Las horas
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El sentido de la vida

El segundo filme de Stephen Daldry es una apuesta bela y complejaStephen Daldry demostró de lo que era capaz en su presentación como director: la más que estimable Billy Elliot: Allí partiendo de una historia sobre el papel no demasiado compleja, realizó un brillante ejercicio expositivo sobre la necesidad de encontrar una razón para vivir. Ecos no demasiado lejanos a los que retumban en Las horas. Ambos títulos además hablan de lugares y de tiempos que se miran en el pasado como forma de aprendizaje. 

Las horas, el segundo filme de Daldry, es bello y complejo. Roza en muchas momentos la perfección, merced a la preocupación por conseguir un conjunto armónico a partir de una historia muy elaborada en la que tres mujeres se interrogan sobre la razón (y sentido) de la existencia: de la suya y de la que les rodean. Es el saber, además, o por tanto, quién se es y quienes (y como) son los otros. La unión y separación de unas vidas, la dificultad que hay de entender, comprender o simplemente hablar a los otros. Los (malditos) silencios, las palabras que nunca se dicen pero que debieron pronunciarse. La búsqueda, en definitiva, de un paraíso inalcanzable. ¿Se trata de buscar lo imposible, de no aceptar la vida, de dar vuelta siempre a un mismo problema? El sentir, discernir, sufrir de unos seres en el discurrir del tiempo, de las horas.

Tres personajes, tres mujeres en diferentes lugares y en diferentes épocas, entremezclan sus vidas a lo largo de un día de su vida: Virgia Woolf (Nicole Kidman) cuando inicia, en 1923, su novela “La señora Dalloway” en su casa de campo en Inglaterra; un ama de casa insatisfecha (Julianne Moore) que habita, en 1949, en Los Ángeles se dispone a leer “La señora Dalloway”; una intelectual neoyorkina y lesbiana (Meryl Streep) conocida como señora Dalloway, nombre que le otorgó un amigo escritor (Ed Harris), quien al comienzo de la narración, finales de los años noventa del siglo pasado, enfermo de sida va a recibir un premio literario. Las tres historias (distintas épocas y lugares) se desarrollan en un sólo día. Son el relato de las “veinticuatro horas de la vida de una mujer. De toda la vida de una mujer” de acuerdo al personaje de la novela que escribe (y es leída en el futuro) Virginia Woolf.

Vidas de tres mujeres que son las de muchas más o las de una sola mujer. Vidas que se entrelazan, que se unen saltando en el espacio y en el tiempo. Una serie de datos que se correlacionan entre si: una escritora y su novela, alguien (una mujer) que lee (en el futuro) esa novela, y otra mujer (más allá en el tiempo) a la que la llaman igual que a la protagonista de la novela de Virginia Woolf.

Daldry nos muestra la vida de tres mujeres que se entrelazan en el espacio y el tiempo.Las historias de las tres mujeres no se unen exclusivamente por lo anteriormente expuesto, ya que hay otros serie de datos o hechos que llevan a sus vidas a quedar centradas en una sola. Así, Virginia piensa comenzar el libro contando como la mujer (su protagonista) va a comprar (ella misma) unas flores para luego preparar una fiesta. La escritora tiene en su casa unas flores cuya reconocimiento, por su parte, la conduce al inicio de la novela; el ama de casa comprueba al levantarse (después de haber iniciado la lectura del libro de la escritora) que su marido ha llevado a casa unas flores para festejar el santo... de él por lo que la mujer decide (no tiene otra cosa que hacer salvo “mascar” el aburrimiento en su casa) preparar una fiesta de cumpleaños. Meryl Streep, por su parte, al igual que la señora Dalloway, compra ella misma unas flores para preparar una fiesta a un amigo que no es otro que el escritor enfermo de sida.

Las historia -el transcurrir de las horas- de las tres mujeres van alternándose de forma perfecta por un montaje que relaciona los hechos. Un pequeño gesto o detalle, una palabra, un objeto, una determinada acción, una puerta que se cierra o se abre son algunos de los elementos utilizados para unir (pasar) las  historias. Lo mismo da que se unan las tres historias de una u otra manera pues las tres historias son una sola debido ante todo a unos mismos planteamientos o ideas. Las tres mujeres viven vidas muy parecidas, y todas ellas (al igual que la mujer de ficción creada por la escritora) reflexionan desde el dolor de unas ausencias o una soledad (real o imaginaria) sobre la vida y la muerte.

La película se inicia y termina con el suicidio de la escritora Virginia Woolf, muy bien caracterizada e interpretada por Nicole Kidman.En Las horas el pasado, lo que ocurrió, influye en el presente, lo que ocurre. La escritora se pregunta, en un momento, que destino deberá asumir su protagonista. Virginia Woolf se interroga así de forma implícita sobre su mismo futuro. Piensa en “conducir” a la señora Dalloway al suicidio. Es lo mismo en lo que piensa Julianne Moore como forma de salir de una vida en la que no encuentra ningún aliciente. Pero la autora decide “salvar” a su protagonista. Julianne Moore, en un enlace simultáneo de escena, decide “vivir” y volver a su casa aunque con una idea: hacer que su vida para de cero, abandonar la casa en cuanto nazca su nuevo hijo. Deberá para ello, algo que hará, abandonar a su marido y a sus hijos. ¿Por qué y para qué? Quizá para que en el futuro su presencia y su acción, incluida la gratuidad de su forma de obrar, conduzca (en el conocimiento del fracaso de la huida) a otra mujer bien a encontrase consigo misma o bien a vislumbrar, simplemente, la razón de la existencia, que reducirá a la aceptación de la vida y a asumir el amor de los que la rodean. Este momento antefinal, en el que alguien parece haberse “salvado” (no olvidemos tampoco el plano final del suicidio de la escritora al tiempo que se escuchan las palabras de la carta que ha dejado al marido expresándole el poder del amor como sentido de su existencia), puede entenderse como la clásica moraleja de una obra moralista. No hay tal pues simplemente nos enfrentamos a un punto y aparte referido a la conclusión de un determinado personaje en un instante muy concreto. De ahí la gran diferencia que puede existir entre el cierre de esta película y el final moralista (hacia el que conduce toda la película) de A propósito de Schmidt.

Las horas se inicia y se cierra (como si fuera una repetición) con el suicidio de la escritora. Aunque la escritora muere su obra vive, por eso sus imperecederas palabras salvarán (del suicidio) a otras mujeres bien directamente o bien a través de otras personas que de una u otra forma se han relacionado con la novela de Virginia Woolf. Las reflexiones, las preguntas que la escritora se hace en su libro servirán para que otras personas, otras mujeres, elementales o cultas, semejante a las que protagonizan sus obra, reflexionen sobre lo expuesto. La creación artística,  la obra de arte es lo que sigue vive, es eterno. Sus atributos imperecederos concederán la vida (su conocimiento) a otros seres.

Espejos, pues, que se miran en otros espejos. Vidas reales o ficticias que alcanzan un sentido, en su eternidad de vida. Un aprendizaje en el tiempo y en el espacio. Una artista encerrada en su mundo y que lanza su obra hacia el futuro como testigo de su vida y de su existencia en la que se enfrentó a los mismos (o parecidos) problemas que los otros seres. Aprendizaje para poder seguir sintiéndose vivo.

Filme bello y complejo en el que se muestra el rápido discurrir de un tiempo que nunca podrá ser dominado.La película parece progresar en círculos donde los personajes quedan aprisionados sin posibilidad de salida. Realmente no es cierto ya que siempre aparece, se muestra, un camino hacia adelante, de forma que el círculo (la repetición de unas acciones) se abre para que la vida prosiga en continuidad hasta... Una vida, que son otras vida igualmente parecidas e igualmente distintas. Las acciones de unos terminan por provocar la vida de otros. La historias de las tres mujeres distantes en el tiempo son parecidas porque las historias de seres humanos, aunque sean distintos, son muy parecido. También porque la relación y encadenamiento de unas vidas hace posible el acercamiento de los seres. 

No trata, pues, la película de las historias de tres mujeres a lo largo de un día en años, periodos y lugares distintos. Son idénticas historias relacionadas entre si: los que vivieron en el pasado influyen en el presente. Las vidas imaginadas por el escritor-artista se convierten en su lectura y visión en referencia para el eterno (?) futuro de la humanidad: texto y lector enfrentados en un diálogo personal.

No puede sorprendernos, por tanto en el filme, el descubrimiento hacia el final de ocultas identidades (o expresada de forma directa, ya que existen datos para captarla) para el espectador.  Esas identidades van mucho más allá de un juego frío e intelectualizado. Son la lógica conclusión de la inter-relación o la intromisión general (un yo que cede el testigo a nuevos yo en un proceso continuo y expansivo) de unos seres en otros.

Filme bello y complejo en el que se muestra el rápido discurrir de un tiempo que nunca podrá ser dominado. Frente a la frustración y el desengaño se encuentra la necesidad de crear, de amar y de sentir. El fracaso de unas vidas es admitido como tal en cuanto los personajes se hunden en una (real, aparente o dibujada) vida fracasada. Quizá deban descubrir lo más hermoso que habita ese tiempo que fantasiosamente se pierde en una búsqueda sin sentido, y cuyas acciones pueden condenar para siempre a los demás. Un sin sentido que provoca el sin sentido de los otros. Llamadas de amor en oleadas (el niño que reclama el que nunca recibe en su aislamiento, en su ignorada existencia) huidizas ante la fatídica presencia del dolor y de la muerte. Tres beso de tres mujeres a tres mujeres distintas (uno en cada historia) son otras llamadas de reconocimiento y aceptación del dolor, la felicidad, la necesidad del otro.

Enfermedad, dolor, muerte y amor: la vida. Eso es el filme. La rueda que gira y gira sin cesar. Que, (¿por qué no?), proseguirá mañana con la vida y en la existencia de otra mujer: la hija de Meryl Streep. ¿Acaso el padre es Ed Harris? Probablemente. Hay datos (el abrazo a Julianne Moore) significativos que marcan esa dirección. Y es que la película se va explicando a través de pequeños apuntes como aquel en que se muestra a un niño (el hijo de Julianne Moore) temeroso de su soledad, de la ausencia de la madre, escondiendo la necesidad de amor que siente por la madre. Personaje que se va a identificar claramente (hecho que se confirmará posteriormente) con el escritor solitario, “dañado” por el abandonado de su amante (al igual que el niño fue abandonado por la madre) y que pide compresión y amor...

Este sendero, lleno de dolor y de búsqueda, recorrido por las tres mujeres del filme, me recuerda enormemente la reflexión bergmaniana de Gritos y susurros. Hay bastante más afinidad entre las dos películas de la que en principio puede suponerse. Incluso el método narrativo utilizado por Stephen Daldry a base de primeros planos se acerca mucho al  sistema narrativo del cine de Ingmar Bergman.

En el aspecto negativo de Las horas habrá que referirse a una demasiado elaborada (y que acaba por resultarme elemental y tosca) labor de maquillaje utilizada para envejecer (o avejentar) a Julianne Moore y a Ed Harris, ante todo porque ambos personajes (madre e hijo) aparentan parecidas edades. Tampoco me agrada excesivamente la utilización de la música. Grass sigue siendo demasiado fiel a su estilo. Su intento de “musicalizar” de forma diferente a las tres mujeres no está perfectamente ensamblado. Pero realmente lo que hubiera preferido (como en el filme de Bergman) es que en Las horas no hubiera música. Bastaba con escuchar únicamente el imparable tic-tac que señala el paso del tiempo. Sería la forma más concisa de identificar la angustia existencial de unos seres que se preguntan sobre cosas tan elementales y de tan difícil contestación como son la razón de la existencia humana y la presencia constante de la muerte (o de la separación como referencia a ella misma): el vivir y el morir.

Capitulo aparte merecen las tres magníficas interpretes de Las horas. Si tuviera (¡gran problema!) que quedarme exclusivamente con una de las interpretaciones sería con la de Nicole Kidman. Increíble tanto su trabajo como su portentosa transformación en Virginia Woolf. Por momentos parece que por la pantalla no se mueve Nicole, que quien en realidad está, piensa, actúa, anda es Virginia Woolf. Realmente portentoso.

Billy Elliot fue la carta de presentación de Stephen Daldry. Su segundo filme nos confirma que su primera película no era casual. Su cine, dentro de la industria, es adulto, opta por planteamientos profundos. Como prueba de su buen hacer bastaría señalar la hermosa secuencia del entierro-funeral del pájaro o la apertura del filme tan intensa que “agarra”, desde ahí, al espectador. Por el contrario es muy discutible la secuencia de la pesadilla de Julianne Moore en el hotel o la rigidez teatral (el director procede del mundo de teatro y esta película parte de la versión teatral de una novela) con la que resuelve algunos momentos. Con todos los errores que puedan existir en Las horas, nos encontramos ante un bello filme, que  TAN SÓLO reflexiona sobre la razón por la cual se vive. Casi nada.

Adolfo Bellido

LAS HORAS

Título Original:
The hours
País y Año:
Reino Unido, 2002
Género:
Drama
Dirección:
Stephen Daldry
Guión:
David Hare
Producción:
Scott Rudin Productions
Fotografía:
Seamus McGarvey
Música:
Philip Glass
Montaje:
Peter Boyle (II)
Intérpretes:
John C. Reilly, Toni Collette, Nicole Kidman, Claire Danes, Ed Harris, Julianne Moore, Meryl Streep
Distribuidora:
Lauren Films
Calificación:
Todos los públicos

 

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