| SITGES 2002: RIQUEZA Y ANTICONVENCIONALISMOS Por Jordi Codó El
Festival de Sitges (o Festival Internacional de Cinema de Catalunya) se asocia
habitualmente con el cine fantástico y de terror. No porque sí, éste era su
distintivo en un principio, y lo sigue siendo, pero desde hace algunos años, y
sobretodo en las dos últimas ediciones, ha trascendido esta personalidad temática
para convertirse en una especie de cajón de sastre donde tienen cabida todo
tipo de producciones difíciles o imposibles de ver en los circuitos
tradicionales (y no sólo de cine sino incluso de vídeo). Esta
encomiable tarea se ve refrendada por la presencia de una sección como "Orient
Express", que después del éxito cosechado en la anterior edición repite
este año. Aquí hemos podido encontrar un mini-ciclo dedicado a Takashi Miike,
autor de Audition, además de multitud de películas de toda índole
venidas de Japón, China, Corea del Sur o Tailandia. Incluso se pudo disfrutar
de un lujoso botón de muestra de la que es sin duda la mayor fábrica de sueños
del mundo, Bollywood, con la proyección de Devdas, la que pasa por ser
la película más cara de la historia del cine indio. Pero
la cosa no acaba aquí, y otras de la multitud de secciones del festival nos
ofrecen oportunidades únicas de ver ciertas obras. Para mayor claridad una de
estas secciones se denomina "Seven chances", y como su nombre indica
se trata de la oportunidad de disfrutar de siete películas rescatadas de
festivales diversos y que no verán la luz en nuestro país. Otra sección donde
entra de todo es la de "Sessions especials". Las rarezas se encuentran
en "Brigadoon", con más cine indio, ciclos inverosímiles como el de
"Héroes de pacotilla" o "Otros bárbaros", etc. Si a todo
esto se le añaden retrospectivas (este año el Eurowestern y el cine de
Australia y Nueva Zelanda), cine de animación, cortometrajes profesionales y
amateurs, audiovisual catalán y producciones universitarias, se forma un
conjunto ecléctico y apasionante a todas luces enriquecedor. Evidentemente no
todo lo que se pasa es bueno (lo cierto es que el porcentaje es más bien pequeño),
pero la riqueza de ideas y propuestas que se contemplan es impagable. Con
todo y con esto, lo que verdaderamente triunfa entre el público son la sección
oficial de cine fantástico y la de "Gran angular". Esta segunda es la
más discutible de todas, ya que se trata de aquella en qué se proyectan
futuros éxitos de taquilla como 800 balas, The guru, Narc, El robo más
grande jamás contado, XXX o la última producción de Woody Allen, Hollywood
ending, seguramente el film más descolocado del festival. La presencia de
estas películas es a todas luces un peaje a pagar para asegurarse un cierto éxito
popular, ya que no se entienden dentro del contexto "alternativo" del
resto de la programación. También en la sección oficial fueron las
producciones más nombradas las que disfrutaron de mayor asistencia, tales como Darkness,
Spider, Cypher, Red dragon o El viaje de Chihiro. Todo ello viene a
constatar que incluso en los festivales cinematográficos, donde el público se
supone cinéfilo y abierto a cualquier propuesta, triunfa lo comercial. No era
extraño ver salir a gente antes de finalizar la proyección (¡o incluso a poco
de empezar!) en propuestas tan radicales como las de Russian ark o La
vie nouvelle. Afortunadamente,
el jurado de la edición de este año no ha seguido estos pasos, y ha
confeccionado un palmarés arriesgado y fiel a los propósitos del festival. Así
pues el premio a la mejor película ha recaído en Drácula. Pages from a
virgin's diary, una original versión del clásico de Stoker, que el
director Guy Maddin (quien se confesó sorprendido por el galardón) filmó por
encargo de la televisión canadiense. Se trata de una curiosa obra que combina
recursos de cine mudo y ballet, y que para colmo de rarezas está protagonizada
por actores orientales. Se ha querido premiar, pues, a un filme original y a
contracorriente, que no goza de distribución en España, aunque ya veremos si
la consigue ahora. La
mejor dirección ha ido a parar merecidamente a David Cronenberg, quien ya había
sido homenajeado por el festival unos días antes al serle entregado el premio
"La máquina del tiempo" por el conjunto de su carrera. El filme con
el que competía, Spider, partía como una de las favoritas, de ahí la
contrariedad de parte del público y la crítica al ver como esta se quedaba tan
sólo con un premio. Pero los resultados de este año han querido jugar a la
compensación, y ya que se le debía dar este importante premio a Spider,
no era cuestión de que acaparara también el de mejor película. De este modo
todo el mundo tiene lo que se merece. Bueno, todo el mundo no, porque las dos
menciones especiales otorgadas a El viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki y
a Dark water de Hideo Nakata se revelan algo injustas. En el primer caso
porque la extraordinaria versión que de "Alicia en el país de la
maravillas" hace Miyazaki merecía mucho más (tal vez el jurado pensó que
con el Oso de Oro en Berlín ya era suficiente), y en el segundo porque si bien
el filme de Nakata (quién ya triunfó en este mismo festival hace tres años
con Ringu, que se llevó los dos grandes premios) muestra muy buenas
maneras en las primeras tres cuartas partes del metraje, mezclando con habilidad
un relato social y uno fantástico inevitablemente ligados, al final termina
echando por tierra todo lo propuesto anteriormente con una resolución excesiva
y desorientadora. Fuera
ha quedado la excelente Russian ark de Alexandr Sokurov, de la que mucho
se hablará, si bien es cierto es que estaba un poco descolocada, ya que su
propuesta se aleja del espíritu de esta sección oficial. Tampoco ha triunfado The
eye de los hermanos Pang, que aunque se ha llevado el premio a la mejor
fotografía, produjo mucho revuelo en su momento y era otra de la favoritas. En
este acaso la decisión ha sido acertada, ya que aunque se le deben reconocer
muchas virtudes, como la de ser capaz de crear verdaderos momentos de tensión
terrorífica, lo cierto es que termina siendo algo farragosa por su efectismo y
su mal desarrollo, culminando en un final algo descafeinado. Mientras que Cypher,
del también antiguo triunfador en Sitges, Vincenzo Natali (autor de Cube),
ha tenido que conformarse con el premio al mejor actor concedido a Jeremy
Northam. Los
otros dos premios importantes, el de mejor guión y el "Premio de la crítica",
se los llevaron, respectivamente, May de Lucky McKee y Demonlover
de Olivier Assayas. May, que también obtuvo el de mejor actriz por la
interpretación de Angela Bettis, es un film sólido e inquietante que recibió
el premio sin muestras de recelo. Quién sí tuvo que sufrir abucheos fue Demonlover,
ganadora también de premio a la mejor banda sonora, la cual había sido
realizada por Sonic Youth. A pesar de las críticas, el filme es de gran interés
y ha aportado otra nota de riesgo y experimentación al palmarés. Finalmente,
ha resultado una grata sorpresa que el "Premio del público" fuera a
parar a Cravan vs. Cravan de Iñaki Lacuesta, quién también fue
reconocido con el premio al mejor director revelación. La laboriosa puesta en
escena además de la apasionante vida narrada en este documental de un joven
realizador, sin duda han cautivado a un público que no parecía el más idóneo
para reconocerlo. Un festival,
en definitiva, novedoso y enriquecedor, donde, al final, los resultados son lo
de menos, aunque todos nos empeñemos tanto en darles importancia.
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