Resulta
curioso constatar como a veces los discursos más conservadores son
vehiculados a través de las formas más (aparentemente) innovadoras y
atrevidas. En el cine fue el caso, por ejemplo, de Traffic
(2000), y vuelve a ser el caso de la película que nos ocupa ahora. Pero
vayamos por partes. Para empezar, la construcción dramática del filmee
está basada en la inversión del orden lógico de las secuencias (al
estilo de Memento (2000)), por
lo cual haré uso de los clásicos términos de Bordwell de historia
y argumento, referidos, respectivamente, a aquello que se está
contando (explícitamente e implícitamente) y a cómo se está contando
(partes escogidas y manera de presentarlas/ordenarlas); de este modo será
más sencillo guiarse por el discurso de la obra.
La
historia de Irreversible se
plantea como un típico descenso a los infiernos, si bien para el
espectador es más bien un ascenso desde estos, ya que la historia se
narra al revés. El protagonista del filme, Marcus, pasará de la pureza
de su estilo de vida burgués (término este empleado en el filme) a la
suciedad del ambiente de los barrios bajos, en una degradación que es
moral a la vez que física. La situación es esta: la novia del
protagonista, Alex, es violada y brutalmente apalizada, y éste decide
buscar la venganza por su cuenta, al convencerle un par de justicieros de que la policía no hará nada. Así pues éste les
paga para que le ayuden a encontrar a quien le hizo esto a la chica, y se
inicia un viaje a lo más oscuro de la sociedad. Esto es lo que vemos al
iniciarse la película, en qué vamos reconstruyendo los pasos de Marcus
para entender qué le ha llevado hasta la situación con la que nos hemos
encontrado de repente y que resultaba ser la resolución. Pero resulta que
al llegar a media película los interrogantes suscitados por el impactante
inicio de la narración quedan resueltos. Así las cosas, la narración
sigue y nos damos cuenta que la venganza y el proceso de locura de un
hombre no eran la clave del filme. Será a partir de aquí cuando
comprenderemos la naturaleza real del viaje y lo que este conlleva. Al
inicio de la historia nos encontramos con Alex descansando ella sola
felizmente en un parque viendo a los niños jugar. Descubrimos entonces
que está embarazada por el gesto que hace poniéndose la mano en el
vientre. Después la encontraremos junto con Marcus, ambos desnudos en la
cama después de hacer el amor. Durante toda la escena asistimos a
constantes insinuaciones y actos eróticos, reforzados por una desnudez
nada disimulada que si bien resulta una réplica a la tacañería puritana
de que hacen gala la mayoría de filmes al mostrar desnudos, tampoco puede
pasar por naturalista, ya que se fuerza al máximo. Estos juegos sexuales
que hemos observado van en aumento acto seguido con la introducción de un
tercer personaje, que resulta ser el ex-novio de Alex. Éste, amigo íntimo
de la pareja, interpelará continuamente a la chica sobre sus pasadas
relaciones, intentando descubrir por qué no la hacía gozar en la cama y
por qué Marcus sí. La morbosa conversación entre los tres también se
alarga hasta el paroxismo. Después de esto una fiesta en que la líbido
de los tres está a flor de piel, hasta que Alex se cansa de jugar y se
marcha. Al salir será atacada. Queda claro, pues, que el tema principal
de la historia, aquel sobre el que gira el discurso, es el sexo. Después
de esto continuará de igual manera, porque el periplo de Marcus por los
barrios bajos se concentra en las zonas de prostitución y, finalmente, en
un local gay.
El
conservadurismo del discurso se encuentra en el hecho de que la historia
se inicia extasiada mostrando el nacimiento de una criatura, fruto de una
relación sexual no mostrada, para, paulatinamente, ir mostrando la parte
más oscura de la sexualidad humana (el sexo por placer, los juegos y el
fetichismo, la infidelidad, la violación, la prostitución, el sexo
homosexual). Ésta parece ser la teoría del filme, que el sexo es algo
bueno para crear vida, pero no debe ser usado de forma placentera, y aún
menos si se hace con prácticas poco convencionales. Todo ello se ve
reforzado por la puesta en escena, ya que si al principio de la narración
esta refleja la suciedad a través
del movimiento descontrolado de la cámara y de la oscuridad, reduciendo
la visibilidad de los hechos, poco a poco la planificación se serena, la
cámara se estatiza y la luz y la imagen nítida hacen acto de presencia.
De igual modo la música clásica subraya las imágenes de Alex al
principio de la historia, mientras que el local gay se ve acompañado/golpeado
por una música electrónica asociada a las más desfasadas fiestas
juveniles. Reaccionaria también, pues, en lo que a puesta en escena se
refiere, ya que asocia la música clásica y la nitidez de la imagen con
lo bueno –moralmente hablando–, y rechaza la experimentación y las
propuestas más radicales. Por otro lado, la variación de estilos
pretende ser también una demostración técnica, no exenta de cierto
efectismo, aunque sin duda realizada con buena mano.
La película
ha sido tildada repetidamente de fascista. Impreciso término este que
creo tiene que ver sobre todo con el hecho que parece asociar a los
homosexuales con la más baja calaña humana. Quisiera aquí hacer una
aclaración con lo expuesto anteriormente, ya que considero que las
intenciones del filme no van por este camino. Ciertamente hay aquí un muy
duro ataque contra unas prácticas sexuales consideradas perversas. Pero a
quien se responsabiliza de esto es a los hombres en general, vistos como
guardianes de la depravación, en oposición a la pureza de las mujeres,
siempre limpias y fieles, engendradoras de vida. La sexualidad de los
hombres es vista como un animal salvaje guiado por sus instintos más
bajos (tal vez olvidando que algo tiene que ver en el nacimiento de
criaturas). Por eso en la más celestial de las escenas, la primera de las
historia, no hay hombres, sólo Alex, feliz viendo a los también
inocentes niños. Marcus partir de ahí la presencia del hombre será cada
vez mayor. Primero uno con gran apetito sexual, después dos hablando de
juegos eróticos; en la fiesta serán infieles (aunque sólo sea con la
imaginación); después viene la violación, punto culminante de peligro
de la sexualidad masculina; y a partir de aquí el hombre devora a la
mujer, por eso las prostitutas resultan ser travestidos (hombre y mujer en
un mismo cuerpo), y por eso al final sólo cuerpos masculinos pueblan ese
dantesco infierno donde la depravación es absoluta. Sin duda el infierno
está en los hombres, dice el filme.
Jordi
Codó
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IRREVERSIBLE
Título
Original:
Irréversible
País y Año:
Francia, 2002
Género:
DRAMA
Dirección:
Gaspar Noé
Guión:
Gaspar Noé
Producción:
Canal+
Fotografía:
Gaspar Noé, Benoît Debie
Música:
Thomas Bangalter
Montaje:
Gaspar Noé
Intérpretes:
Vincent Cassel, Jo Prestia, Monica Bellucci, Albert Dupontel, Philippe
Nahon
Distribuidora:
Vértigo Films
Calificación:
No recomendado menores de 18 años
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