Hace
un año nació uno de esos extraños productos comerciales ensalzados por
cierta crítica. Se trataba de El sexto sentido, la segunda película de un indio (de la India)
norteamericano llamado M. Night Shaymalan. Un emulador, nada menos, de
Hitchcock en cuanto le da por poner su sello personal (sus apariciones) en
cada película que dirige. Aquella obra (también con Willis de
protagonista) era una cosita bastante chapucera, basada toda en la
sorpresa final. Esa que hacia proclamar a muchos espectadores (y a varios
críticos) la inteligencia del nuevo genio. Ya es discutible que toda una
obra adquiera su valor desde el final, pero aún lo será más en cuanto
se considere que todo el juego no es más que un engaño manifiesto.
Maldita gracia puede tener un juego trucado desde el mismo comienzo. Una
cosa es una película enigma, otra es una película engaño. En la de este
tipo (como ocurría en “el sin sentido” de marras) el descubrimiento
final del engaño deviene en una ausencia de verdad, ya que toda ella
aparece como una enorme trampa. El final del filme de Night demostraba (al
tratar de unir lo que acabamos de contemplar) que no había nada en el
desarrollo de la obra, que todo se había escrito con la insana idea de
sorprendernos. Las claves, las propias reglas que el director se había
marcado en el desarrollo de la trama, las había traicionado cuando le habían
venido en gana. La falta de una lógica narrativa (no confundir con la
realidad) era lo que predominaba (y por tanto la negaba) en la película.
Pues bien, ahora
aparece un nuevo filme. Tan cargante e inútil (más aún) que el
anterior. Entre otras cosas ahora no hay nada en su desarrollo, se trata
de un vacío argumental total el que lastra las imágenes. Parece ser que
se intenta (el letrero primero así lo testifica) entrar en el mundo del
comic y mostrar lo negativo (?) de su influencia, al menos por lo que se
refiere a ciertas publicaciones de ese tipo. Aunque la presencia de otras
semejantes valorativas de los héroes defensores de la sociedad, hace
pensar que no todo está tan claro.
La verdad es que
poca enjundia tiene toda esta historia en la que el héroe (bueno) se
enfrenta a su antagonista. O sea que la película (escondiendo sus
intenciones) lo único que ofrece es la lucha entre el bien y el mal. Y,
ojo, el mal es la inteligencia (un pobre negro encadenado desde pequeño a
una silla de ruedas y con una mente prodigiosa), mientras que el bien es
la fuerza brutal (un guardia de seguridad que s encarga de que
“funcione” la sociedad. Todo ello, el mensaje reaccionario, surcado
por los buenos sentimientos de una familia que termina, como debe ser,
unida. Para este viaje...
Lo mismo que en su
anterior filme, en este Night opta por olvidarse (o esconder) de
corresponder su película con cualquier lógica narrativa. Nadie puede
entender como Samuel Jackson (pasadísimo como actor) es capaz, en su
estado, de poner bombas a diestro y siniestro o como Willis (que parece el
muerto –por su estatismo en todos los sentidos- reencarnado del anterior
filme) de pronto siente los poderes que le permiten “ver” a los malos
(pero no a su oponente y perseguidor). Eso si, en el colmo del humor Night
en su cameo habitual es confundido (irónica y falsamente) con un malo por
el buen bruto de Willis.
Parece que todo lo
que acontece es serio, pero la verdad es que no lo es. Como mínimo se
puede catalogar de una gran (y pobre) broma. Varias secuencias demuestran
la pobreza de medio utilizada por el director. Sirvan como ejemplo la
pregunta (risible) de Willis a si mismo y a su mujer, sobre cuantas veces
ha estado enfermo el pasado año (sería un momento grandioso en una película
cómica) o la secuencia en la que el hijo de Willis empuña una pistola,
amenazándole para que le demuestre que es el héroe que nunca muerte, es
decir el soñado Superman americano.
Pero,
hay más, como esa madre que deja el paquete (sin que nadie lo toque) en
un banco del jardín de enfrente para que su hijo salga de casa y lo coja.
O más grave, la llegada del héroe al mundo (¿homenaje al Superman de
Richard Donner?) para cumplir su labor... Veamos, el personaje
“husmea” en la mente de los viandantes hasta que descubre a un extraño
personaje que después del trabajo, por necesidades del guión, va a
asesinar, o a atacar, a los habitantes de una gran mansión. No se olvide
que este trabajador es de orden inferior (un limpiador) y por tanto con
opciones a ser un asesino, cosa en que nunca se podrá convertir alguien
con dinero... Un triste razonamiento el del film, un sentido reaccionario
claramente explicito por parte del listillo de un director que hasta el
momento no ha demostrado absolutamente nada. Adolfo
Bellido
|
Unbreakable
Nacionalidad:
EE. UU, 2000.
Argumento,
guión y dirección: M. Night Shyamalan.
Música:
James Newton Howard.
Intérpretes:
Bruce Willis, Samuel L Jackson, Robin Wright Penn
|