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Teatro y vida

Camille iniciará una vorágine de sentimientos desajustados entre los personajes que aparecen en escena.“Es necesario que todo cambie para que todo siga siendo igual”, decía de forma más o menos literal Giusseppe Tomasi di Lampedusa en su obra “El Gatopardo”. Algo parecido les ocurre a las relaciones de los seis personajes principales de esta estupenda película/obra de Jacques Rivette. Tres hombres y tres mujeres, que desde la cotidianeidad emocional, se ven abocados a una explosión sentimental de goces, roces, desvelos y desvaríos, pasada la cual vuelven a asentarse en la confianza, estabilidad y complicidad de sus relaciones iniciales. Es preciso que sus sentimientos se cuestionen, se descoloquen, se tensen y aflojen para que al final vuelvan a acoplarse.

La desencadenante de la acción (provocadora de esa eclosión emocional) es la desazón de Camille y sus contradictorios sentimientos hacia su anterior pareja. Ella es la que inicia el desajuste interior en el resto de personajes que, afectados por su aparición en escena, se van precipitando en cascada.

Camille llega a París, después de tres años de ausencia, con la compañía italiana de Ugo Basanni, su actual pareja, para representar “Come tu mi vuoi” de Luigi Pirandello. Camille añora a Pierre, su anterior relación y la posibilidad-necesidad del reencuentro, la angustia, la abstrae... y la distancia de Ugo. Cuando éste se produce, encuentra que ahora Pierre (un sedentario y algo pedante profesor de filosofía) vive con Sonia (una atractiva profesora de ballet), que a su vez está siendo seducida por un ocioso y descarado joven (Arthur) con oscuras intenciones. Ugo, por su parte, aprovecha su estancia en la capital francesa para emprender la búsqueda de un manuscrito inédito, apócrifo quizás, de un autor del siglo XVIII para ser el primero en representarlo. El rastreo y la indagación le conducen hasta Do (una bellísima, culta y sensual jovencita, que le ayudará en su obstinada y tenaz investigación) y su hermanastro Arthur (el pretendiente de Sonia), con el que Do mantiene unas dudosas relaciones filiales.

El teatro y la vida, la ficción y la realidad, se mezclan hasta confundirse en algún momento.Se establece así un círculo entre los seis personajes, que en busca de autor o no, vivirán a partir de su encuentro/convergencia un juego de relaciones cruzadas, enmarañando sentimientos, afectos, conveniencias e intereses.

Camille representa en la obra a Lucia (Cia) una mujer que parece añorar, como ella, un amor pasado. Ambas, Camille, la mujer real, y Cia, la representada, vivirán situaciones paralelas dentro y fuera del escenario. Teatro y vida, vida y teatro se invaden mutuamente, se solapan y se entrelazan durante toda la película hasta llegar, en ocasiones, a una simbiosis total. La escena que mejor lo refleja es aquélla en la que Camille, en plena representación, “habla” a Pierre a través de Cia. En el patio de butacas está sentado Pierre que ha acudido a ver la función. Sobre el escenario, dos personajes representan un fragmento de la obra, Cia y su interlocutor, un personaje masculino que permanecerá, durante toda la escena, en silencio y de espaldas a la cámara. En campo (en plano corto) y de frente Cia-Camille le pide que la ame de nuevo después de los años transcurridos. El contracampo no nos ofrece el rostro del actor destinatario del mensaje, sino el de Pierre que, embelesado, la escucha desde su asiento.

Esta identificación (persona-personaje) es latente y evidente también en muchas otras situaciones (en la secuencia final, por ejemplo) y es, a su vez, cómplice del juego narrativo que, de nuevo, es circular, ya que la película termina en el mismo lugar en que empezó: sobre un escenario.

Una comedia fresca y profunda, heredera del mejor Rivette y con unos lúcidos diálogos.Jacques Rivette, legendario crítico de “Cahiers du Cinéma” y cocreador de la Nouvelle Vague ha mostrado siempre un especial interés, a lo largo de su carrera, por explorar las relaciones entre  vida y  teatro, las consonancias y disonancias entre lo que ocurre en el mundo exterior y sobre el escenario. Tema muy recurrente en su filmografía, le gusta  yuxtaponer fábula y realidad, combinarlas, explorar sus límites y transgredirlos si es preciso (constante existencial también en la obra pirandelliana), como ya hiciera en L’Amour fou (1968),  L’Amour par terre (1984)...  y especialmente en Paris nous appartient (1961) su primer largometraje, donde ya deja constancia de su obsesión por el teatro como arte y su necesidad de trasladar al cine sus mecanismos narrativos y estéticos, de composición y enfoque.

Vete a saber (Va savoir) es una comedia fresca y profunda a la vez, heredera del mejor Rivette, con unos diálogos lúcidos e inteligentes que trascienden a la puesta en escena y a la interpretación. Especialmente en dos brillantes e hilarantes secuencias en que todas estas variables se concatenan magníficamente: la de la cena entre Pierre, Camille, Ugo y Sonia y la del duelo etílico-verbal entre Pierre y Ugo; sin olvidar la del peculiar rescate del anillo y la del secuestro-evasión de Camille.

La vida como escenario teatral, el teatro como fabulación de la vida, realidad y representación, verdad y apariencia... Teatro, vida, arte... en definitiva, pura esencia cinematográfica.

Purilia

VETE A SABER

Título Original:
Va savoir!
País y Año:
Francia, 2001
Género:
COMEDIA
Dirección:
Jacques Rivette
Guión:
Jacques Rivette, Pascal Bonitzer, Christine Laurent
Producción:
Pierre Grisé Productions, Mikado Films, Procirep
Fotografía:
William Lubtchansky
Música:
Florian Eidenbenz
Montaje:
Nicole Lubtchansky
Intérpretes:
Jeanne Balibar, Sergio Castellito, Marianne Basler, Jacques Bonnaffé
Distribuidora:
Golem
Calificación:
Todos los públicos

 

 

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