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Filmografía
George Sidney
Sidney y el musical
Magnolia
Levando anclas
Scaramouche

LEVANDO ANCLAS,

LEGANDO DANZAS

Por Israel L. Pérez

La película cuenta con la presencia del español José Iturbi dirigiendo la orquestaTras la imagen del león, ”la voz”. “Cantando”,  Frank Sinatra. Se funden las músicas y vemos a Kathryn Grayson “amando”. Cambiamos de tema, para ver “bailando” a Gene Kelly.  “Y…” con redoble de tambor y uno platillos en pantalla “la música de …”, José Iturbi dirigiendo a la Marina. De esta forma tan sencilla es presentada la película de George Sidney en su trailer original  (accesible gracias a las nuevas tecnologías) condensando con precisión la esencia del filme.

Dos instituciones se alternan en importancia en el transcurso de la película: Hollywood y la Marina de los Estados Unidos. La primera por ser la creadora, la segunda, tiene su explicación, estamos en 1944-45, no hace falta decir más. Se abre el filme en la cubierta de un barco  de la Marina, la banda toca su tema “Anchors aweigh” (que da titulo a la cinta), infiltrándosele el elemento hollywoodiense de realizar coreografías del musical, y estar bajo las órdenes de José Iturbi. Llegado el final la situación queda de esta guisa: toda la banda se encuentra en un auditorio de la ciudad fabricante de sueños, es decir, el desarrollo de la historia ha llevado a todos hasta Hollywood, y aunque se diga que ha sido “todo gracias a la Marina”, es la institución cinematográfica la que prevalece. Incluso en el trailer, las imágenes del estamento militar son solapadas por las siglas de la MGM. Pero no solamente se percibe este cambio, también los personajes sufren transformaciones considerables. Joseph “Joe” Brady (Gene Kelly) es un descarado, un caradura mujeriego que ansía su permiso para ver a una supuestamente peligrosa Lola Laverne –invisible para nosotros, nunca aparece-; y acaba perdidamente enamorado. Mientras que el infantil Clarence “Brooklyn” Doolitle (Frank Sinatra), pierde su inocencia –gracias a los enredos de Joe- hasta tal punto de mantener prácticamente dos relaciones al mismo tiempo.

Hollywood y la Marina se dan la mano en este musical de la época dorada de Hollywood.En medio de estos cambios, tres son las constantes personificadas que provocan tanto cambio. El amor viene de la mano de Susan Abbott (Kathryn Grayson) dispuesta a enamorar(se) a toda costa para así darle un padre al sobrino que está a su amparo, que el marinero que busca su seducción siente la cabeza dejando de tener una novia en cada puerto y forme una familia. Un amor que todo lo envuelve, que se encuentra en todos los ámbitos. Susan refiere también a los Estados Unidos como la tierra de las oportunidades, del éxito, ya no solo en el amor, sino también en el ámbito profesional, al poder alcanzar al final las metas propuestas.

El niño es utilizado como elemento patriótico por excelencia, hijo de marine fallecido, representa al futuro de la nación, cuyo máximo sueño es enrolarse en la Marina. Y aunque desaparece durante un buen rato de la narración, al fin logra su propósito y acaba sentado junto al Capitán, no sin antes haber recibido importante lecciones como la de que para alistarse “en la armada ha de saberse leer y escribir” por ello se aplica en los estudios; propaganda característica de un contexto sociopolítico beligerante.

El tercer sujeto es el español José Iturbi, haciendo de si mismo, dándole esa relevancia  realista a la entidad hollywoodiense, representándola fuera de sus dominios, es decir mas allá de las paredes que delimitan los estudios, allí adonde no puede mostrar su artefacto y tiene que respetar la ficción dejando que se desarrolle. Es en esos lugares en los que nuestro compatriota representa a Hollywood.

Casualidades de la vida hacen que José Iturbi  fuera valenciano y que George Sidney falleciera hace un mes escaso, justo antes de viajar a esta tierra donde iba a ser homenajeado en el Festival Cinema Jove. Un director capaz de recordar a España en una comedia musical de tintes tan patriótica. Una ensoñación, la del esperado baile del cortejo, nos es representada a golpe de pasodoble español; desde planos picados –punto de vista de la amada en el balcón- vemos al bandolero Kelly pantalón negro y camisa amarilla bailando sobre un suelo rojo, seduciendo con su danza, hipnotizando con los colores de la bandera. Genuino George Sidney que revitaliza el género musical con Levando anclas, aunque se diga de ella que tiene escenas que funcionan independientes, la verdad es que todo el metraje conforma un perfecto mosaico. Obtuvo cinco nominaciones a los Oscar: fotografía, canción, actor principal (primera vez que nominaron a Gene Kelly), película y el único conseguido, el de mejor adaptación musical, para George E. Stoll (Oscar que compró el Septiembre pasado Kevin Spacey en una subasta).

La última edición discográfica aparecida de su banda sonora lo es en compañía de "Un día en Nueva York".Un George Sidney que reelabora y renueva el musical. Hace que los soldados de la Marina se comporten como las chicas de Busby Berkeley para formar figuras geométricas, y consigue sus caleidoscópicos efectos coreografiando a un grupo de pianos. Colma la película de ideas visuales: realiza un plano contrapicados de las manos de Iturbi a través de las teclas transparentes de un piano; ganando calidad en la medida en que no se trata simplemente de elementos estéticos, ya que consigue integrarlos en la narración. En la citada ensoñación, para entrar en ella, un contraplano de una mirada perdida sirve para trasladarnos al imaginario del personaje, mientras que para regresar, el seguimiento de una rosa lanzada desde el balcón por la enamorada del sueño, nos traslada sutilmente a los recién declarados de la realidad. O cómo nos permitiría saber por qué Sinatra –película con la que adquirió gran relieve- canta entristecido sin haber visto nada de lo anterior, simplemente porque tras él (a su izquierda), asistimos a la proyección de la sombra de Kelly y Grayson bailando, y al otro lado las siluetas de la banda que toca en le local; un constante juego del punto de vista espectatorial, que en un principio cree que la canción es interiorizada, para ver que luego va con la música de la diégesis, y confirmarlo con la camarera que puede oírlo.

Y aunque el legado de George Sidney es mucho mayor, esta película será recordada por un baile muy especial, el que realiza ese animal de la danza que es Gene Kelly, con otro animal, pero este de dibujos animados, el ratón Jerry (que años más tarde nadaría junto a Ester Williams). Está fue la primera vez que podíamos ver juntos en la pantalla a seres humanos y personajes de animación, y se eligió a Jerry gracias al tio Walt que se negó a prestar los servicios de Mickey o Donald. Un trabajo laborioso por parte de todos que hubo que retocar después de dado por hecho, pues la sombra de Jerry no apaecía por ningún sitio. Pero como cabía esperar, no solo era exhibición técnica, no hay que olvidar como se llega a ese baile: Kelly comienza a contar un cuento a un grupo de niños, la cámara se aproxima al protagonista, la frente se le hace transparente y lo narrado se va materializando en la mente-frente del niño, hasta que el tamaño del cuadro se funde con la imaginación y comienza el relato. Maravillosa introducción para no menos maravilloso baile. Señor Sidney, allá donde esté, déjelos que bailen y siga rodando.

 

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