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Poco
a poco van apareciendo más dogmas, la mayoría de ellos provenientes de
Dinamarca, la patria de los padres de la criatura, pues parece que la idea
no acaba de cuajar allende sus fronteras. Y en lo que vamos viendo hay de
todo, desde obras tan interesantes como Celebración, o
decididamente magistrales como ese pseudodogma con el que nos obsequió
Lars von Trier (Bailar en la oscuridad) hasta productos
intrascendentes cuya difusión se antoja más que problemática sin el
amparo que les proporcionan los mandamientos puristas del danés. Pero
justamente en esa limitación está la virtud. Nunca habíamos tenido en
las pantallas (incluidos los festivales) tantas películas danesas como
ahora, o lo que es lo mismo, lo dogmático se ha revelado en última
instancia como una interesante manera de hacer caja y promocionar a una
cinematografía hasta ahora bastante desconocida.
Este
Italiano para principiantes es uno de esos productos merecedores de
caer rápidamente en el olvido. Su planteamiento es el de una película
coral que, tras presentar a los personajes, se desliza hacia una especie
de comedia romántica con final feliz. En medio unos toques de teología a
lo Dreyer y de existencialismo nórdico que nos recuerdan el terreno que
estamos pisando.
La
primera parte es desigual. La segunda muy floja. La presentación de los
seis personajes sobre los que gira el relato alterna momentos interesantes
con otros más bien vulgares. Entre los primeros hay que destacar sin duda
el personaje de “Estadio” Finn, el más original de todos ellos, y en
menor medida el de su colega Jorgen Mortensen. Las mujeres, en cambio, son
de un esquematismo excesivo, tanto las danesas, prototipos de una soledad
machaconamente subrayada, como la italiana, depositaria de los tópicos más
manidos de su nacionalidad.
Mientras
la comedia romántica es sobre todo comedia, la cosa puede resultar hasta
simpática, pero cuando se pone el acento en el romanticismo, se extravía
completamente. Desde el primer momento se adivina lo que va a suceder,
pero da la impresión de que la directora no acaba de encontrar la manera
de decírnoslo. Para darle interés al asunto se inventa rupturas que ha
de resolver luego porque sí, sin más recursos, y para redondear la atmósfera
que quiere crear nada mejor que un viaje a Italia, en concreto a Venecia,
¿dónde si no?
Como
ya sucedió en Mifune, el guión es quizá lo más endeble de la
película. No sé si figura entre los mandamientos tácitos despreciarlo,
pero va camino de ser una constante. En este caso causa estupor, entre
otras cosas, lo del viaje: ¿cómo es posible que gente de tan variada
condición pueda concertar un viaje a Italia en tan poco tiempo? ¿Quién
paga? ¿Cómo puede permitírselo “Estadio” Finn, cuyo trabajo se
reduce a una hora semanal? Pero no sólo el viaje: ¿cómo es posible que
la pastelera no sepa nada de su madre que vive en su misma ciudad
(aparentemente pequeña) y rápidamente se entere de su muerte? Y qué fácil
es matar a gente en los hospitales daneses.
Los
actores, al parecer asiduos de la televisión de Dinamarca, están bien,
pero el resultado es pobre, muy pobre.
Marcial
Moreno
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ITALIANO
PARA PRINCIPIANTES
Título
Original:
Italien for Beginners
País y Año:
Dinamarca, 2001
Género:
COMEDIA
Dirección:
Lone Scherfig
Guión:
Lone Scherfig
Producción:
Zentropa Productions
Fotografía:
Jorgen Johansson
Montaje:
Gerd Tjur
Intérpretes:
Anders W.Berthelsen, Anette Stovelbaek, Peter
Gantzler, Lars Kaalund, Ann Eleonora Jorgensen
Distribuidora:
Golem
Calificación:
No recomendado menores de 13 años
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