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LA CERRAZÓN DEL CÍRCULO

(A propósito de La muerte y la doncella)

Por Enric Albero 

Una adaptación de una obra de teatro a la que Polanski ha añadido un prólogo y un epílogo que cierran su carácter circular.Antecedentes

En este estudio acerca del filme de Polanski se pretende constatar la siguiente idea de base: la concepción de las secuencias inicial y final como una secuencia única que actúa como elemento de síntesis y de clausura. Analizaremos ambas secuencias por separado y, finalmente, trazaremos una conclusión que nos permita verificar nuestra hipótesis.

Secuencia inicial

Esta secuencia esta integrada dentro del genérico y constituye, a nuestro juicio, una pieza clave en la construcción de la película. En primer lugar, con el fondo en negro, observamos el nombre de la distribuidora: WANDA FILMS presents. Este titulo desaparece y en su lugar se coloca otro:

CAPITOL FILMS Presents

Después de volver a fundirse en el negro aparece un nuevo cartel:

A MONT / KRAMER production

Tras volver a desvanecerse en la oscuridad del fondo observamos otro rotulo:

IN ASSOCIATION WITH  CHANNEL FOUR FILMS AND FLACH FILMS

Después de una nueva perdida de estos créditos tras el negro, aparecen los siguientes:

WITH DE PARTICIPATION OF CANAL + / TF1

Finalmente, y todavía sobre el negro, aparece un último título:

A ROMAN POLANSKI FILM

Antes de pasar a la imagen en si, pues aún no hemos observado ninguna, es estimable hacer dos consideraciones, una que hace referencia a la producción, y otra acerca de la colocación del nombre del director en el genérico.

En primer lugar, vemos que las empresas de producción asociadas son: Channel Four y Flach Films, ambas inglesas, y Canal + y TF1, de origen francés. Como vemos se trata de una producción ajena a los estudios de Hollywood: es una coproducción franco-británica (aunque los productores sean británicos: Mount y Kramer). Polanski, después de sus inicios en Lodz y Paris, recaló en Inglaterra y más tarde viajó a Los Ángeles para entrar en la órbita de los estudios. Pero tras diversos escándalos, y sobre todo tras ser acusado de corrupción de menores, escapó de la Meca del Cine para emigrar a Europa. Es por ello que a partir de finales de los setenta realiza sus películas fuera de Hollywood.

Después de este inciso biográfico es necesario hablar de cómo se coloca el nombre del director en el genérico: será el último título de crédito que veremos con fondo negro, antes de que aparezca la primera imagen. La marca de autor [1] queda, a nuestro juicio, patente. El resto de componentes del equipo técnico aparecerán sobreimpresionados en las imágenes. Este paso de las sombras a la luz viene mediado por el nombre del realizador que nos da la posibilidad de ver la historia que va a ser narrada: la transición de un vacío a la imagen cinematográfica, viene establecido por la voluntad de Polanski. Como más adelante veremos, esta marca no sólo se reconoce en este (si se quiere, La presencia de la obra musical de Schubert es otro dato para comprender el complejo mundo interior de la protagonista cuando se enfrenta a su torturador. pequeño) detalle: la creación de las secuencias inicial y final son fruto de la inventiva de Polanski, pues no se encuentran en la obra de teatro (si bien es cierto que Dorfman es, también, el guionista).

Sigamos con la investigación: después de leer el nombre del director, aún sobreimpresionado en negro, tras un corte, observamos un inserto de un violoncello y del arco que acaricia sus cuerdas, así como también, en el vaivén del arco, llegamos a ver la mano del músico. Desde el momento en que la imagen ha entrado en campo ha empezado a sonar el cuarteto para cuerda La muerte y la doncella, de Franz Schubert.

Un corte nos traslada ahora a un plano de conjunto que nos muestra a los cuatro músicos que interpretan la obra sobre un escenario con el fondo oscuro. Los cuatro intérpretes están colocados en semicírculo y delante de ellos están situados los atriles que albergan las partituras a ejecutar. Hay tres violines y un cello. Además, el empleo de esta escala nos permite ver una porción del patio de butacas, situado a una altura inferior a la del escenario, donde se observan las cabezas del público, de espaldas al objetivo. La posición de la cámara es totalmente frontal.

Después de un nuevo corte vemos un inserto de dos manos que se aprietan, los dedos de una mano se cierran sobre los huecos formados por los dedos de la otra y viceversa. Determinamos, a partir de la manga del traje, que una mano pertenece a un hombre; la otra posiblemente sea la de su pareja, aunque esto entra dentro del terreno de la conjetura. La mano del hombre lleva una anillo en el dedo corazón, mientras que la otra esta totalmente desnuda. Para encuadrar las dos manos el objetivo traza un leve picado.

El siguiente corte nos coloca en un plano medio corto, aunque es difícil catalogarlo como tal, donde se observan las caras de un hombre con gafas y bigote (Stuart Wilson) y de una mujer con un gesto tenso (Sigourney Weaver). Por una asociación con el plano anterior adivinamos que son ambos los que se sujetan las manos. La colocación de los brazos en este plano así nos lo indica, así como el traje de él y la desnudez del brazo de ella que se corresponde con lo anteriormente citado.

El hombre gira la cabeza hacia la derecha para mirar a la mujer, que tiene sus ojos fijos en el escenario. Sabemos que el escenario es su contracampo por dos cuestiones: porque podemos ubicar el espacio donde ellos se encuentran; pues aún a pesar de no haber ningún stablishing shot que cubra todo el espacio, la visión del público a su alrededor y el hecho de observar siempre un mismo tono en el color del ambiente (en fin, de detectar una misma atmósfera: color, luz...) así nos lo indican; y porque en la banda sonora sigue sonando la misma pieza que en planos anteriores.

El último corte de esta primera secuencia nos devuelve al contracampo de la pareja, al lugar donde ella mira, pudiendo ser interpretado ese plano de conjunto del cuarteto musical, como un plano de punto de vista. En la primera recreación de este cuadro era imposible hacer tal afirmación, pues no se nos había presentado ningún personaje todavía, y por tanto no se podía establecer otro punto de vista que no fuera el del autor. El plano es idéntico al anterior y no lo volveremos a describir; la única variación consiste en quién mira ahora el concierto: si antes era la cámara ahora es Weaver, pues su marido la mira a ella.

Sobreimpresionados en este plano aparecen el resto de títulos del genérico:

SIGOURNEY WEAVER

BEN KINGSLEY

STUART WILSON

Aparecen los actores en primer lugar y luego aparece el título de filme, produciéndose una asociación del rótulo con la pieza musical que sigue sonando:

LA MUERTE Y LA DONCELLA

Seguidamente siguen apareciendo el resto de carteles que aquí no explicitaremos, pues su aparición no constituye ningún nuevo hallazgo dentro de la película, y sería una lista innecesaria, que cumple un requisito puramente nominativo y funcional.

El último rótulo del genérico es:

Directed by ROMAN POLANSKI

El nombre del director vuelve aparecer y con él se acabará esta secuencia inicial, que como hemos dicho es obra del realizador. Al mismo tiempo la música finaliza y se oye el ruido del golpear de las olas contra las rocas, y tras un corte pasaremos a la secuencia siguiente.

Todos los comentarios que esta secuencia pueda suscitar los reservaremos para más tarde, pues como ya hemos expuesto, creemos que esta secuencia y la final son un todo, y es por ello que analizaremos primero esa secuencia para luego realizar un comentario de ambas, o del todo, según se mire.

Tres únicos actores aparecen en la película (si exceptuamos el prólogo y el epílogo), y los tres realizan una excelente interpretación.Secuencia final

Esta secuencia empieza como la inicial, creando así una rima entre ambas. Un inserto del cello y el arco que hace sonar sus cuerdas, y la interpretación de La muerte y la doncella nos recuerdan el principio del filme. Pero a partir de aquí la cosa cambia: desde esta posición la cámara traza un travelling hacia atrás y hacia arriba que encuadra al músico a la derecha de la imagen, en leve diagonal, colocándolo en un plano medio. A medida que el travelling sigue hacia atrás se va ampliando la escala hasta llegar al plano de conjunto del cuarteto, que de nuevo nos traslada a la secuencia inicial. La disposición de los músicos es idéntica a la del fragmento del principio, y es este uno de los factores que nos hacen suponer que estamos en el mismo concierto: hay más.

La cámara se queda fija en ese plano de conjunto de los intérpretes y a partir de este punto traza una panorámica de 180 grados hacia la derecha: este movimiento, en caso de que estemos en el mismo lugar que en la secuencia inicial, nos permite verificar que el espacio que antes juzgábamos como único, pero que no observábamos en ningún plano, es tal. La panorámica se detiene y encuadra al público de manera frontal (igual que encuadraba al escenario) en un plano de conjunto: entre ellos, y más iluminados que el resto, vemos los rostros de Paulina y Gerardo. Ahora, después del desarrollo de toda la historia, podemos llamarlos por sus nombres, mientras que al inicio eran dos desconocidos. Evidentemente estas caras se corresponden con los protagonistas de la secuencia inicial. Ambos personajes llevan la misma ropa que en la parte antes analizada, por lo tanto encontramos aquí otro factor que nos acerca más  a la conclusión de que estamos, en ambas partes del filme, en el mismo sitio y en el mismo tiempo: son un continuum. Además, la panorámica permite establecer que los intérpretes son el contracampo de los espectadores.

Seguidamente, la cámara traza un travelling hacia adelante sobre los rostros de los dos personajes hasta encuadrarlos en un plano medio corto, que rima, de nuevo, con otro de la secuencia inicial. El objetivo se queda ahí, y Paulina levanta la vista, primero hacia arriba, y después de un movimiento ocular de vacilación, mira hacia arriba a la izquierda (a nuestra izquierda). Durante este movimiento de la actriz, el travelling se ha acercado más hacia ella hasta tomarla en lo que constituye casi un primer plano, pues la cara de Gerardo, que mira el concierto, queda cortada por el borde izquierdo del  encuadre.

En este momento y con la mirada de Paulina dirigida hacia este punto, la cámara traza un travelling de derecha a izquierda y de abajo a arriba, formando una diagonal que se corresponde con la mirada de Paulina: el travelling va hacia el objeto de la mirada (después explicaremos porque no se utiliza aquí un plano de punto de vista, mucho menos engorroso de filmar). Y, ¿cuál es el objeto de esta mirada? El travelling finaliza con un plano de conjunto del doctor Miranda (Kingsley) y su familia, situados en uno de los palcos del teatro. El plano queda compuesto de la siguiente manera: en primer termino tenemos al doctor y a su hijo pequeño, y tras ellos están la mujer y su segundo hijo. Esta composición, con el hijo menor apoyado sobre el borde del palco, agachado, hacen que sea Miranda el que presida este cuadro familiar: es el cabeza de familia, además de uno de los protagonistas de la historia que se nos ha contado. El doctor no mira el concierto: su mirada se dirige a un fuera de campo conocido por nosotros (abajo-derecha): el lugar desde donde Paulina le mira: se establece el primer cruce de miradas. El travelling, que tomaba ese retablo familiar, avanza lentamente hacia adelante y el borde izquierdo del encuadre, corta a la mujer, resaltando, más si cabe, la figura del doctor.

En este momento su hijo pequeño (situado a la izquierda del encuadre, a la derecha de su padre, desde la posición del doctor) se da cuenta de que su padre no mira el concierto, y gira la cabeza para ver qué le pasa. El doctor, percibiendo la mirada interpelativa del hijo que le observa despistado, toma la cabeza de éste con su mano derecha y la dirige, en un gesto de cariño, hacia donde se desarrolla el cuarteto. Miranda también gira su cabeza y la vuelve hacia la escena durante un rato. Unos segundos después su mirada vuelve al lugar anterior (abajo a la derecha) y empieza un nuevo travelling: esta vez de izquierda a derecha y de arriba a abajo, buscando el objeto de la mirada del doctor, que en un principio ha de ser una devolución de la mirada que Paulina le ha dirigido.

La sorpresa nos invade cuando finaliza el travelling y vemos que es Gerardo el receptor de esta mirada, y no Paulina que mira a escena. Gerardo dirige su mirada hacia arriba a la izquierda, después girará la cabeza hacia el escenario. Ahora estamos en un plano medio corto (igual que en la secuencia inicial) que encuadra durante unos segundos al matrimonio Escobar.

El único corte de esta secuencia nos traslada al contracampo de lo que ven Paulina y Gerardo. De nuevo un plano de conjunto encuadra al cuarteto de músicos de cuerda que interpretan La muerte y la doncella. Es de nuevo el mismo plano que ya hemos visto repetido en algunas ocasiones tanto en esta secuencia como en la inicial. La obra de Schubert se acaba y los músicos pasan una página de la partitura. Empieza una nueva obra y los títulos de crédito son sobreimpresionados sobre la imagen. Así se llegará al final, estableciendo una rima con la segunda parte del genérico que también quedaba impresa sobre la imagen del concierto.

Polanski, un cineasta capaz de convertir en cine-cine cualquier texto que se le presente: su prólogo-epílogo de "La muerte y la doncella" apuntan claramente que la redención no es posible.Conclusiones

En primer lugar cabe indicar que estas dos secuencias no se encuentran en el texto de Dorfman: constituyen la adaptación de la escena final de la obra, y cumplen la misma función. En la pieza teatral, después de ver el discurrir de la historia, un espejo desciende y hace que los espectadores permanezcan mirándose a través de él. La finalidad que se pretende conseguir a través de este mecanismo teatral no es otra que la transmisión de un mensaje: las victimas y los verdugos (que hemos visto en la historia) siguen conviviendo a pesar, incluso, de haber confesado serlo. Esta obra, posiblemente ininteligible en un país que no haya sufrido este tipo de procesos, pretende hacer ver al espectador que entre la comunidad de personas con las que convive pueden encontrarse sus verdugos. Se transmite también la insatisfacción que experimenta el personaje de Paulina al saber que nada se puede hacer contra los criminales que siempre quedan impunes: la redención no es posible.

Esta escena del espejo ha de ser traducida al lenguaje fílmico, y la opción elegida por Polanski es, a todas luces, acertada. El realizador crea un bucle entre dos secuencias que albergan un historia. Las secuencias inicial y final son la misma secuencia, pero a través del montaje se nos permite acceder a una dosis de significado que posiblemente no se obtendría de haber sido montadas como una sola secuencia al final del filme. Esta opción en el montaje otorga un carácter circular al filme y permite cerrar la historia sobre sí misma, al tiempo que deja abierta un reflexión sobre el problema narrado.

Explicaremos cómo y por qué concebimos estas dos secuencias como un fragmento iterativo que se repite al principio y al final del relato. La secuencia inicial, en la cual no se nos da ningún parámetro que nos lleve a su comprensión o sobre el que podamos aferrarnos para hacerla aprehensible, no es más que un fuera de campo de la escena final (que como es la misma, es, a su vez un fuera de campo de la inicial). En el inicio de la película observamos lo que los travellings trazados en la parte final nos ocultan. Vamos a intentar concatenar ambas escenas como una sola, pues de eso se trata: en primer lugar tomamos como referencia un parte de la secuencia final, la mirada que Paulina dirige al doctor y que este le devuelve, pues cuando la cámara viaja hasta la posición del doctor éste mira al lugar donde se encuentra Paulina. Esta mirada mutua genera un estado de tensión en Paulina, pues la figura de Miranda esta cargada negativamente para ella (como sabemos por la historia), que, estremecida aprieta la mano de su esposo (secuencia inicial: este plano es un inserto, por lo tanto la mirada al doctor se puede dar aquí). Gerardo, ante el gesto de su mujer gira la cabeza para ver qué le sucede, pero ésta mira al escenario (secuencia inicial). En este momento, el doctor está fuera de campo, y es cuando su hijo reclama su atención ante su Pese a que la mayor parte del disco y de la película recogen el cuarteto de Schubert que da título al filme, la película también supuso un afortunado encuentro para Polanski: la banda sonora del polaco Wojciech Kilar. despiste (secuencia final). El doctor devuelve la mirada, en principio a Paulina, pero es Gerardo el que la recibe, pues tras el gesto de su mujer ha buscado y encontrado al causante de la tensión.

Este es, a nuestro juicio, el desarrollo lineal que hubiera tenido la secuencia de haberse montado así. Cabe comentar que es evidente que se trata de una misma secuencia y de que ésta pertenece al final de la obra. Averigüemos los porqués: en primer lugar, es una misma secuencia por factores ya comentados en líneas superiores: los personajes llevan el mismo vestuario, los músicos están colocados igual y tocan la misma pieza, el espacio, a través de la luz y el color se reconoce como el mismo; además ambas secuencias poseen planos idénticos que faciliten la asociación, y ambas empiezan igual, tanto en cuanto a la planificación como en cuanto a la música: se repite la misma secuencia, solo que se muestran cosas distintas que acaecen dentro de un mismo espacio. En segundo lugar es una secuencia que pertenece al final del filme porque en ella quedan establecidas las relaciones cimentadas entre los personajes a lo largo de la historia, no puede ser anterior porque ni siquiera se conocían antes de los hechos. Así pues la secuencia inicial constituye una prolepsis, pues se nos adelanta algo que ocurre al final de la historia: es por ello que quedamos desconcertados ante esta primera parte del relato, pues no sabemos a qué atenernos, más aún cuando en la secuencia siguiente se cambia por completo de tiempo y espacio (¿vamos al pasado, al presente o al futuro?).

Esta secuencia que hemos determinado como repetitiva es, además, un elemento de ruptura con el resto del filme. Esta parte rompe la unidad espaciotemporal de toda la película que, como hemos visto en el apartado anterior, se desarrolla en una casa en la playa. Un espacio y un tiempo indeterminados durante todo el filme, pues no se nos dan coordenadas para ubicarlos. Este cambio de lugar, y el hecho de colocar un fragmento de secuencia al inicio y otro al final, dotan de esa estructura circular ya comentada al relato.

Después de analizar el aspecto formal de la secuencia y la estructura que para nosotros posee, pasaremos a hablar de las implicaciones simbólicas de los actos que en ella se desarrollan: dejemos la forma y hablemos del fondo. Bien es cierto que un fondo expresado a través de la forma.

Es cierto que existe una diferencia formal básica entre ambas secuencias: si la primera esta compuesta a base de transiciones por corte, la segunda se compone de un largo plano-secuencia, con un corte al final. Ahora bien, la primera secuencia esta, digamos, ‘cortada’, en tanto en cuanto no tenemos ningún parámetro al cual atenernos; mientras que la segunda, tras haber visto la historia que se ha desarrollado, ‘no puede ser filmada de otro modo’. Es decir, ¿por qué se rueda la última parte de la película en un largo plano-secuencia, cuando pueden utilizarse planos de punto de vista más fáciles de rodar? La explicación es la siguiente, y está directamente relacionada con la acotación teatral de la obra de Dorfman que, recordemos, enfrenta a una comunidad a su problema. En el caso cinematográfico el proceso que se utiliza es distinto: rodar esa escena sin cortes da una idea de conjunto que no otorga, por ejemplo, la secuencia inicial. El plano-secuencia permite percibir como un todo los hechos que se desarrollan en su seno. Se consigue aquí un sentido de la unidad fuera de lo común. En primer lugar el plano-secuencia ya da esa significación que, además, se ve reforzada por el acoplamiento entre los movimientos de la cámara y los de la pieza musical (factor determinante en la historia que más adelante analizaremos). Esta unidad se traduce como vida en común de toda la gente que esta en el concierto y de los personajes que se interpelan: viven en conjunto, a pesar de esconder (y conocer) ciertos secretos inconfesables. Estas diferencias de planificación y de montaje entre la secuencia inicial y final plantean, a través de la mera imagen y en relación con la historia, el problema que aborda el filme: la coexistencia de dos sentidos irreconciliables, los verdugos y las victimas. Estas dos secuencias son una alegoría del resto del filme: a partir del uso del soporte puramente cinematográfico se consigue transmitir (sintetizar) lo que se expresa durante toda la historia.

Pasemos ahora a diseminar el significado de esos cruces de miradas tan enigmáticos de los cuales ya hemos hablado. Estos impactos retinianos se producen de un modo asimétrico, pues las devoluciones no son lineales. Paulina mira al doctor, que si bien en un principio le sostiene la mirada, cuando, después de su descuido, intenta devolverla, se topa con los ojos Gerardo. Exprimamos esta asimetría: el matrimonio mira por separado al doctor, pues este personaje no tiene la misma significación para los dos, y su presencia consigue escindirlos (esto se relaciona con una frase de la historia: Si te lo hubiera contado –acerca de las violaciones– él siempre hubiera estado entre nosotros”, le dice Paulina a su esposo.). Si para Paulina es el hombre que la mató en vida, para su esposo es un criminal impune, aunque nunca llegará a poseer esa carga de dolor que tiene para su mujer. Además, para Gerardo, constituye el hombre que ha hecho infeliz a una esposa que jamás volverá a serlo, haciendo inútiles todos sus esfuerzos.

Esta separación entre Paulina y Gerardo se observa en el matiz siguiente: después de la escena familiar presidida por Miranda, éste devuelve la mirada a Paulina, encontrándose con que es Gerardo el receptor de ésta. Lo terrorífico es que en toda la secuencia no hay mirada entre Paulina y Gerardo: los personajes, a partir de los secretos confesados durante la historia, han quedado separados; y el que ha desencadenado todas estas declaraciones ha sido el doctor, que no está colocado aleatoriamente en un plano superior. Es él el dominador de escena, el causante de la separación de los personajes, por eso ambos le miran, pero no pueden mirarse entre ellos: sus Tras "La muerte y la doncella", Kilar ha tomado la batuta que dejó Krzysztof Komeda en el cine polanskiano, y ha sido el autor de la banda sonora para "La novena puerta" y "El pianista". vínculos se han roto por la presencia del médico. No hay más que una relación de apoyo, de ayuda a sobrevivir al trauma, que jamás será purgado.

La función del doctor es puramente psicoanalítica [2]: es el encargado de desencadenar una serie de problemas entre los otros dos personajes, que sacan a la luz todo lo que se han ocultado durante todo ese tiempo. Se restablece pues, una relación extraña donde aquello que debía permanecer oculto, surge. Entramos en el concepto de lo siniestro, también acuñado por Freud, si bien estos secretos no se asocian del todo a la definición de siniestro determinada por el psicoanalista (recordemos que habla de algo que nos resulta familiar que, de repente, manifiesta unas connotaciones demoníacas que debían permanecer ocultas –lo analiza a partir del cuento de Hoffman El hombre de arena–. En este caso no se trata de algo tan familiar, es un secreto velado que no debió de aparecer. Así pues la relación, aunque no sea completa, existe).

En estas dos secuencias se establece un bucle donde no hay palabras y la ambigüedad de la relación entre ambos flota en el ambiente: ¿qué son ahora?

Otro aspecto relacionable con el psicoanálisis es el uso de la música en esta película, última parte que tocará este análisis. La muerte y la doncella, obra creada por Franz Schubert entre 1824 y 1826, es una pieza plenamente romántica; es evidente que el romanticismo de esta historia brilla por su ausencia. Pero vayamos por partes: esta obra se la ponía el doctor a Paulina mientras la violaba y la torturaba, y es por ello que no la ha podido escuchar durante años. La música actúa como elemento de reminiscencia, y supone revivir la tortura por parte de los tres personajes, si bien de modos distintos. Para Paulina implica recordar la tortura, y para el doctor el placer que suponía ejercerla y la decepción que le supuso el final de ese periodo; mientras que para Gerardo supone recordar los años pasados desde la dictadura con su mujer traumatizada por aquellos hechos. Así pues la música supone revivir el trauma, pero no para curarlo (como debería suceder según el psicoanálisis) sino sólo para rememorarlo y prolongarlo: la catarsis no existe [3].

En segundo, y último, lugar la elección de la música supone una ruptura de todo elemento romántico: destruye el romanticismo (exotismo, subjetividad, etc.) Se elige esta obra para atomizar los valores (idealizados) que representa al situarla en un contexto actual y verídico. La verdad no es romántica.

Cerremos nosotros nuestro círculo: esta secuencia montada en dos funciona, pues, como síntesis del relato, al mostrar a través de la imagen (con el sonido, pero sin la palabra), cómo el personaje del doctor ha escindido al matrimonio Escobar. El cruce de miradas y todo lo que ello implica, y que ya ha sido explicado en líneas superiores, transmite el mensaje latente en toda la película: una convivencia entre víctimas y verdugos, y la no redención para los que sufrieron las torturas (la ausencia de justicia).

Además, establecíamos como hipótesis inicial el hecho de que ambas secuencias se establecen como clausura del relato. Esta respuesta sea, tal vez, menos contundente que la anterior, pero no carente de fundamentos. El montaje de esta secuencia otorga una estructura de prólogo-epílogo que cierra la historia. El relato se acaba con Miranda libre, la historia sí acaba cerrándose, lo que permanece abierto es el conflicto y la escisión que la historia provoca en los personajes. Así pues, y a pesar de concluir la trama, se nos aboca a una reflexión sobre el problema.

Por último, ha quedado demostrado que ambas secuencias son una sola, dividida por el montaje, y transformadas por los distintos procesos de planificación (con fines simbólicos) que se han aplicado a cada una de las partes de esta secuencia.

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NOTAS:

[1] Ver como ejemplo otra marca de autor empleada en el genérico de Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941) por Orson Welles, en el libro La mirada cercana, de Santos Zunzunegui.

[2] En algunos filmes de Hitchcock de carácter freudiano, como Marnie, la ladrona (Marnie, 1964) o Recuerda (Spellbound, 1945) el color rojo o las líneas paralelas, desatan un pasado oculto en el inconsciente. En este caso es el doctor quien provoca la salida de este trauma, que aunque no es inconsciente, queda silenciado en la conciencia.

[3] Recordar que Freud publicó Lo siniestro a partir de una serie de experiencias fallidas que le impedían curar a sus pacientes con su terapia psicoanalítica.

  

 

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