La
historia se repite. Nuevamente acudimos expectantes a un filme de Gerardo
Herrero. Deseamos (somos buenos) que sea capaz (como dicen las
“razones” de sus amigos) de regalarnos una buena obra. O al menos una
obra bien hecha. Pero (a pesar de sus múltiples e interesados amigos)
sigue haciendo la misma torpe e inaguantable película. Eso sí, como cree
que esa es la esencia del cine, la envuelve dentro de una bella factura
estética (con perdón). Y con símbolos (eso siempre da realce) a diestro
y siniestro.
Si
Las razones de mis amigos era
una frustrante, tópica, elemental (de acaramelados tonos moralistas)
historia, El lugar donde estuvo el
paraíso es una tópica, frustrante, elemental ( de tonos moralistas
acaramelados) narración. O sea que se repite. Y nadie (de sus amigos
aduladores ¿por qué lo serán?) se atreve a decirle al (adinerado)
director que ése no es su oficio, que lo suyo (y no lo hace nada mal) es
ser productor. Uno, la verdad, no entiende qué tiene de malo quedarse en
productor. De su iniciativa (o conjunta con la de otros) han salido títulos
tan destacables como Un lugar en el
mundo o El hijo de la novia.
Por favor, entiéndasenos bien, no tenemos nada (todo lo contrario) contra
Gerardo Herrero (quizás sus amigos le deban muchos favores, quién sabe).
Esa es la razón por la que le decimos que lo suyo es producir películas.
Así, incluso, se manda más.
El
lugar donde estuvo el paraíso es una confusa historia de conocimiento
de un personaje ambiguo (el que interpreta Luppi) a través de su proceso
personal, que se bambolea entre lo ético y lo necesario. Para adentrarnos
en la historia, en la vida de este personaje contradictorio (un cónsul
que no sé por qué me recuerda el personaje de El
americano impasible de Green-Mankiewicz) pasamos a unos ambientes y
decorados dominados por el símbolo. Ahí es nada: el paraíso (que no
existe y que es esa selva edénica destruida por el hombre y etcétera,
etcétera, etcétera: moralina al canto), la casa (ejem, ejem) carcomida
en plena selva, los pobres indígenas aplastados (cercados más bien) por
los regímenes dictatoriales de su país y de los que le rodean... O sea
que las virtudes “denunciatorias” de Herrero son tan amplias como
infantiles. No se puede de una manera tan simple intentar aunar realidad
con símbolo, para eso falta entender las motivaciones de los personajes.
Y eso no existe. Unos y otros aparecen y desaparecen de acuerdo a las
necesidades del guión y actúan de acuerdo a un papel forzado y
establecido de antemano. Piénsese en el policía o en el “espía”
(aunque peor es su chulesco amante).
Y
lo más grave, Herrero cree conformar la realidad por identidad con los
sitios en los que transcurre el relato. Al parecer esa es la arbitraria, y
costosa, razón por la que el rodaje se desplazó a Iquitos. O sea, que el
director-productor confunde la realidad de lo que filma con la realidad de
lo que desea expresar. Por tanto pediríamos que la proyección se
argumente con gratuitas clases de Geografía.
Pero
todo da igual ya que las situaciones son forzadas y la manera de
resolverlas es prioritariamente teatral: se llega al límite de la escena,
se plantea de una forma ridícula y se corta como si tal cosa para pasar a
la siguiente. Citaré, por ejemplo, la muerte del chulesco individuo, con
la absurda (y posterior) reacción del espía-padre-amante.
Toda
la historia se plantea desde la protagonista. Desde el recuerdo que le
lleva a un encuentro anterior (el último) con su padre ahora muerto.
Puede entenderse que es un viaje iniciático: encuentro, culpa-redención,
entendimiento. Pero, el recurso resulta inadecuado e insuficiente.
Para
remate, la voz en off se “monta” sobre música con lo cual se pierden
muchas palabras, por lo confusa que resulta. En esta increíble película
hasta Luppi está flojo, lo que es ya el colmo. Y es que ni él mismo se
debe aclarar con el personaje. Nada ayuda a entender lo que acontece. Una
galería de imágenes sin vida. Lamentable.
Mr. Arkadin
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EL LUGAR DONDE ESTUVO EL PARAÍSO
Título
Original:
El lugar donde estuvo el paraíso
País y Año:
Argentina, España, Brasil, 2001
Género:
DRAMA
Dirección:
Gerardo Herrero
Guión:
Jorge Goldenberg
Producción:
Tornasol
Fotografía:
Alfredo Mayo
Música:
Lucio Godoy
Montaje:
Carmen Frías
Intérpretes:
Federico Luppi, Elena Ballesteros, Gastón Pauls, Paulina Galvez,
Gianfranco Brero
Distribuidora:
Alta Films
Calificación:
No recomendado menores de 13 años
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