desconocen todo, pero buscan (luchan por) algo. Son almas pueblerinas perdidas en la gran ciudad, pero poco importa eso ante su enorme tenacidad. Capaces de ir de un sitio a otro o de permanecer, incansablemente, estáticas esperando a alguien que ni siquiera conocen.
Pasado doloroso y tan cruel como el presente, pero, con todo queda la esperanza. Lo más importante, como enuncia el título de uno de sus filmes, es Vivir, valorar el momento, el sentido y la lucha por seguir adelante en busca de la libertad. Mujeres duras, sufrientes, incapaces de volverse a atrás, sabedoras de su poder, resueltas, buscando aquello que se le ha quitado o de lo que carecen. Hay que admirar la tenacidad, algunos lo han confundido con sometimiento, de Z. Z. en ese recorrido por toda una vida en su último filme, que le lleva a cumplir un último deseo la vuelta (el Camino) a casa. La musa de Z. Y., o de Y. Z., Gong Li, fue su compañera durante años. A ella, como Richard Quine a Kim Novak o Godard a Anna Karina, rindió tributo amoroso en sus películas. La “vio” con el amor que sentía. Curiosamente su separación se va a producir –última colaboración por el momento- en La Joya de Shangai. Joya es G. L. Y ella al final, muere mientras que otra sustituta, otra Joya, se apresta a sustituirla. Una película, esa, que muestra, entre otras cosas, la fascinación de un chico por Joya, el símbolo y esencia, para él, de la mujer. En la vida de Z. Y., la actriz desaparece a partir de ese filme. ¿Quién es el responsable de la separación? Es lo de menos. Lo realmente importante es, y su siguiente película así lo certifica, Mantén la calma. No parece casual que la historia narrada en esa película hable de un hombre que ha perdido a la mujer (ahora convertida en estúpida, quizás por su actitud) que ama. Ella ha decidido marcharse con un mafioso (¿vuelta de tuerca a La Joya de Shangai?). Algo incomprensible para el protagonista nervioso, inquieto de ese filme, donde el propio Yimou (curioso, curioso) interpreta un pequeño papel. Un adolescente quiso salvar a Joya (en un ayer no demasiado lejano) de un poderoso delincuente, pero esa Joya desapareció para dar paso en un filme que se desarrolla en el hoy a una chica (evidentemente no interpretada por G. L.) desenvuelta, sexy y quizás irreflexiva. Mantén la calma es la probable actitud reflexiva de un iracundo, frustrado, herido personaje que espera la llegada de un ángel en forma de una nueva (y “divina”) mujer. Yimou no tuvo que esperar mucho tiempo para hacer realidad el nuevo “encuentro” Bastó con enfrentarse al proceso de comprensión y serenidad que supuso Ni uno menos. Había que entender, admitir y comprender la existencia, aunque cueste o parezca no entenderse nada de lo que ocurre. Con el Camino a casa conocerá a su nueva musa, Z. Z., a la que dedicará el emotivo y bello poema amoroso que es todo el filme. Se trata de su última obra por el momento. En ella, Z. Z. reproduce su imagen en el espejo de la pantalla. Una imagen casi clónica de la G. L. de los filmes anteriores (casi todos los realizados hasta el momento) de Yimou.
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