Estamos
ante un planteamiento parecido al de Nueces
para el amor . Se trata de otra película argentina llena de buenas
ideas, pero... como en aquella (mucho peor) los resultados no están a la
altura de la propuesta del realizador. Si el filme de Lecchi trataba de
pasar revista a un “puñado” de años de la realidad histórico-social
(y sentimental) de Argentina para desembocar en el hoy, el del recién
llegado (y joven, sólo tiene 27 años) se aferra al hoy, que es lo que
realmente conoce. Un hoy de desesperanzas, negro, carente de ilusiones...
Varios personajes que se cruzan para mostrar unas vidas vacías, sin
sentido. Un hombre con una posición que se ve obligado a (prácticamente)
mendigar y un joven que quiere labrarse una posición. A su alrededor
deambular otros muchos personajes tan inútiles y frustrados como ellos
mismos. Para que el conjunto quede suficientemente explicito y
redondeando, el joven y su familia son judíos. De ahí a pensar en la
llegada de un mesias salvador sólo hay un paso. Y el título también lo
explicita. Un mesias que puede ser el mismisimo Godot de Beckett, que
nunca llega catapultando a los seres hacía la más profunda sima.
Pero esa idea
Burman la convierte en un fenomenal galimatías donde todo y todos tienen
presencia y parte. Búsquedas y salidas de todo tipo, personajes
marginados, excluidos, integrados, matrimonios que se rompen, lesbianas
–y heterosexuales- insatisfechos, jefes (un desconcertante y
desconcertado Inmanol Arias) que no se sabe de qué van o que son (¿es o
no homosexual?), historias de amor rotas... Todo ello planteado a través
de escenas cortas, sin una línea argumental clara. Algo propio del cine
moderno que alcanzó su máximo apogeo con la nouvelle vague y con Jean
Luc Godard como máximo abanderado. Una forma de expresión que ya habían
utilizado otras películas famosas anteriores al movimiento francés. Viva
Zapata de Kazan es un ejemplo. Burman quiere aplicar ese sistema.
Momentos que tratan de explicar unos personajes y unas situaciones donde
el tiempo se salta de forma premeditada. No hay, pues, una “historia”
al estilo clásico. Un ejercicio en la cuerda floja del que no todo sólo
bien parados. Burman tiene mucho todavía que aprender. Su filme es tan
pedante como cargante. Prima el mensaje sobre los hechos y las
situaciones. Lastima ver a la pobre –y ayer admirable- Stefania
Sandrelli pasear por la pantalla sin (destino) sentido.
Esperando
al meías como mucho es un cortometraje alargado, que da vuelta sobre
si mismo sin progresar. Un filme que se muerde la cola en la inutilidad de
la cansina repetición de vulgaridad que (al igual que ocurre a sus
personajes) destila su argumento termina por adueñarse de la propia película
en su conjunto. Lastima, otra ocasión perdida, otra demostración de que
las buenas ideas no suponen buenas películas
Adolfo
Bellido
|
Esperando
al
Mesías.
Nacionalidad:
Argentina, 2000.
Dirección:
Daniel Burman.
Argumento
y guión:
Daniel Burman y Emilio Torres.
Intérpretes:
Daniel Hendler, Héctor Alterio, Stefania Sandrelli.
|