Sin perdón
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Casi famosos

Cameron Crowe realizó hace años una ,muy apreciable comedia. Se titulaba Solteros. Luego, por todo lo alto, quiso convertirse en director solicitado. Nada menos que Tom Cruise, en pleno estrellato, como actor de Jerry Maguire. También intentó “cazar” para un pequeño (o gran) papel a...¡Billy Wilder! Se escabulló diciendo que él no era actor. Crowe, que a pesado no debe haber quien le aguante, consiguió una serie de entrevistas con el veterano director. El libro, en plena vorágine, de publicaciones sobre Wilder acaba de ser editado entre nosotros. 

En el libro de entrevistas, Crowe, daba pie a una de sus querencias: ser periodista-reportero o periodista-entrevistador. Algo que, con dificultad, se deja entrever en esta anodina película de título un pelín petulante, Casi famosos, y claramente testimonial. Crowe a sus quince años (niño prodigio él, como también se trata de auproclamar -su sabiduría- en la película) fue señalado (sin que los editores supieran su edad) por el dedo de Rolling Stone, la mítica revista de rock, para acompañar en una gira a una banda que comenzaba a sonar. Para evitar conflicto Crowe opta en su película por inventarse un nombre para la banda musical. Lo demás parece ser fiel a las peripecias del joven reportero. Lo que ocurre es que al espectador no termina por decirle nada (o le dice muy poco) el itinerario del protagonista. Todo es demasiado simple y tópico. Lo que, al menos, comienza teniendo un cierto aire simpático (el personaje de la madre interpretado por la eficaz “señora” Coen, Frances McDorman), termina convirtiéndose en un sin fin de repeticiones que nada nuevo aportan. 

Realmente no interesa para nada ni la historia del protagonista, que no evoluciona del comienzo al fin del relato, ni sus escarceos amorosos, ni los personajes de las “fans” del grupo, y mucho menos las peripecias de los músicos. Son flashes sin ningún rigor. Para remate se incluye la historia de la hermanita perdida y hallada en... la familia haciendo bueno el primer dicho de la (eficaz, inaguantable y reaccionarilla) mamá. Y es que últimamente (sería por la proximidad de Bush en el gobierno americano) las películas americanas exhalan un tufo desagradable sobre familias tradicionales, unidas a mayor gloria de los buenas costumbres. 

Hay, eso si, una buena banda sonora, compuesta por canciones de diversos cantantes de (más o menos) rock, una buena ambientación e interpretación, un intento de adquirir un tono agradable que se comunique a la concurrencia. La verdad es que poco se comunica. Tan sólo un cierto sopor del que se desprende a veces el buen aroma de un gag (la chica que despide al protagonista en el autobús y termina en su carrera -la chica- tropezando... con una pared). Poca cosa en un conjunto pobre con secuencias tan increíbles como la despedida entre la chica y el chiquito. Ella en un avión, él en la terminal siguiendo y despidiéndola -sí, como suena- a través de los ventanales. Muy, tristemente de risa. Igual que la ausencia de tiempo narrativo o la dificultad de entender que el protagonista -por muy real y propia que sea la historia- pudiera escribir algo entre tanto ajetreo. Personajes escasamente definidos, situaciones sin demasiado interés y (aparte del mensaje pro-familia) una clara tesis: uno debe seguir su (ahí es nada) destino. Si algo se desea hay que obtenerlo. Pues que bien... Y para remate ahora ha realizado el “remake” de Abre los ojos.

 Mister Arkadin                

Almost famous

Nacionalidad: EE. UU., 2000. 

Argumento, guión y dirección: Cameron Crowe. 

Intérpretes: Patrick Fugit, Billy Crudup, Kate Hudson, Frances McDormand.

 

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