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Defrauda
este James Bond que venía con la vitola del 40 aniversario de la saga más
famosa del agente británico. Lógicamente el esquema en las películas,
desde su inicio, es el mismo siempre: prólogo de acción, títulos de crédito,
diferentes escenas de acción en los lugares más exóticos y los
personajes de siempre (la chica buena, la chica mala, la jefa, el
inventor, el malo, etc.) engarzados en una trama sin complicaciones y
donde nadie espera otra cosa que dos horas divertidas de cine de acción
para todos los públicos (sin mucha violencia ni sexo, por supuesto). Este
esquema que funciona en cuanto a resultados comerciales, ahí están esos
cuarenta años de supervivencia (más todos los plagios que a lo largo de
estos años ha generado) se ha ido resintiendo y cuando uno acude al cine
a ver "la última de 007" la experiencia se convierte en una
especie de lotería. En cierto modo, con este tipo de películas, la única
expectativa consiste en mantener un ritmo durante dos horas, pero en estos
tiempos ni eso parece fácil de conseguir.
La
película empieza con buenas intenciones innovando aspectos considerados
tradicionales en la serie: en el prólogo, Bond no sale indemne, pues
acaba atrapado por sus enemigos; en los títulos de crédito junto a los
aspectos tradicionales (burbujas, siluetas de chicas, etc.) se continua
contando la historia (elipsis donde se muestra las torturas a la que es
sometido) y durante la primera parte en la que Bond es considerado un
traidor, Muere otro día
consigue mantener el interés recurriendo a los tópicos de siempre (Cuba
como reducto de los malos incluyendo el homenaje a Ursula Andress mediante
la aparición de Halle Berry) o enlazando escenas brillantes como la parte
siguiente que se desarrolla en Londres (desde la vista aérea con el London calling de The Clash hasta la pelea de esgrima). Mientras el
planteamiento del film se desarrolla todo funciona de una manera correcta,
el problema es que a partir de ese momento, cuando la acción se traslada
a Islandia, el ritmo del film decrece pues el mero hecho de incluir
peleas, persecuciones y explosiones no significa que uno se divierta en el
cine; además, después de Islandia, la coda final en el avión parece un
pegote innecesario.
En
definitiva el fracaso de este Bond viene motivado por una estructura
basada en acumular escenas de acción pero que no llevan a ninguna parte.
No es que otras películas de la serie hayan optado al Oscar al mejor guión,
pero al menos, de las últimas, Goldeneye
o El mañana nunca muere desarrollaban unas historias en torno a la
traición que en Muere otro día
(siendo el mismo tema) no funciona. Y un tema que empieza a ser
preocupante: el abuso de los efectos digitales que terminan ridiculizando
las escenas, en este sentido, da bochorno ver la escena de la ola en Muere otro día, un problema que se repite ya en muchas películas
(Spiderman, El ataque de los
clones). Es por ello que la dirección de Lee Tamahori pasa
absolutamente desapercibida dentro de una pretendida renovación del
producto (¿a qué viene el aspecto visual de la segunda parte, sobre todo
en Islandia, siguiendo modelos del cómic?). De todas formas, esto apenas
importa pues últimamente, la discusión sobre el filme ha pasado al
olvido para centrarse en los aspectos que lo rodean, creándose una
especie de seguidor, mitad fan,
mitad consumidor del producto que termina distorsionando cualquier atisbo
de objetividad (parecido al fenómeno que rodean filmes como El
señor de los anillos o Harry
Potter).
Tormo, Luis Tormo
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MUERE OTRO DÍA
Título
Original:
Die Another Day
País y Año:
EE.UU., 2002
Género:
Acción
Dirección:
Lee Tamahori
Guión:
Neal Purvis, Robert Wade
Producción:
Eon Productions Ltd.
Fotografía:
David Tattersall
Música:
David Arnold
Montaje:
Christian Wagner
Intérpretes:
Michael Madsen, Will Yun Lee, Judi Dench, Halle Berry, Rosamund Pike, John
Cleese, Simón Andreu, Toby Stephens, Pierce Brosnan, Rick Yune
Distribuidora:
Hispano Fox Films
Calificación:
Todos los públicos
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