Sarah
es una joven judía que está proyectando irse a vivir a Montreal con su
hermano y que ha sufrido la reciente y dolorosa experiencia de haber
perdido a su madre. Des hace algún tiempo que mantiene una relación
amorosa con Serge, un camionero que recorre Europa y ahora anda metido en
una insensata operación de contrabando. Junto a ellos se halla un joven
marroquí, Saïd, amigo y casi sirviente de ellos, que busca por todas una
oportunidad para empezar una nueva vida en Europa.
Estamos
en Tánger, una ciudad que para el director de este hermoso filme es símbolo
y paradigma de cruce de culturas, de indefinida frontera, de la misma
indefinición de la vida de estos tres personajes. Lejos apunta
como su título indica a algún lugar indefinido pero que a la vez se nos
es muy cercano puesto que lo que nos cuenta es la situación existencial
de unos personajes, que podríamos ser nosotros mismos, que sufren las
consecuencias de no saber adaptarse con su entorno, de no poseer las
claves del conocimiento del mundo que les rodea, de andar divididos ante
la perentoria obligación de elegir. Personajes, en suma, en crecimiento,
adolescentes, aunque no se esté en esa edad biológica, pero que nos
dicen que vivir es elegir y por tanto, romper con el pasado, vivir a veces
el dolor del presente y enfrentarse a un futuro inseguro o incierto. En el
fondo esa es la temática de este cineasta francés en cuya obra corre
siempre un gran río de humanismo, una esperanza abierta a la
trascendencia y una visión panteísta de la vida. No en balde el filme
acaba con las maravillosas sensaciones de la protagonista que acaba de
salir del cine después de haber visto El río de Jean Renoir, ese
poema cinematográfico sobre la vida, el amor y el final de la inocencia.
De hecho, en muchos de los filmes de Techiné parecen la evolución de los
personajes de aquel filme de Renoir, cambiando los escenarios, y alterando
sus edades.
Tiene
Lejos cosas muy importantes, dispares y muy hermosas. Por un lado,
pese a ser una crónica intimista (es una historia de amor preciosa, llena
de melancolía, cosa recurrente en cine de André Techiné, al que podríamos
llamar el cronista de la intimidad) no deja a la vez de lanzar una mirada socialmente crítica sobre la sociedad
europea: el despiadado mundo de la droga, la inmigración, el contraste
pobreza-riqueza del mudo de hoy. Y aquí está otro de los méritos de
este cineasta francés: que junto a lo más particular del hombre (su
sentimientos, sus alteraciones psicológicas) nunca olvida sus alrededores
(el mundo, la sociedad que le rodea, que casi siempre le suele ser hostil).
Por otro lado hay un empeño casi documental y muy conseguido de
mostrarnos una ciudad (Tánger) llena de intimidad, mirada no con los ojos
de un turista con cámara fotográfica en ristre, sino con el amor y el
cariño de descubrir la vida humana que se refleja en el paisaje urbano de
las calles estrechas, en la intimidad de las casas y las plazas recoletas.
En este sentido, la ciudad marroquí se convierte casi en un personaje
principal, corazón de las pulsiones e impulsos de sus tres protagonistas.
Aunque el filme bascule en su segunda parte hacia una argumentación de
intriga tras los vericuetos de la persecución del camionero y los
contrabandistas de droga y hombres (es para mí su único defecto) y
abandone la crónica lírica de amor y amantes de su primera parte, Lejos
es un filme de honda sensibilidad que hay que ver.
José
Luis Barrera
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LEJOS
Título
Original:
Loin
País y Año:
Francia, 2001
Género:
DRAMA
Dirección:
André Téchiné
Guión:
Faouzi Bensaïdi, André Téchiné, Mehdi Ben Attia, Michel Alexandre
Producción:
Centre National de la Cinématographie
Fotografía:
Germain Desmoulins
Música:
Juliette Garrigues
Montaje:
Hervé de Luze
Intérpretes:
Stéphane Rideau, Lubna Azabal, Mohamed Hamaidi, Yasmina Reza, Jack
Taylor, Gaël Morel
Distribuidora:
Vértigo Films
Calificación:
No recomendado menores de 13 años
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