Una
extraña película. Lo que no quiere decir que sea buena. Pudo serlo. Una
mezcolanza entre el cine de terror angustioso y las películas de jóvenes
a la búsqueda de sexo. La historia, en una curiosa vuelta de tuerca,
trata de dar la vuelta a los subgéneros tomados como reflejo. Se queda a
medias.
¿Cuál
es el problema de esta película? El no ser creíble lo que cuenta o la
imposibilidad de lograr comunicar una lógica narrativa (no digamos de la
otra) al deambular mental de la protagonista: un ser en apariencia
inocente pero con mente diabólica. Y, he ahí, una de las mejores bazas
del título: la inocencia del mal. El no ser creíble lo contado se debe a
un juego demasiado metafórico de lo acontecido. Es difícil, por no decir
imposible, admitir la premisa inicial: el encierro de dos parejas (las
razones tampoco se explicitan con precisión al menos para podernos
“tragar” tamaño desafuero) en un agujero un fin de semana para... no
tener que ir a una excursión. El apadrinador del encierro es un extraño
(y nada dibujado) joven con ínfulas de sabio informático destructor y
lleno de odio (depende del narrador o del punto de mira). Los celebrantes
son cuatro descerebrados comandados por la diabólica inocente a la caza
del guaperas de turno (y casi subnormal y engreído joven con ínfulas
-hasta se le parece- de Tom Cruise).
El
encerrar a los jóvenes en el “agujero” del título pretende
representar el clima de opresión y claustrofobia que preside sus
relaciones. Personajes aislados, solitarios, intentando asumir esa
angustia de la soledad y del ambiente opresor que la protagonista crea y
desencadena. Lo que ocurre es que el símbolo es el símbolo y la realidad
(la de las imágenes se entiende) es la realidad. Cada una va por su lado.
Sin duda ese es el máximo error del film.
Naturalmente
la existencia de tal espacio pequeño hace posible que el filme sea
demasiado estático, más propio (como tantos otros compañeros de viaje
de las imágenes en el momento actual) de un cortometraje que de un largo.
De
todas formas hay que agradecer un comienzo muy logrado cuyo interés no se
va a mantener a continuación de forma adecuada. También el no centrarse
(o focalizarse) en la eterna película de jovenzuelos y de sustos. En ésta,
grata sorpresa, eso no ocurre. El terror, exento de apetencias “gore”,
se encuentra en lo narrado, en la monstruosidad de la conducta del
personaje principal, no en la aparición de lo macabro, en el regusto por
la sangre.
Interesante
en la primera parte es el cambio de punto de vista. Cómo lo que vemos
(los mismos hechos) se adecuan al que es en ese instante el narrador de la
historia. Una manera de conocer a la protagonista y sus motivaciones. La
inocencia no es más que una máscara que oculta lo diabólico. Un
sentido, de todas formas, que no se logra mantener de la misma manera, en
la conclusión de la historia. No sólo porque la diabólica protagonista
cuente la verdad a la psicóloga sino porque se da a entender que nadie
hará (¿cómo es posible?) caso a la explicación de la profesional y sí
a la de la jovencita (¿por qué).
Flecos
descosidos por aquí y por allá. Imposibilidad de que, de esa manera, la
película vaya más allá del simple esbozo. Otra manera de mostrar el
cine de terror y el de jóvenes. Lo más interesante, lo digno de tenerse
en cuenta, la interpretación de Thora Birch (la inocencia diabólica),
una chica que está demostrando que puede tener un brillante futuro en el
cine. O que chicas, como ella, tan de andar por casa, por fortuna también
pueden tener acceso a la profesión de actrices.
Mr. Arkadin
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THE
HOLE
Título
Original:
The Hole
País y Año:
Reino Unido, 2001
Género:
THRILLER
Dirección:
Nick Hamm
Guión:
Ben Court, Caroline Ip
Producción:
Cowboy Films, Granada Film Productions, Pathé Pictures, Film Council, Le
Studio Canal+
Fotografía:
Denis Crossan
Música:
Clint Mansell
Montaje:
Nivel Howie
Intérpretes:
Thora Birch, Keira Knightley, Desmond Harrington, Laurence Fox, Daniel
Brocklebank, Embeth Davidz
Distribuidora:
Warner Sogefilms
Calificación:
No recomendado menores de 13 años
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