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Marisa
Ventura (Jennifer López) es una madre soltera de origen latino que vive
en el Bronx con su hijo Ty (Tyler Garcia Posey), un niño diez años que
exhibe asombrosos conocimientos de política. Marisa trabaja como camarera
en un hotel de lujo de Manhattan y, aunque sueña con una vida mejor, las
enseñanzas inculcadas por su madre la hacen dudar
acerca de sus posibilidades. Al hotel llega Christopher Hall (Ralph
Fiennes), un atractivo candidato a senador, favorito de los periódicos
sensacionalistas y heredero de una dinastía de políticos conservadores.
Chris, que confunde a Marisa con una de las ricas huéspedes del hotel, se
interesa inmediatamente por ella. La muchacha continúa ocultándole su
verdadera identidad porque cree que el político no querría saber nada de
una camarera latina. Por otra parte, este coqueteo pone en peligro las
posibilidades de Marisa de obtener el puesto de gerente del hotel al que
aspira. Justo cuando decide poner fin al romance, su identidad queda al
descubierto y es despedida. Gracias a los esfuerzos de Ty, la pareja
vuelve a encontrarse, esta vez libre de prejuicios.
Esta
comedia romántica tiene todos los ingredientes que se le suponen a una
película de cierta calidad adscrita al género: guión predecible pero
aderezado con momentos de grata comicidad, dos personas atractivas que se
enamoran, situaciones de tensión relacionadas con el desvelamiento de la
verdad, banda sonora apropiada (a cargo de Alan Silvestri en este caso),
buenas interpretaciones y un inevitable final feliz. Hemos visto todo esto
infinidad de veces. Como en Armas de mujer (Working Girl,
Mike Nichols, 1988), un hombre guapo y adinerado confunde a la
protagonista por alguien con una posición social superior; como en Pretty
Woman (Garry Marshall, 1990), otra moderna Cenicienta, nuestra heroína
vive la fantasía de vestir ropas caras y lucir joyas mientras es
cortejada por un hombre rico y atractivo; como en Jerry Maguire (Cameron
Crowe, 1996), la protagonista es una madre soltera cuyo precoz hijo
cautiva a su pretendiente; como en Notting Hill (Roger Michell,
1999), una persona corriente es repentinamente empujada bajo los flashes
de la celebridad.
El
guión de Kevin Wade (responsable también de Armas de mujer) se
ajusta con precisión a todas estas fórmulas. Está basado en una
historia de John Hughes (como Edmond Dantès), director y guionista una de
recordada película de los ochenta, El club de los cinco (The
Breakfast Club, 1985), pero también autor de guiones destinados al
entretenimiento infantil como Solo en casa (Home Alone,
Chris Columbus, 1990), Beethoven (Brian Levant,1992) o Daniel el
travieso (Dennis the Menace, Nick Castle, 1993). La historia
toca, sin profundizar, algunos temas de interés, como la división de
clases entre latinos y angloamericanos, o el peso de las expectativas
familiares (que han convertido a Marisa, hija de una camarera, en
camarera, y a Chris, hijo de un político, en político). La importancia
de confiar en uno mismo y en no dejarse arredrar por las opiniones de la
gente que nos rodea mantiene su particular versión norteamericana: la
exaltación del hombre (o la mujer) hecho a sí mismo y la ideología del
“querer es poder”. En la tierra de la libertad, cualquiera con una
voluntad firme puede salvar los obstáculos de un nacimiento humilde.
Aunque
realmente no valga la pena volver a contar esta historia tantas veces
vista, no queremos decir que se trate de una mala película, sino que el espectador no debe esperar obtener más que un rato de
entretenimiento amable e inocuo en forma de cuento de hadas contemporáneo.
Hollywood sigue siendo la fábrica de sueños por antonomasia y esta película
nos recuerda a quien lo hayamos olvidado, como la madre de Marisa, que
Estados Unidos es la tierra donde cualquier cosa es posible. Aquí, una
madre soltera del Bronx, una camarera latina, consigue el amor de un auténtico
WASP, un príncipe encantador, guapo y rico.
Wayne
Wang creció en el seno de una familia de Hong Kong que adoraba el cine de
Hollywood, hasta el punto de recibir su nombre en homenaje a John Wayne.
Estudió en el California's College of Arts and Sciences y ha desarrollado
su carrera profesional a caballo entre la industria independiente y el
cine más comercial de Hollywood. Sus películas han recibido una acogida
desigual entre el público y la crítica, aunque generalmente se reconoce
que ha obtenido sus mejores logros dentro de proyectos independientes como
son Chan Is Missing (1982), Cómete una taza de té (Eat
a Bowl of Tea, 1989), Life Is Cheap... But
Toilet Paper Is Expensive
(1989), Smoke (1995) o Blue in the Face (1995). Otras
películas destacables son El club de la buena estrella (The Joy
Luck Club, 1993), La caja china (Chinese Box, 1997) o A
cualquier otro lugar (Anywhere But Here, 1999). Wang se toma el
material hollywoodiense seriamente, lo que otorga a sus películas, a
pesar de los clichés con los que trabaja en esta ocasión, cierto
empaque. Aunque posiblemente no sea el mejor director para este tipo de
producto, no podemos negar que se mueve con habilidad entre el cúmulo de
estereotipos propio de la comedia romántica “made in Hollywood” y
trata a sus personajes con afectuosa amabilidad.
En
este filme diseñado para el lucimiento de Jennifer López, vehículo
destinado a convertirla en una heroína romántica al estilo de Julia
Roberts o Sandra Bullock, la actriz hace un buen trabajo. Se toma en serio
a su personaje y le confiere mayor profundidad, convicción y dignidad de
lo que el guión podría sugerir.
La
película también nos proporciona la rara oportunidad de contemplar a un
Ralph Fiennes que sonríe sin dolor, alejado por una de vez de los
personajes que sufren indecibles tormentos interiores (véase Cumbres
borrascosas, Días extraños, El fin del romance, El
paciente inglés, Onegin, El dragón rojo o Spider).
Quizá sea por falta de costumbre que este actor se nos antoja un poco
fuera de su elemento en medio de una comedia intrascendental. A este político
de fantasía que interpreta, alérgico a la celebridad, honesto,
preocupado por el medio ambiente y las condiciones de vida de los más
desfavorecidos, amante de los niños y los animales y ajeno a las
diferencias de clase cabe preguntarle por qué demonios es republicano.
Pero como dice Ty: “Republicanos o demócratas, ¿qué diferencia hay
estos días?”
Sin
duda, lo que salva la película es el excelente trabajo de todos los
actores. Además de los protagonistas, debemos mencionar las
interpretaciones de Tyler Garcia Posey como el dotado hijo de Jennifer López
jugando a Cupido y de la cómica Marissa Matrone como Stephanie, colega y
mejor amiga de Marisa que la empuja (literalmente) a perseguir su sueño.
El resto de los compañeros de trabajo de Marisa resulta igualmente creíble
gracias a unos rostros no hollywoodienses y al sentido de camaradería que
logran transmitir. Resulta especialmente sobresaliente la interpretación
Bob Hoskins, un mayordomo que, a pesar del lema del hotel según el cual
el personal de servicio debe “aspirar a ser invisible”, mantiene una
admirable dignidad en todo momento. También cabe destacar a una hilarante
Natasha Richardson parodiando el insoportable esnobismo de la clase alta
norteamericana (excelente entonación pija la de la dobladora). Hollywood
sigue comprobando que recurrir a actores británicos (Fiennes, Hoskins,
Richardson) le proporciona buenas interpretaciones además de un toque de
distinción.
Como
decíamos, una fantasía perfecta para las vacaciones o para cualquier
tarde de lluvia.
Lucía
Solaz
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