Sin perdón
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Pleno verano

Lo curioso de los directores orientales (de muchos de ellos) es su carácter cameleónico, el afán de hacer unos filmes acordes a la historia que narran. Un ejemplo es Yimou del cual hablamos (en la sección “Rashomon”) en este número. Pero no el único. Al chino americano Ang Lee le ocurre lo mismo. Algo que también descubrimos en este realizador vietnamita autor de tres (hasta ahora) películas muy diferentes entre si... aparentemente, al menos, ya que en todas ellas aparece un canto a la sensualidad y, en definitiva,  a la vida incluso en las condiciones (caso de Ciclo) muy difíciles.

Pleno verano es una magnífica película que nos cuenta la historia de tres hermanas enfrentadas a sus vivencias y.... fantasmas personales. Es realmente impresionante ver como Anh Hung nos hace “sentir” las diferentes sensaciones que sienten sus personajes. Se vive el ambiente, se respira el olor de la tierra mojada, de los frutos recién cortados, el gusto de los alimentos, el sonido de los pájaros.... La primera película El olor de la papaya verde ya mostraba ese canto a lo maravilloso que era vivir, respirar, sentir... Y Pleno verano, que puede recordar en algunos momentos una película de Ang Lee (Comer, beber, amar), no deja de ser fiel a esa premisa. Pero éste filme va más allá, ya que sin duda la experiencia dramática de Ciclo abrió una nueva perspectiva a su obra. ¿Es todo tan maravilloso como se aparenta? o ¿qué existe detrás de las apariencias?

Las tres hermanas de la película representan tres niveles, tres formas de vida (en ese aspecto nos puede recordar a algunos personajes femeninos –y en la estructura de sus filmes- de Bergman) distinta. El personaje (la hermana mayor) que “ya” ha vivido y parece encontrarse a la vuelta de todo, la mediana que espera mucho de la vida (va a tener un hijo) y la pequeña que sueña con una vida llena de ilusión y de sentido amor desde una especie de juego personal propio de su inmadurez (el asomo brillante y “candorosamente” expresado del amor  incestuoso con su hermano). Tres mujeres en diferentes fases de su vida (la alusión más bergmaniana de todas) que tratan de entender lo que significa vivir y, por supuesto, amar.

Formas diferentes, a las nuestras de entender la vida, llenas de una sorprendente vitalidad. Asombra ese comienzo y ese final, en un trayecto que supone la unión con dos sucesos similares, y que señala el devenir de unos seres, que se han conocido un poco más al descubrir algunos de esos secretos que han formado parte de su existencia y que ahora desean compartir. Lo sorprendente del comienzo y del final es la celebración del aniversario de unos fallecimientos. No hay dolor en ello, sólo la alegría del recuerdo de unos seres que vivieron y se manifiestan –se transmutan- en otros, que repetirán (probablemente) las mismas acciones que ellos. No se celebran los cumpleaños

en la vida sino en la muerte pero con ese signo de admiración, respecto y alegría que supone el formar parte de aquellas vidas, de esa familia. Se es feliz por sentirse vivo y por haber amado.  

¿Fueron los padres fieles en su amor? ¿Sintieron la vida como felicidad? El recuerdo así los presente, aunque la búsqueda de la realidad de sus vidas llevará a la misma repetición de actos. Un amor de infancia (o de juventud o encontrado en la serenidad de la persona adulta) que se enfrentó a la realidad de un matrimonio. El escritor (el probable escritor, ya que aún no ha escrito antes), esposo de la mediana de las hermanas, trata de buscar la realidad de la vida de sus suegros (de más bien, su suegra), pero quizás será mejor olvidarlo y seguir pensando que “todo” fue como “se creyó”, en vez de cómo fue. La importancia del recuerdo frente a la (cruda) realidad. Un amor, quizás sí o quizás no, eterno que se reflejó en la muerte continuada del marido al desaparecer la mujer. ¿Amor o necesidad de alguien? Qué más da. Vida al fin y al cabo. Vivir no significa solamente una fidelidad eterna sino el saborear (y procurar que también lo saboree quien está al lado) la belleza del momento.

La vida de los padres –la verdadera- se puede intuir por la vida de las tres hermanas o la de sus maridos. No solamente en eso sino en la misma representación artística, o la búsqueda de ella, como reflejo de la vida. El escritor que marcha fuera en busca de nuevos datos sobre su suegra o sobre la novela que está escribiendo (una novela cuyo último capítulo parece coincidir con el primero de tantas otras historias: el encuentro de una pareja) no hace más que repetir la misma situación –en la vida- que la imaginada para su novela (la mujer misteriosa, aparecida en un encuentro casual, a la que abandonará sin hacer realidad el encuentro –o fantasía- sexual), al igual que la hermana pequeña con su novio al reflejar, en su encuentro, la escena de la película que su hermano (tal como le contó) interpretará en la película en la que se dispone a trabajar.       

Hermosura, vida, belleza, la vida que corre y se desparrama en el continuar pausado de los días. ¡Qué bellas las secuencias que muestran el repetido despertar de los hermanos, la identidad de sus acciones matutinas! No existe actitud moral en la forma de presentar las relaciones, mentiras , engaños o silencios entre los personajes. No, lo más que puede ocurrir es convertir una desgracia (el falso embarazo de la pequeña) en una diversión (al darse cuenta del error) o tratar de solucionar una situación sin grandes problemáticas, simplemente aceptando la vida.

Película de gran belleza, de estructura compleja, donde todas las historias que se cruzan y entrecruzan se desarrollan normalmente en interiores (las casas, el café). Fuera (salvo en la historia del fotógrafo y su amor repartido entre la naturaleza y una mujer) “suena” la ciudad, donde sus habitantes viven incansablemente otras historias semejantes. El discurrir de la vida, eso es esta película hermosa, donde nuevamente el espectador (como en otras cercanas caso, por ejemplo, de In the mood for love o Gracias por el chocolate) tiene que poner mucho de su parte, crear parte de la historia. Nuevamente la sugerencia como exacta representación del cine.

Los ecos de un Renoir se dan cita, también, en este tercer filme de un director que se afianza como un excelente realizador. Sus obras anteriores no parecen ser casuales. Película a película va mostrando un gran sentido de cine. Una  manera, la suya, eficaz de acercarse a otros mundos y lugares en los cuales sus habitantes sienten y aman la vida seducidos por su belleza y por la primaria necesidad de existir.

Adolfo Bellido                   

A la verticale de l´été.

Nacionalidad: Fracesa-Vietnam, 2000. 

Argumento, guión y dirección: Tran Anh Hung. 

Intérpretes: Tran Nu Yen Khe, Nguyen Nhu Quynh, Le Khanh, Ngo Quang Hai

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