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Como
cada Navidad, la factoría de Walt Disney nos presenta su nuevo desafío
en el campo de la animación. Este año, además, la apuesta ha sido
arriesgada, porque comenzó con el estreno en salas comerciales de Fantasía
2000, que había tenido una recepción impresionante en cines Imax, y
ha continuado con un film muy poco en la línea de la factoría: este Dinosaurio,
cuyo argumento parece un cruce poco disimulado de En busca del valle
encantado, Tarzan y El príncipe de Egipto.
Pero
vayamos por partes. Lo primero que sorprende es el nombre de Walon Green
(antiguo guionista del Grupo salvaje de Peckinpah) en los créditos.
La razón obedece a que en sus orígenes Dinosaurio era una película
mucho más violenta, mucho más documental y, sobre todo, sin diálogos
entre los “entrañables” animalitos. Era una feroz apuesta en la que
habían confiado tanto Green como el especialista en efectos especiales
Phil Tippett y el director Paul Verhoeven. Pero la Disney se asustó, acabó
dando carpetazo al asunto y, ahora, años después, al recuperarlo, los
dinosaurios han sido convenientemente adaptados a la “fisonomía” de
la casa.
Nada
que objetar por este cambio, si no fuera porque en el camino se ha perdido
un experimento narrativo curioso y, en cambio, se ha quedado en el film
parte de la ferocidad y la dureza originales. ¿Resultado? Este no es un
film para niños, ni muchísimo menos. Sobre todo por su crueldad... a no
ser que pensemos en esa generación de niños “educados” bajo el
padrinazgo de Pokemon y otros dibujos orientales.
Por
otro lado, la vieja rencilla (vieja no por los años, sino porque se
repite temporada tras temporada) entre el exdirector de Disney, Jeffrey
Katzenberg, y sus exsocios, se plasma en ese indisumulado plagio de El
príncipe de Egipto (la primera gran producción animada de Katzenberg
con su nueva empresa, Dreamworks): el dinosaurio, cual emisario de Dios,
está llamado a conducir a su pueblo a la salvación, por un camino que no
es el marcado, tras la plaga correspondiente (en forma de meteoritos) y
tras haber cruzado el desierto. ¿Que además os recuerda algunos pasajes
de la Biblia? Tanquilos, suele suceder con Disney (de hecho, debió ser su
libro de cabecera).
Queda,
eso sí, un impecable trabajo de animación, una apabullante banda sonora
de James Newton Howard (un compositor cada vez más dotado, sobre todo
desde que ha abandonado sus ñoñas melodías sentimentales y se ha
adentrado en la amplia orquestación) y, por encima de todo, un prólogo
que es un prodigio narrativo.
Sabín
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Dinosaur
Nacionalidad:
EEUU, 2000.
Dirección: Ralph Zondag y Eric Leighton.
Producción:
Walt
Disney Pictures.
Guión:
John
Harrison y Robert Nelson Jacobs, basado en un guión original de Walon
Green.
Música:
James Newton Howard.
Intérpretes:
personajes
diseñados por ordenador.
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