|
Sobre
el hilo argumental que propicia la magistral novela de Eça de Queiroz, se
ha construido la trama de esta película, que, a partir del relato
literario, quiere reflejar algunas de las realidades de la sociedad
mexicana actual. La novela del escritor portugués, inscrita en los cánones
narrativos del naturalismo, analiza con minuciosidad de entomólogo las
miserias cotidianas de una pequeña ciudad de provincias en el Portugal
decimonónico, retratando con mirada despiadada los cenáculos de las
beatas, sus chismorreos de bienpensantes y su pacata existencia, férreamente
controlada por el clero local, sometido, por su parte, a apetitos y
ambiciones de muy diversa índole.
Envuelta
en ese marco, la peripecia central desarrolla la relación pasional
surgida entre el joven párroco Amaro Vieira, recién llegado a la ciudad,
y Amelia, la piadosa muchacha crecida y educada a la sombra del círculo
de mojigatas. La novela evidencia sin concesiones la utilización de la
joven por parte del clérigo, la seducción calculada que ejerce sobre
ella y el cruel abandono al que la somete una vez que el, por otra parte
previsible, embarazo pone en peligro su reputación y de resultas las
ambiciones que lo guían en su lucha por el ascenso dentro de la jerarquía
eclesiástica.
Por
lo que se refiere a la película, la transposición de esa trama
argumental al marco de la actual sociedad mexicana ha impuesto una serie
de cambios que han permitido integrar en el curso del relato cinematográfico
problemas tales como el del narcotráfico y su consiguiente blanqueo de
dinero, el de la corrupción de los políticos, el del clero arrimado a
los poderosos y el de aquel otro comprometido con los que poco o nada
tienen. Aunque la historia entre el padre Amaro y la joven Amelia se
mantiene como eje central de la trama, los mencionados temas funcionan
como ingredientes bien distribuidos a lo largo del tiempo fílmico,
propiciando la denuncia principal que se desprende de la película: la
Iglesia como institución está fatalmente condicionada por la necesidad
de mantener el poder inherente a su propia esencia. Una circunstancia que
impediría a sus ministros cualquier actitud rupturista que pretenda
renovarla y recuperar el espíritu originario de la moral cristiana. De ahí
que todos aquellos que osen enfrentarse al sistema sean apartados de la
comunidad sin concesiones. Los demás, como el propio padre Amaro, optarían
por transigir, mirar para otro lado o traicionar sus sentimientos más
profundos en aras de los privilegios que proporciona la autoridad moral y
social de la que cada ministro eclesiástico, por el hecho de serlo, goza.
Sobre
tales presupuestos la película va dibujando el relato a base de
pinceladas que dejan constancia de las pautas que mueven la religiosidad
popular mexicana, su docilidad y su conformismo, frente a los cuales poco
pueden hacer aquellos que luchan por imponer una corriente de pensamiento
racionalista y crítico del poder y sus abusos. Sin embargo, no consigue
definir de forma convincente la psicología de los personajes. Lejos de la
hondura y sutileza del texto literario, el filme apenas logra esbozar
superficialmente los rasgos caracteriales de la pareja protagonista y, por
extensión, de los restantes personajes.
Por
lo demás, la expresión cinematográfica resulta pobre y un tanto
convencional al ejercitarse sobre un cierto abuso de los planos cortos que
alternan con el juego de frecuentes cambios de enfoque en la fotografía.
Con todo, el tema es lo suficientemente escabroso y sórdido como para
suscitar la polémica y atraer al público a las taquillas. Y más, en un
país como México, donde todavía hoy existen amplios sectores de la
sociedad cuyo fuerte puritanismo rayaría en lo decimonónico.
Antonia
del Rey Reguillo
|
EL CRIMEN DEL
PADRE AMARO
Título
Original:
El crimen del padre Amaro
País y Año:
México, 2002
Género:
DRAMA
Dirección:
Carlos Carrera
Guión:
Vicente Leñero
Producción:
Alameda Films, Wanda Films
Fotografía:
Guillermo Granillo
Música:
Rosino Serrano
Montaje:
Óscar Figueroa
Intérpretes:
Carmen Beato, Sancho Gracia, Ana Claudia Talancón, Gael García Bernal
Distribuidora:
Columbia-Tristar Pictures
Calificación:
No recomendado menores de 13 años
|