Aureolada
por haberse convertido en un bombazo de taquilla en su país de
procedencia, nos llega esta simpática película que, por digesta, será
también una cinta muy visitada por los espectadores españoles. Una
continuación mas de la línea social del cine británico vista con su
peculiar sentido del humor y que ha producido casi siempre películas
menores pero muy dignas alternando con algunas otras obras mayores. Quiere
ser una especie de nueva entrega al estilo de “Full
monty”, un filme sobre valorado pero que tiene más fuerza que ésta
que comentamos. Si en Full Monty
la baza que se jugaba para describirrnos la problemática de la situación
social en la época de la Sra. Thatcer eran las situaciones cómicas de
unos obreros en paro inexpertos haciendo “striptease”,
aquí va a ser los elementos melodramáticos de un niño que tiene que
ocultar su vocación de bailarín en medio de una situación familiar
hostil y de una ciudad minera sumida en una huelga heroica –allá en los
años ochenta- a punto de ser reventada por los esquiroles.
Billy Elliot es un
niño de doce años, cuyo padre viudo y su hermano está realizando una
dura y larga huelga de mineros reprimida ferozmente por la policía. Un día
mientras está ejecutando su clase de boxeo, coincide en el mismo gimnasio
con las alumnas de ballet. Allí descubre su verdadera vocación: bailar.
La profesora ve en el niño una verdadera promesa de la danza y le da
clases particulares. Pero tiene
que ocultar su afición ante los prejuicios sexistas de los demás.
Sentimentalismo,
cine social y música y balie son los elementos con los que juega la película.
Melodramáticamente la película no llega a funcionar del todo por cuanto
se queda a mitad de su planteamiento debido a lo difícil que es saber en
este tipo de género cual es la dosificación exacta. Incluso la exposición
de la diversidad y la identidad sexual o el del despertar sexual de los
preadolescentes no llega a desarrollarse del todo, y no parece llagar prácticamente
a ninguna conclusión: su relación con el amiguito homosexual no pasa de
ser una anécdota y la presencia de éste al final de la película causa
cierto sonrojo.
La documentalidad
social del filme es bastante tópica, se ha visto ya en muchas otras películas
y en algunos momentos la puesta en escena llega a ser desajustada (la
secuencia del padre que decide unirse a los esquiroles) o inverosímil e
hiperbólica la persecución del hermano, atravesando casas sin ton ni
son). La descripción de los disturbios sociales pasa en el filme siempre
a un segundo plano, como cortina de fondo y como medio de contraste del
otro mundo en el que quiere vivir el niño.
Pero
es sobre todo donde el filme destaca enormemente cuando se centra en la
vocación bailarina del niño: la película se llena de ritmo, de vida y
alegría de modo que el espectador pide mucho más.
Billy Elliot podía haber sido una gran filme musical: tiene además
en sus números musicales un endiablado sentido del ritmo, con un diseño
de baile totalmente renovador, ejecutado por el arte y el encanto de su
protagonista. José
Luis Barrera
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Billy
Elliot
Nacionalidad:
Reino Unido, 1999
Director:
Stephen Daldry Intérpretes:
Jamie Bell, Julie Walters, Jamie Driven, Gary Lewis.
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