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La
primera película de este cineasta francés, Recursos
humanos, constituyó, además de un gran éxito artístico, el
descubrimiento de un autor con un futuro muy prometedor. Con El empleo del tiempo se ratifica aún más (este filme es una obra
casi magistral) y continúa este cineasta en su línea de lanzar una
mirada llena de lucidez crítica sobre el mundo contemporáneo y sobre el
mundo del trabajo de la nueva economía.
Vincent
es un hombre que ha perdido un buen empleo que poseía en una empresa de
gestión. ¿La causa? el tedio, el sinsentido, el anonimato y su rebeldía
provocan un despido que él oculta a todos: su familia, sus amigos. Simula
entonces haber cambiado de trabajo. Ahora es, miente, un alto empleado de
la ONU en Ginebra. Fingirá estar siempre de viaje, durmiendo dentro del
coche, empleando su tiempo libre para cumplir el engaño. El dinero
abundante que necesita para simular una alta nómina y mandar el dinero a
su familia, lo capta timando a sus amigos con inversiones falsas y cuando
más desesperado anda, trabajando en el mercado negro que proviene de los
países del este. La maraña de mentiras y fraudes que va urdiendo, poco a
poco le va atrapando y hundiendo en un pozo sin fondo.
El
empleo del tiempo nos habla de la situación laberíntica del hombre
actual en medio de una sociedad de consumo, donde el trabajo, como una
mercancía más, es mejor ponderado que el mismo hombre. Este no es más
que una pieza dentro del engranaje de la estructura social y la producción
económica: salirse de ella constituye un gravísimo delito. Nuestro
protagonista intenta hacerlo y es irremisiblemente destruido. Ni siquiera
es capaz de descubrir una alternativa de vida, simbolizada en el amigo sin
trabajo que se dedica a cuidar del hogar y a realizar su vocación de
compositor musical, viviendo humildemente, mientras su esposa trabaja
fuera. Para Vincent sobrevivir sólo será posible si se sume en la
mentira y el ensueño. En este sentido este pobre hombre tiene algo de
quijotesco: su empleo fingido y que llega casi a ser creído, intenta
mejorar un mundo inhóspito, insolidario donde la poca bondad que parece
existir está en los lazos que crea su propia familia, pero incluso de ese
mismo cálido nido es rechazado.
El
director de esta intensa y zozobrante película (crea una tensión
tremendamente angustiosa) va desgranando lentamente todos los mecanismos
sociales que se encargan de hundir al que intenta rebelarse y, sin compasión,
nos detalla cada uno de los pasos que acercan al protagonista hacia la más
angustiosa de las agonías: ni el sueño más mendaz e imposible lo salvarán.
La desconcertante secuencia final lo ratifica.
La
película esta contada con un ritmo reflexivo. Cuenta con unos grandes intérpretes
y magnífica fotografía y tiene momentos muy intensos y poéticos, como
las escenas en el albergue alpino o las que cuentan la relación del padre
con su familia y especialmente con su hijo adolescente. Un gran filme
pues, para ver y reflexionar.
José
Luis Barrera
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EL
EMPLEO DEL TIEMPO
Título
Original:
L´emploi du temps
País y Año:
Francia, 2002
Género:
DRAMA
Dirección:
Laurent Cantet
Guión:
Robin Campillo, Laurent Cantet
Producción:
Haut et Court
Fotografía:
Pierre Milon
Música:
Jocelyn Pook
Montaje:
Robin Campillo
Intérpretes:
Aurélien Recoing, Karin Viard, Serge
Livrozet, Jean-Pierre Mangeot, Monique Mangeot
Distribuidora:
Golem
Calificación:
No recomendado menores de 13 años
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