En
el siglo XIV, un joven campesino humilde sueña con convertirse en
caballero. Le parece casi imposible pues tiene que demostrar que procede
de alto linaje, y en esos
tiempos las barreras sociales son altísimos muros. Siendo un escudero,
ocurre la muerte de su amo y decide suplantar su personalidad y falsificar
su árbol genealógico para conseguir sus fines. Correrá heroicas y románticas
aventuras ganándose el corazón de una bella doncella.
Dos horas
y catorce minutos dura esta peculiar película de aventuras en la Edad
Media que si en su forma visual puede recordar a aquellas de Ivanhoe,
Robin Hood o Los caballeros de
la Tabla Redonda, está sin embargo a bastantes años luz, porque su
mensaje sintoniza con lo que América siempre nos anda predicando: la búsqueda
del éxito y del triunfo personal pese a las dificultades como único
sentido dela vida humana. Como el mismo director dice: “Destino
de caballero es una moderna
y arquetípica historia americana de una persona que se hace a sí misma
superando las barreras sociales”.
Pero
también se diferencia del cine clásico de género histórico en su
tratamiento, pues el filme está montado a ritmo de rock, con música de
U2, Madonna o Nirvana. El mismo prólogo de la película –fíjense bien-
es toda una declaración de intenciones, un anticipo de lo que vamos a ver
y oír a lo largo de la prolongada proyección: el camino de un jovencito
ambicioso que quiere triunfar en los torneos medievales jaleado por un
montón de extras un tanto descompasados al aire de un himno-canción del
hortera Freddie Mercury.
Es
extraño que el inteligente ganador del oscar al mejor guión –el de L.
A. Confidential- se haya metido en la dirección de este filme que es
un descarado producto comercial dedicado a las pandillas de adolescentes
que acuden a los cines el día del espectador
ola tarde que ha hecho novillos, comiendo palomitas y bebiendo
refrescos de cola y que pretende aprovechar el gancho o “sex
appeal” de ese jovencito que se dio a conocer como el hijo de Mel
Gibson en la mediocre “El rebelde”.
Ni en aquella película pareció un buen actor ni en ésta, aún menos.
Seguramente los productores del cine descaradamente comercial americano
andan buscando el actor-filón que reemplace al ya entrado en años
Leonardo di Caprio. Pero ahí esta una película que no hay que tomar
absolutamente en serio, porque nada hay a la altura de lo que podríamos
llamar cine: ni diálogos, ni interpretación, ni dirección: todo puro y
anacrónico cachondeo. Encima, la película parece haberse realizado con
cuatro cuartos: véanse, por ejemplo, los esmirriados extras que se ven
por doquier alo largo de la
película.
José Luis
Barrera
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A
KNIGHT'S TALE
País
y Año:
EE.UU., 2001
Género:
AVENTURAS
Dirección:
Brian Helgeland
Guión:
Brian Helgeland
Producción:
Escape Artists, Finestkind Production
Fotografía:
Richard Greatrex
Música:
Carter Burwell
Montaje:
Kevin Stitt
Intérpretes:
Heath Ledger, Mark Addy, Rufus Sewell,
Shannyn Sossamon, Paul Bettany, Alan Tudyk, Laura Fraser
Distribuidora:
Columbia-Tristar Pictures
Calificación:
Todos los públicos
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