En esta sección
comentaremos los filmes proyectados en la Filmoteca de la Generalitat
Valenciana que difícilmente podríamos contemplar fuera de su ámbito.
Son las joyas de la programación, películas raras o inencontrables,
que van siendo recuperadas por los restauradores y que perviven
gracias a los esfuerzos de las cinematecas, que sólo con esos rescates
justificarían más que sobradamente su existencia.
SEVEN
MEN FROM NOW
Por
Mister
Kaplan
No
es Budd Boetticher un director muy conocido en nuestro país, pese al
prestigio de los westerns que rodó en los años cincuenta y de algún
otro título de ambiente taurino (Santos,
el magnífico) o centrado en el mundo de los gangsters (La ley del hampa).
Sin
embargo, entre los miembros de esta revista goza de gran simpatía, porque
hace seis años “Cinema Jove” le dedicó un homenaje a este antiguo
torero que contó con su presencia en la capital del Turia (con visita turística
a la plaza de toros, faltaría más) para presentar, entre otras cosas, el
primer libro que se le dedicaba en España, editado por la Filmoteca de la
Generalitat Valenciana y escrito por dos de los redactores de esta
revista: “Budd Boetticher, un caminante solitario”.
Y ha sido
precisamente “Cinema Jove”, otra vez en colaboración con la
Filmoteca, quien nos ha permitido ver por primera vez en nuestro país, en
pantalla de cine y con una copia impecablemente restaurada, el mítico
western Seven men from now,
producido por la Batjac de John Wayne, aunque en definitiva es un claro
anticipo del ciclo de westerns producido por Randolph Scott y Joe E. Brown
(Ranown era el nombre de su empresa) para la Columbia, y que dio obras tan
interesantes como The tall T (Los
cautivos), Decisión at Sundown
(Decisión al atardecer), Buchanan
rides alone (Buchanan el solitario), Comanche
Station (Estación Comanche) y, para quien firma estas líneas, el
mejor título de toda la serie: Ride
lonesome (Cabalgando en solitario).
Motivos
no faltan para que éste sea un filme mítico. Una escena inicial modélica
ya muestra claramente la concisión narrativa de la que hará gala
Boetticher en todo el metraje: noche. Llueve. Dos vaqueros toman café al
resguardo de una cueva. Llega un jinete. Miradas. Se sirve café.
Conversan sobre un atraco. Eran siete los ladrones. Nuevas miradas. Pero a
dos ya los han encontrado... Exterior de la cueva. Varios disparos en off.
Cuando
volvemos a ver al jinete solitario (un personaje paradigmático en su
obra, interpretado casi siempre por el impertérrito Randolph Scott),
descubrimos que fue sheriff del pueblo y que persigue a los siete
asaltantes de la diligencia porque en su atraco cometieron la torpeza de
matar a su mujer... que era la que trabajaba en la familia porque el
sheriff ya estaba en paro.
Ahora
vuelve a “trabajar”. Tras acabar con los dos de la cueva le faltan
cinco ladrones. Su persecución hasta la frontera de México (siempre México
como metáfora de la libertad, de la huida, del final de un trayecto) se
convertirá en un aprendizaje. En el trayecto ayudará a una familia
venida del este y sufrirá el “acoso” de la mujer para formar una
nueva familia (una mujer mucho más fuerte que su marido... y un personaje
insólito para un western de 1956).
También
recibirá las visitas de su conciencia, encarnada en un espléndido Lee
Marvin, que le recuerda continuamente aspectos oscuros de su vida
anterior... Todo ello conducirá a un enfrentamiento final, un duelo en
mitad del desierto, con el dinero robado como único testigo. Un duelo
también simbólico mediante el cual Randolph Scott se deshará de gran
parte de su pasado, quizá para comenzar una vida nueva, puede que como
ayudante de sheriff y hasta es posible que en compañía de esa nueva
mujer que ha conocido... pero todo lo vivido dejará una secuela
imborrable en él, de la que esa cojera es un evidente símbolo.
En ese
viaje, en esa persecución, también irá recibiendo las visitas de los
cinco atracadores pendientes, que irán cayendo uno a uno hasta cumplir su
venganza, o hasta hacer justicia, uno nunca tiene muy claro cuál es su
motivación final.
Y también
recibirá la visita de un ejército desorientado y de un grupo de indios
hambrientos. Unos indios que antes que pelear prefieren quedarse con un
caballo... no sabemos si para huir del ejército o para comérselo.
Sólo por
esta idea, por este discurso sobre el papel de los indios, ya valdría la
pena ver la película. Es una auténtica joya.
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