Una
de las virtudes o cualidades que más aprecio en el cine es que me hable
de aspectos y problemas de la vida y de la sociedad humana que me sean
desconocidos. La pantalla se convierte entonces en una ventana abierta al
mundo (maravilloso cuando salió de las manos del Creador) y que nosotros
los hombres nos empeñamos tozudamente en destrozar.
Generación
robada
nos habla de un hecho bastante desconocido: la política de limpieza étnica
que el gobierno australiano realizó durante gran parte del siglo pasado
para evitar que las razas (la blanca de los colonos ingleses y la negra de
los aborígenes) se mezclaran. Internaban a los niños mestizos en
residencias especiales, que eran más bien campos de concentración, para
que no inficionaran la pureza de la raza y, a la vez, se les “educaba”
para ser mano de obra barata en el servicio doméstico de los blancos.
El
director de esta película, Philip Noyce –un cineasta australiano de
interesante carrera comercial-, nos sorprende gratamente con un filme muy
personal que parece sacado de su mismo corazón por cuanto nos presenta
una dolorosa situación vivida en su país de origen y basada en el libro
autobiográfico que su protagonista escribió años más tarde. Ella misma
aparece tal como es en la realidad al final del filme. Una niña
aborigen y mestiza que junto con su hermana y otra niña son
arrebatadas “legalmente” de su familia, secuestradas por los colonos
blancos e internadas en una residencia para evitar que cuando sea mayores
la mezcolanza racial siga adelante. Con un régimen parecido al de un
campo de concentración, estas niñas logran escapar y después de la
odisea de recorrer más de dos mil kilómetros y burlar el asedio de un
indígena, esbirro de los ingleses, consiguen llegar al poblado donde vive
su madre.
El
filme quiere tener un estilo documental, mezclando imágenes fotografiadas
antiguas o de un modo espontáneo, con otras de mayor elaboración estética.
Pretende y logra denunciar un hecho casi desconocido de rabioso racismo e
higiene étnica que el gobierno australiano perpetró hasta los años 70.
Se agradece entonces este tipo de cine que, además de denunciar, está
contado con el entusiasmo de narrar la odisea y heroicidad de estas pequeñas
niñas. El sarcasmo con que los blancos aplican sus leyes
“purificadoras” de la civilización cristiana se pone en evidencia a
través de un personaje cínico que muy bien encarna el actor inglés
Kenneth Brannagh.
El
empeño de las tres muchachas por huir y su coraje se relatan muy bien a
través de su huida. La civilización y la cultura humana que ellas
tienen, con su sentido de digna solidaridad, supera entonces a los mal
llamados valores cristianos que sus opresores creen poseer. Hay metáforas
muy potentes que funcionan a la perfección, como es la alambrada que
recorre Australia para protegerse de una plaga de conejos que ellos mismos
provocaron. Aunque el filme tiene algunos momentos débiles -¡esa fácil
y manida imagen del águila, el pájaro de la libertad-, todo él es un
canto a la dignidad humana y a los que luchan por salvaguardarla.
José
Luis Barrera
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Título:
Generación robada
Título Original: Rabbit-Proof Fence
País y año: Australia
, 2002
Género: Drama
Dirección: Phillip Noyce.
Interpretes:
Jason Clarke. Deborah Mailman. David Gulpilil. Everlyn Sampi. Ningali
Lawford. Kenneth Branagh.
Producción:
David Elfick. Jeremy Thomas. Phillip Noyce.
Música:
Peter Gabriel.
Montaje:
Veronika Jenet.
Distribuidora:
Lauren FilmsLauren Films
Calificación:
No recomendado menores de 13 años.
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