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EL DOCTOR JONES, SUPONGO
Por Patricio Ruiz
Se
abre el telón y aparece un hércules golpeando un gong. Cualquier aficionado
con años se sitúa en los años 40,una productora inglesa The Rank Organisation
abría sus películas de aventuras con este logotipo. Aparecen multitud de
coristas miméticas con geométricas coreografías ¿Great
Zigfield, Busby Berkeley? La protagonista, ¿Vampiresas...?,
dice mirando al espectador: todo puede ocurrir. Se retiran las coristas y
enlazan con la aparicion de Harrison Ford con un smoking
Rick Bogart y los malos: Fu-man-chú (vuelvo a apelar a los aficionados añosos)
el prototipo del oriental taimado y malvado; con él el mundo de los tongs: miríadas
de orientales enloquecidos con armamento exótico persiguiendo al protagonista.
Se suceden escenas de screwball, de slapstick
y la huída de un club que se llama "Obi Wan" (Kenobi por supuesto).
Enlaza
con el cine de los años 30, el mundo de los gangs: ominosos automoviles negros
con gangsters armados con metralletas en los estribos disparando cargadores sin
fin. Los fugitivos, indemnes en la mejor tradición a pesar de los numerosos
disparos, acceden a un avión que recuerda al de Casablanca.
Harrison Ford se quita el smoking y
empieza Indiana Jones y el Templo Maldito.
Spielberg
nos ha expuesto sus filias cinéfilas. A partir de ahí, su maniqueismo ético,
religioso y político, envuelto en celofán, en forma de modernas parábolas.
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