Advertencia:
todo aquel que no se sienta identificado o de alguna manera agradecido con
el cine de los hermanos Coen, que no se moleste en ver El hombre que
nunca estuvo allí, ya que deseará realmente no haber estado. Como se
dice en el filme “a veces nuestra mirada altera lo que vemos”, y lo
entendemos de una manera o de otra. Al preguntarnos qué hemos visto, a la
salida de la sala, nos decimos: una historia con mucho de cine, o mucho de
cine con lo que se ha creado una historia; sin duda, las dos cosas, o
ninguna, con duda.
Lo
cinematográfico desborda el filme. Un claro homenaje al cine negro de la
época de los grandes estudios, temáticamente la presencia del antihéroe
(y qué antihéroe, Billy Bob Thornton/Bogart, impresionante cómo
desmonta con la mirada), la femme fatale (impagable Frances
McDormand, señora de Coen),el tabaco, la bebida, una voz en off,
el chantaje, la infidelidad y el asesinato. Plagada de detalles que evocan
más allá del género: la adolescente pianista que recibe a Billy Bob
Thornton en su habitación con la misma postura corporal que Lolita
(Stanley Kubrick) en su primera aparición; un final penitenciario que
recuerda a Ángeles con caras sucias (Michael Curtiz); o una simple
botella de whisky Rosewood, marca que nos pide a gritos que nos
emborrachemos de cine. Factura clásica para representar una temporalidad
no menos clásica, 1949 en Carolina del Norte, y presentado con un
estricto blanco y negro (aunque rodada en color, fue positivada en blanco
y negro), de una factura que cada encuadre merecería más tiempo para ser
disfrutado.
Casi
sin escape nos deja esta negra visión de la vida, aunque pensado de otra
forma queda como un goce, un disfrute en cuanto espectáculo, en cuanto
cine. Crítica a la vulgaridad de la existencia a través de un simple
peluquero, que se ve tan absurdo como el cabello que corta, que aún
estando muerto su propietario éste sigue creciendo. Alguien que busca una
salida, una vía de escape para dejar la cotidianeidad a un lado. Un
sujeto callado, casi ausente, que sobrevive a duras penas a la
incomunicación en su matrimonio, y cuando tiene la necesidad de romper el
silencio, requiere una médium porque su mujer está muerta. Entonces topa
una vez más con la falsedad de la sociedad, y el engaño de las personas.
Los
hermanos Coen combinan sus ambigüedades y unas antigüedades genéricas
concretas. Maneras muy bellas de aturullarnos con ideas, salpicarnos de
significados, y bañarnos en símbolos a los que atribuir un sentido. El
absurdo lógico de su guión, la hibridación de materias que chocan,
y entran en conflicto pero que no se molestan, sino que
se compenetran en un engarce casi imposible. Quizás habría que
verla más veces para sacarle mayor jugo, aunque también, como dicen en
la película, “hay veces que cuanto más observas menos comprendes”.
Yo sin embargo, me alegro de haber estado allí.
Israel
L. Pérez.
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EL
HOMBRE QUE NUNCA ESTUVO ALLÍ
Título
Original:
The Man Who wasn´t There
País y Año:
EE.UU., 2001
Género:
THRILLER
Dirección:
Joel Coen
Guión:
Joel Coen, Ethan Coen
Producción:
Good Machine, Working Title Films
Fotografía:
Roger Deakins
Música:
Carter Burwell
Montaje:
Roderick Jaynes
Intérpretes:
Billy Bob Thornton, Frances MacDormand, James Gandolfini, Tony Shalhoub,
Jon Polito
Distribuidora:
Warner Sogefilms
Calificación:
No recomendado menores de 13 años
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