Terminator 3
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El último gran héroe

Una nueva secuela, con una nueva mala... que, curiosamente, está buenísima.Cualquier película cuyo título vaya acompañado de un número debe ponernos en guardia en un principio, ya que su primera razón de ser es intentar continuar el éxito comercial de la primera parte de la saga (o del enésimo capítulo, suponiendo que el título que nos disponemos a ver sea el enésimo más uno). Por ello, Terminator 3 a priori no es más que mero producto comercial que intenta rentabilizar aún más una saga que había permanecido muchos años esperando una nueva continuación.

Y esa continuación no había llegado por la temible personalidad de sus productores ejecutivos: los inclasificables Andrew G. Vajna y Mario Kassar, los únicos capaces de hundir una superproductora que poco antes de irse a pique estaba manejando asombrosas taquillas en todo el mundo, gracias a franquicias como la serie Rambo, la serie Terminator y algún otro título que aún no ha logrado convertirse en serie, como Instinto básico.

Su desmedida afición al despilfarro acabó conduciendo en la década de los noventa a su productora, Carolco, a la bancarrota. Pasaron los años y, tras pleitos, juicios y demás historias, hete aquí que reaparecen estos individuos para hacerse con los derechos del personaje más atractivo de su currículum: Terminator.

Pese a su interés por salir a flote, la ansiada secuela ha tenido que esperar varios años más por dos motivos: primero, James Cameron (el director de las dos anteriores entregas) ya había salido a flote por sus propios medios, gracias a, valga la paradoja, el hundimiento del Titanic; además, Cameron no es que sea un amigo de estos dos individuos, por lo que ha hecho todo lo posible por... ¡¡no volver a trabajar con ellos!! Segundo, Schwarzenegger no estaba por la labor... hasta que una serie de fracasos consecutivos en taquilla le han obligado a replantearse volver a su personaje más fácil (no tiene que actuar apenas) y más taquillero... para intentar salir a flote.

Curiosamente, lo mejor de la película es la dirección de Jonathan Mostow, un auténtico especialista en filmar escenas de acción.Resuelto el problema de la estrella, faltaba una historia que contentara a todos. Y aquí volvía a surgir un problema grave, como ya quedó claro en la segunda entrega, que en realidad era una copia a nivel de guión del primer Terminator. Pese a sus carencias argumentales, Terminator 2 arrasó en medio mundo gracias a sus asombrosos efectos especiales, lo que dejaba claro dos cosas: una, Cameron era mucho mejor “visualizador” que guionista (pese a lo cual ha seguido insistiendo en escribir él mismo los guiones de sus películas); dos, volver a copiar el guión del primer Terminator quizá no colara entre los espectadores, por lo que había que buscar nuevas salidas a una ingeniosa historia sobre la paradoja de los viajes en el tiempo que, dicho sea de paso, ya estaba agotada en la primera entrega.

Y las soluciones que aporta este Terminator 3 son ingeniosas... una vez pasada la primera media hora que es, ni más ni menos que... ¡¡otra vez Terminator!! Hay que reconocer, no obstante, a los numerosos guionistas (tres acreditados y unos cuantos más sin créditos oficiales) que en esa primera media hora se aporta una sana ironía para los amantes de la serie (Arnold entra desnudo una vez más en un club para buscar ropa... pero esta vez es un club de striptease lleno sólo de mujeres; cuando encuentra ropa a su medida la coge, en una elegante elipsis, y cuando prueba las gafas... son una horterada en forma de estrella que corresponden al stripteaser del club). Además, se da entrada a cierta autocrítica: conforme avanza la historia el ejército adquiere un papel protagonista y (como también sucede en Hulk de Ang Lee) no todas sus decisiones son correctas... de hecho acaban siendo los auténticos responsables de la destrucción de la Tierra. Por último, también aparecen otros elementos que renuevan la propuesta genérica, como el hecho de que toda la saga a fin de cuentas ha comenzado porque un Terminator ha matado en el futuro al líder de la revolución humana contra las máquinas, John Connor, siendo su esposa quien manda a salvarlo al pasado (atentos, que esto tiene gracia) al Terminator que le ha matado en el futuro y que pudo infiltrarse en las líneas humanas gracias a que Connor lo conocía precisamente por haberle salvado la vida en el pasado. Está claro ¿no? A esto se le llama una paradoja temporal... o si no es que no hemos entendido nada del guión.

Pues bien, ahora que ya tenéis claros los motivos de producción y de guión... olvidaos de todo ello, porque en realidad todos estos elementos son secundarios en el resultado final. El elemento clave para que este engranaje funcione, y creedme funciona, es el director, sí, el último eslabón de la cadena, el personaje que en este tipo de producciones no pinta prácticamente nada, es el que aquí salva la función: Jonathan Mostow.

¿Por qué? Sencillamente, porque sabe filmar las escenas de acción y dejar que el público las vea. El mejor ejemplo quizá sea esa gran escena de destrucción de coches y ambulancias mientras una enorme grúa persigue la camioneta por las calles de una ciudad. Una larguísima secuencia, con mucho la más espectacular de la película, curiosamente situada en el primer tercio del metraje y resuelta con una pericia técnica difícil de ver hoy en día... de hecho no recuerdo haber visto persecuciones automovilísticas tan bien filmadas desde... desde Breakdown, precisamente la primera película oficial de Jonathan Mostow.

Con sólo tres títulos en su haber, Mostow ya puede ser considerado el sucesor de John McTiernan dentro del cine de acción contemporáneo.Con sólo tres películas en su haber (Breakdown, U-571 y Terminator 3), Mostow parece llamado a ser el nuevo John McTiernan del cine norteamericano, es decir, un director que sabe filmar la acción, que sabe transmitir la sensación aventura y que consigue hacer creíbles incluso las ideas más descabelladas. Curiosamente, sus tres títulos se corresponden con algunos de los primeros filmes de McTiernan, ya que éste también comenzó con un thriller de serie B (Nómadas, protagonizado por un desconocido Pierce Brosnan), tuvo entre sus primeros éxitos una claustrofóbica película de submarinos (La caza del Octubre Rojo) y trabajó con Schwarzenegger en un brillante título de ciencia ficción bélica (Depredador). Desgraciadamente, con el tiempo ha acabado pagando la incomprensión de una de sus mejores películas (El último gran héroe) y actualmente se gana la vida filmando con pericia imposibles remakes (Rollerball, El secreto de Thomas Crown) y secuelas de lamentable guión (Jungla de cristal: la venganza).

Mostow ofrece un equilibrio entre el avance de la narración y la tensión. No escatima los efectos visuales, pero usa los precisos, sin abusar. Visualiza las escenas de acción con una elegancia que debería hacer enrojecer a Michael Bay, Simon West y toda esa trouppe de videocliperos que se limitan a empalmar planos cortos desde todos los ángulos posibles. Y logra que vayamos aceptando los giros de un guión que acaba por presentarnos a una especie de Adán y Eva que desde su refugio antinuclear van a dirigir la resistencia humana contra el dominio de las máquinas. Una idea que, por cierto, le han plagiado a esta serie otro par de espabilados del actual merchandising cinematográfico, los hermanos Wachowski, para crear su “original” trilogía sobre el dominio de las máquinas y la rebelión de los humanos: Matrix, cuya presunta originalidad se viene a pique cuando uno ha visto el prólogo del primer Terminator.

Sabín

TERMINATOR 3, LA REBELIÓN DE LAS MÁQUINAS

Título original: Terminator 3, raise of the machines.

Director: Jonathan Mostow.

Productores: Joel B. Michaels, Hal Lieberman, Colin Wilson, Andrew G. Vajna y Mario Kassar.

Producción: Columbia Pictures.

Música: Marco Beltrami.

Guión: John Brancato, Michael Ferris y Tedi Serafian.

Fotografía: Don Burgess.

Intérpretes: Arnold Schwarzenegger, Nick Stahl, Claire Danes, Kristanna Loken.

 

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