Blade 2
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El justiciero de la noche

Snipes ha confeccionado un vehículo a su medida. Del Toro se limita a mover (bien, eso sí) la cámara.A primera vista podría sorprender la presencia de Guillermo del Toro tras las cámaras en esta secuela del exitoso filme de Wesley Snipes (decir que era de Stephen Norrington sería un eufemismo impropio: en esta peli manda el que manda, o sea, la estrella). Sobre todo, después de comprobar que en su corta filmografía sólo hay cuatro títulos, dos con clara vocación de autor (Cronos y El espinazo del diablo), uno como tarjeta de presentación en la industria norteamericana (Mimic) y ahora este Blade 2.

Nada en la película remite a Del Toro, por más que hayamos leído críticas elogiosas hablando del ambiente, del clima y afirmaciones más o menos gratuitas por el estilo. Todo es un mero producto decidido de antemano donde el director (y no es un eufemismo) se limita a mover la cámara.

La "resurrección" del personaje encarnado por Kris Kristoferson es uno de los muchos agujeros del un guión infame.Blade 2 se ha rodado en Praga por una mera cuestión económica: buenos y baratos decorados, además de personal técnico eficiente. Por eso se ha trasladado el guión allí. Pero el guión (otro eufemismo impropio) carece de cualquier lógica: no sólo resucita a los personajes muertos en la anterior entrega (de la explicación prefiero no hablar, intento hacer una crítica seria), no sólo convierte al protagonista en un nuevo llanero solitario (aunque acompañado de sus dos colegas), sino que además lo que nos ofrece es una variada colección de peleas entre malos y malos o buenos y malos o malos y muy malos, o vaya usted a saber, porque al final nadie es lo que parece y todos esconden algo. No hay más, sólo peleas.

La aparición de una nueva raza de Super-Vampiros malísimos hace que vampiros y caza-vampiros se alíen contra el nuevo enemigo: el colmo de la originalidad.La variada colección de trampas del guión (que por no pretender no pretende ni justificar sus propios trucos: los ofrece sin más) es servida por Del Toro como un ejercicio de estilo, pero de estilo propio de peliculita norteamericana: el mayor número de ángulos posible, el mayor número de planos en cada pelea y, así, claro, no sabemos para qué sirve tanta coreografía, puesto que el montaje no nos deja ver nada. Y ese es uno de los graves problemas del cine de acción actual: mucha coreografía, pero tanto cambio de ángulo nos impide ver lo más mínimo.

Podría haber un tema de fondo interesante: la fidelidad a la familia. Pero acaba siendo un simple truco (otro más), para enfrentar a personajes vampiros con no-vampiros y con los nuevos super-vampiros, que son la auténtica amenaza. En dos palabras, otra excusa.

Con todo, lo peor del filme es su mensaje final: absolutamente reaccionario.Queda, por si fuera poco, la atronadora banda sonora y la presencia de Santiago Segura como vampiro de tres al cuarto que, por pervertido, acabará recibiendo su merecido en una escena final (que transcurre en un Londres de guardarropía) donde Snipes y toda su tribu dejan claras sus verdaderas intenciones: como es un guarro pervertido (hablamos de Segura en la peli, se entiende) debe pagar con la vida, y ahí está el bueno de Blade dispuesto a hacer justicia. En el fondo todo se reducía a eso: a hacer una nueva versión de los policíacos fachas de Charles Bronson, aunque con un look más moderno. Simplemente vergonzosa.

Sabín

BLADE 2

Título Original:
Blade II
País y Año:
EE.UU., 2002
Género:
ACCIÓN
Dirección:
Guillermo del Toro
Guión:
David S. Goyer
Producción:
New Line Cinema
Fotografía:
Gabriel Beristain
Música:
Marco Beltrami
Montaje:
Peter Amundson
Intérpretes:
Wesley Snipes, Kris Kristofferson, Ron Perlman, Luke Goss, Leonor Varela, Norman Reedus
Distribuidora:
TriPictures
Calificación:
No recomendado menores de 13 años


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