Sobre
esta película iraní, diré, a titulo muy personal y subjetivo, que me ha
conmocionado. Tal vez porque no esperaba ver este relato cinematográfico
a primera vista tan salvaje y
porque lo preveía mucho más “civilizado”. También porque el filme
me semejaba una especie de mal sueño, una pesadilla que no puede ocurrir
en este mundo. Creo que por aquí empieza el primer valor de esta película:
La pizarra es una ventana por la
que uno puede asomarse y contemplar... una realidad que nos disgusta
profundamente, nos sobrecoge y... nos hace pensar. Y esto creo que es
mucho en medio del lamentable panorama del anodino cine que anda
adocenando a tanto público.
Algún
espectador excesivamente celoso puede atacar a esta película iraní de
manipulación de la realidad, de cierta búsqueda morbosa de la estética
de la pobreza y de la fealdad y de andar flirteando con ciertos
simbolismos que a veces devienen fáciles y acomodaticios. El ataque es
razonable. Como espectáculo ofrecido al que lo contemple puede
decepcionar, pero ¿y como documento social, antropológico y político?
Porque este espectador lo ha visto curiosamente como si casi fuera un
documental. No es de extrañar dada el largo maridaje iraní con este tipo
de género. Un documental no neutro ni objetivo, sino interesado y
mediatizado. A estas alturas todos sabemos de la escasa imparcialidad de
todas las grandes películas con base documental: no hay neutra
imparcialidad ni seca objetividad ni siquiera en una fotografía hecha al
azar. Junto a la subjetividad del agente que la hace o el paciente que la
contempla está lo contemplado con sus denotaciones y connotaciones. Así,
ni las últimas películas de José Luis Guerín (Innisfree, En construcción) ni aquellos primeros cortos de la Escuela de
Brighton o los filmes de Flaherty (Nanook,
el esquimal, Hombres de Arán) son representaciones químicamente
puras de la vida tal cual es –ni falta que hace–, sino exhibición de
ésta con las parciales imperfecciones (¿?) de la subjetividad y de la
mirada humana.
La pizarra, pues, goza de las ventajas e inconvenientes del cine
narrativo y del cine documental. En ningún momento creo que su directora
deseó como primer objetivo, ofrecer un concienzudo y exacto documento
antropológico del éxodo de los kurdos o del extraña manera de ejercer
su profesión los maestros, sino realizar una obra narrativa e inventada
para mostrarnos una dura y triste problemática, olvidada por nuestra
acomodada e insolidaria sociedad occidental. Repito: aquí está su gran mérito.
Otra
cosa es el acento exótico con que el filme parece haber sido tratado. Son
un tanto molesto los subrayados metafóricos con los que a lo largo de la
cinta se nos intenta advertir para captar las ideas y mensajes que se nos
quieren lanzar. Igualmente, algunas imágenes buscan más agradar estéticamente
al espectador y no logran integrarse en el relato cinematográfico.
Seguramente, el que la directora de la película sea hija del gran maestro
del cine iraní Moheen Makhmalbaf ha provocado un cierto manierismo. Sin
duda, la
sombra del gran cineasta que últimamente parece imitarse a sí mismo –véase
Kandahar– ha sobrevolado sobre
la película de su hija.
Y
sin embargo hay momentos de gran fuerza visual y belleza en el filme.
Momentos memorables de gran brillo que tal vez palidecen por su fuerte
carga metafórica. El mismo arranque del filme con los maestros que
parecen pájaros con las alas de sus pizarras a las espaldas, el que las
pizarras se conviertan en todo (pared que separa, refugio para esconderse,
camilla para heridos, tablilla para una pierna rota, etc.) menos para lo
que debe servir: para escribir. En el fondo parece haber un fuerte
discurso contra cierto despotismo ilustrado que pretende imponer la
cultura llamémosla literaria o burguesa contra la auténtica cultura de
los pobres que es la de la supervivencia.
José Luis Barrera
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LA PIZARRA
Título
Original:
Blackboards
País y Año:
Irán-Francia, 2002
Género:
DRAMA
Dirección:
Maysam Makhmalbaf
Guión:
Mohsen Makhmalbaf, Maysam Makhmalbaf
Producción:
Makhmalbaf Productions, Fabrica, Rai
Cinemafiction, T-Mark
Fotografía:
Ebrahim Ghafori
Música:
Mohammad Reza Darvishi
Montaje:
Mohsen Makhmalbaf
Intérpretes:
Saïd Mohamadi, Bahman Ghobadi, Behnaz Jafari
Distribuidora:
Vértigo Films
Calificación:
Todos los públicos
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