Andy
Warhol dijo eso de los “quince minutos” de gloria aplicados a (la
aparición en) la televisión. Pues, de eso, quiere ir una de las múltiples
películas que asoman en esta pedante e insufrible obrita del señor
Herzfeld. Si ahí se quedara la cosa, pues bueno todavía podría
admitirse, pero no, porque la historia quiere tener “moralina” y de la
buena. Pero esa moralina suena a discurso (en su absurdo final) fascista.
La cosa va de unos “pirados” venidos de los países del Este para...
No se sabe muy bien la razón, aunque la única y definitiva es poner en
pie una peli donde los tales individuos se dedican a asesinar a troche y
moche. Uno de ellos, que quiere ser director, se dedica a filmar todo. Una
serie de cuestiones deben ser tenidas en cuenta, incluso en su
peligrosidad:
a)
los psicópatas de otras películas son aquí habitantes de los países
del Este, seres que como se sabe (por el filme y la mentalidad de muchos
americanos) equivale a “anormales” (¡mira que no haber nacido en el
país glorioso de los múltiples estrellas!). La forma en que se presentan
es absurda e inadecuada. Durante toda la película se muestran como
“anormales” o “drogatas” (no parece, sin embargo, que consuman “pastillas·,
ni esnifen nada). ¿Acaso, por eso de las múltiples referencias cinéfilas
(el señor Herzfeld) va de conocedor del cine; se intenta imitar al
“malo” (y excelente Jack Palance) de Pánico
en las calles (inolvidable película) de Kazan?
b)
las situaciones y su resolución carecen de la más mínima lógica. Todo
comienza con la conversación (?) demencial en el aeropuerto entre los dos
“malos” y el encargado de comprobar los papeles de los que llegan.
Pero lo que sigue es mucho peor. Por ejemplo ¿cómo un policía experto
(De Niro) es capaz de abrir la puerta de su apartamento y al ver que no
hay nadie -pero suponiéndose que algo pasa- dejar la puerta abierta de
par en par e irse pasillo adelante para ver si hay alguien? La razón del
hecho: para que los malos entren tranquilamente y cuando llega De Niro
reciba la sorpresa de que se encuentran dentro. Otro ejemplo ¿cómo
admitir que alguien, con policías por todos los lados, es capaz de
sorprender a la policía, de huir, de...? De película, claro... Más y más:
¿cómo puede robar, con rapidez y alevosía, la cámara de vídeo el
futurible director? ¿cuál es el trabajo del “bombero” Burms ya que
no hace más que ir a todas partes con el policía De Niro? ¿cómo los
asesinos pueden andar de un sitio a otro como “pedro” por su casa? ¿es
posible que escapen tan fácilmente en la persecución de la que son
objeto por las calles?
c)
Por si no estuviera claro que la película es “importante” al final,
después de unos tantos letreritos de crédito (cuando parte del público
se ha ido) se muestra una secuencia -reiterativa como pocas- que explica
la “maldad” de los señores televisivos, sólo preocupados por la
audiencia.
d)
El tema de la televisión es uno más de los muchos que aparecen en esta
(s) historia (s) deslavazada y con ansias de importancia. Es una pena,
pero sin saberlo el director -también argumentista y guionista o sea lo
que se llama autor total- ha tenido entre sus manos algún tema realmente
importante. No original, bien es verdad, porque insisto Herzfeld conoce
-parece al menos- el cine. Por ejemplo, el poder de “captar” imágenes,
dominar más lo que se graba que lo que se vive, estar influenciados por
la temática de la violencia. Algo, claro, que recuerda a Haneke y sus
estupendas El vídeo de Benny y Juegos
divertidos? Dos película, las del austríaco, que “exponían” las
razones -o investigaban el sentido- de la violencia cotidiana.
e)
La ironía es lo mejor del filme, aunque nos queda la duda de si es
buscada o casual. Algunas de los bis a bis entre De Niro y Burns son
estupendas. Lo que ocurre es que no se sabe si son creaciones de los
actores o propuestas del realizador. Aparte de que la interpretación de
De Niro (¡que gran personaje perdido en la película!) es realmente
insuperable (un actor que va ganando cada vez más con los años).
Sinceramente nunca se sabe si estamos en una película seria o en una
parodia.
d)
Hay apuntes y apuntes que incansablemente se repiten sin necesidad. El
presumible director llegado del Este se “denomina” Frank Capra. No se
sabe muy bien porque a no ser por eso de que sus personajes (los de Capra)
siempre triunfan. Más bien, pienso, se podía llamar Tarantino. Con todo,
la razón del personaje de Capra, a lo mejor está en triunfar en el país
de las oportunidades viniendo de fuera. Otro tema, pues: un país que
asoma como feliz y en el que encuentran la muerte. Pero, claro, como
pueden esperar otra cosa cuando llegan a Estados Unidos a sangre y fuego.
Nueva vuelta de tuerca que nos llevaría al primer apartado: ambos son de
antiguos países del Este, uno incluso ruso (el otro no puede admitir que
le hable en ruso. Exige, claro, que le hable en ingles de América, que es
lo suyo). O sea que, su destino (universal), parece ser el apropiarse de
los Estados Unidos.
e)
el final es fascismo puro. Hay que tomarse la justicia por la mano ya que
las leyes son absurdas y lo único que permiten es poner en libertad al
delincuente. Un plan perfectamente tramado (¡y el malo-malo parecía estúpido!)
por el “inteligente” de la pareja. Nada mejor para terminar con un
mundo de corrupción (abogado incluido) que matar a los que se comportan
mal. Para eso están los honrados defensores de la ley... aunque sean una
especie de inspectores de bomberos (vuelve otra vez el recuerdo de Pánico
en la escena como referente primario de este título. Allí también
había una pareja empeñada en evitar la catástrofe -eliminar la peste,
en aquel caso- formada por un policía y un oficial médico).
f)
Y para remate, es decir para dar verosimilitud a la cosa se hace que
algunos personajes que tienen que ver con el medio televisivo intervengan
se interpreten a si mismo. Se intenta ironizar con los propios programas
que emiten. Parodia de parodia. También se permite (el director)
jueguecitos como es que aparezca en una escenita de nada la hoy afamada C.
Theron. A ver quien consigue descubrirla. ¿Cuál es la razón de su
presencia? Probablemente que pasaba por allí (por el rodaje) o que
Herzfeld le prepuso la broma de su aparición, ya que fue él (el dire)
quien la hizo saltar a la fama hace unos años al darle el papel de
protagonista en Dos semanas en el
valle.
Pobre y larga película, que demuestra la inutilidad de un cine que
no sabe por donde camina. Habrá que esperar nuevas películas de Herzfeld
(pero a a ser posible que no escriba el guión) para ver hacía donde
camina este chiquito. A lo mejor resulta que tras su violencia se esconde
un buen comediante. ¿O acaso trata de imitar el (triste) cine de
Tarantino? Todo es posible. Mister
Arkadin
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15
minutes.
Nacionalidad:
EE. UU, 2000.
Argumento,
guión y dirección:
John Herzfeld.
Interpretes:
Robert De Niro, Edward Burns, Vera Farmiga, Kelsey Grammer.
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