Apuntes sobre los premios Goya 2008

  08 Febrero 2008

Justicia cumplida
Escribe Mister Arkadin

goya1.jpgBajo la lluvia pasaron actores y actrices, directores productores, técnicos, la gente, en fin, del cine, con dirección al Salón de Actos del Palacio de Congresos de Madrid, con el fin de asistir a la concesión de los Premios de Cine Español 2008, conocidos como “los Goya”.

Ellas, muertas de frío, embutidas en vaporosos trajes de los que emergían por sus pronunciados escotes; ellos bien vestidos, algunos con traje cuasi de etiqueta o, acaso, como si fueran los padrinos del novio. Algunas actrices también parecían las madrinas de una renombrada boda. Fotos y más fotos, sonrisas, publicidad en posturas, movimientos y gestos.

Televisión Española, que es quien se encarga, desde los primeros Goya, de emitir el espectáculo, como siempre se retrasó en la cita. No se entiende la verdad por qué hay que televisar el acto con media hora, al menos, de retraso respecto al comienzo real: lo que vemos en televisión es, pues, una especie de apresurado enlatado, condimentado con variadas interrupciones de spots de diversos tipos y alguno, como luego veremos, de curiosa ideología. La dura o encantadora función de la manipulación.

1.- La gran familia 

“No hagamos caso de mensajes apocalípticos.
Este es un viaje a  todas partes”.

(Ángeles González Sinde)

goya8.jpgLa Presidenta de la Academia del cine Español, Ángeles González Sinde, recordó en su pequeño discurso que la primera película premiada por la Academia, hace ya veintidós años, fue El viaje a ninguna parte. Filme emblemático sobre el mundo de la farándula y cuyos varios premios vinieron, entonces, a consolidar al gran escritor, actor, director, y no sé cuántas cosas más, que fue el gran maestro Fernando Fernán Gómez, desaparecido este año.

También los numerosos premios que recibió en aquellos iniciales Goya sirvieron para que los propios (primeros) académicos del mundo del cine se homenajearan a sí mismos. Se sintieron, de alguna manera, unidos a aquel título. Era el momento de recordar que el camino recorrido ha llevado al cine español, pese a los agoreros de siempre, a algún sitio. Hay quien ataca a los hombres de nuestro cine porque hablan de otras cosas que dicen no les conciernen. Como, por ejemplo, de política...

Quizá por ahí iba aquella historia sobre el túnel del tiempo que desgranó este año la presidenta: una mirada hacia atrás nos condujo a la historia de la niña de La gran familia. Creo que aquí, la presidenta introdujo un pequeño error, pues pienso que la referencia que quiso hacer Ángeles Sinde era a La familia... y uno más, realizada en 1965, y dirigida, al igual que la anterior, por Fernando Palacios. La razón: ese año fue el mismo en que nació la presidenta. Trataría así, pues, de contar la historia de una niña nacida entonces y que terminaría por estar aquí, donde ella está ahora. De todas manera sus palabras sonaron a extrañas. Fue un discurso por momentos enigmáticos en el que trataba, dentro de su relato, de introducir títulos del maestro Fernán Gómez. Por ejemplo, casi al final, habló de “el extraño viaje que la condujo (a la niña) a tener la vida por delante...”.

De todas formas las palabras se perdían con una línea conductora poco clara. Tampoco a ello ayudó el presentador, introduciendo una de sus repetitivas parodias estilo aquella del año anterior al presentarse vestido de mujer (en la edición pasada parodiaba a Isabel Coixet) como si fuera la presidenta

2.- Yo, yo y los demás

“Belén Rueda que no hace más que rodar y rodar;
Emma Suárez que  está muy bien en “Bajo las estrellas”,
pero  me gustaría más que estuviera debajo de mi...”

(José Corbacho presentado a las actrices nominadas)

goya16.jpgJosé Corbacho quiso lidiar solito con la gala. Templó, amagó, disertó, besuqueó, vistió de mil estrafalarias maneras... tratando de dar dinamismo a la ceremonia., No siempre lo consiguió. Sobraron las reiteradas, y escasamente brillantes, bromas sobre Woody Allen en las que el gran director pedía el voto para ser premiado el próximo año como mejor director español (alusión al rodaje en Barcelona de su último filme); referencias simplonas (con falsa búsqueda de los aludidos en los dos primeros casos) a Almodóvar, Garci o a Javier Bardem, ésta ya al final, en forma de mala imitación del actor de Mar adentro, cuando el público se levantaba para irse. Sin duda, un pésimo cierre de fiesta.

Tampoco fueron afortunadas algunas imitaciones y parodias, como el cambio de sonido de los tráilers de los filmes nominados para la mejor película. Sobre todo la centrada en Las 13 rosas, convertida, por arte y magia de Corbacho, en una película sobre mujeres forofas del Atlético de Madrid. También flojo fueron los gags dedicados a Landa, con unas chicas emulando a suecas de los años sesenta, o el de los directores noveles jugándose quien iba a salir a dar el premio. La presencia de Santiago Segura no es símbolo de ingenio, más bien la mayor parte de las veces sucede lo contrario.

En algunos momentos Corbacho, vestido de mil maneras diferentes, intentó estar cercano a los asistentes. Rompió la muralla que le separaba del público y se dispuso a entablar con la gente del cine algún confortable diálogo. Tal como el que mantuvo con Belén Rueda después de que no hubiera recibido el premio de interpretación. Al niño protagonista de El orfanato le entregó un Goya infantil (¿pero ya se sabían los premios desde el principio? ¿cómo si no le “regalaron” un diminuto Goya?). Era el único niño presente en la sala. Al menos en apariencia, porque por lo que vimos parecía que había más de un (o una) infante. Y si tal pequeño, escondido detrás de sus gafas, daba buena cuenta de una piruleta, algunas juveniles espectadoras, maliciosamente vigiladas por la cámara, fueron cogidas in fraganti chupeteando... piruletas.

En el colmo del divismo, Corbacho decidió, en aras del guión, dar él mismo unos premios. Fueron “los más importantes”, aquéllos que quiso quitar la Academia para dar mayor rapidez al acto: los que recibieron los cortometrajes. Filmes que en sus diferentes categorías fueron otorgados de una sola tacada. Y sin mesa de billar sobre el escenario.

Aparatosos los besos que se permitió Corbacho con Elsa Pataky, y, también, para guardar las formas, con dos chicos buenos, Hugo Silva y Alejo Sauras

3.- Nuestros maravillosos aliados

“El milagro es estar aquí sin que nadie me haya cacheado”  
(Abdelatif Abdeselam Hamet)

nocturna0.jpgHubo sus más y sus menos con algunos premios. Se decidió suprimir los correspondientes a los cortometrajes. Como si los cortometrajistas no tuvieran bastante con no ver sus películas en parte alguna. Para hacer un corto (e incluirlo en un largo) hay que tener la osadía de Wes Anderson con su maestro Hotel Chevalier, prólogo de su viaje a una personal y distante a la India. Para muchos otros, el silencio. La Academia quiso también silenciar a los esforzados autores de los cortos. Ellos, los pobres, no venden. Se quejan de vicio, deben pensar los que están subidos a lo alto. Gracias debían dar, proclaman, por haber podido emborrar algunas imágenes, juguetear con ellas, creer, así que hacen cine. 

Al fin, después de idas y vueltas, los cortometrajistas ganaron el pleito: lograron estar presentes en la gala de los Goya, aunque se dieran todos sus premios de una sola vez. Menos es nada. Fueron los cortos de animación, cortos documental y cortos de ficción. El primero lo obtuvo Enrique Gato por Tadeo Jonás y el sótano maldito; el segundo fue para Isabel Lucía Gil Márquez por El hombre feliz; y el tercero para (sí, como suena) Abdelatif Abdeselam Hamet por Salvador, historia de un milagro cotidiano.

¿Quién es el director de Salvador, historia de un milagro cotidiano? Por supuesto, un director español, nacido en Ceuta y que vive en Valencia. Ha trabajado como realizador, por ejemplo, en Televisión Valenciana, en el programa La vida misma. En principio, el guión de su corto, que dura diez minutos, ganó en 2006 el premio del festival Cinema Jove, que le dio la oportunidad de realizar el filme. Una vez realizado, fue presentado en la sesión inaugural del certamen Cinema Jove 2007. Salvador, historia de un milagro cotidiano cuenta una historia entroncada con el tristemente famoso 11-M. Nos habla de un padre, un niño y un tren...

Pero si los cortos, al fin, pudieron optar a premio, no ocurrió lo mismo con las películas europeas. Está vez se decidió, injustamente, no premiar a ninguna. Por fortuna se siguió manteniendo el premio a la mejor película iberoamericana. El galardón justamente, y con escasa oposición, fue para Lucía Puenzo por la tan irregular como interesante XXY. La actriz llegó “por los pelos”, debido como siempre al retraso de los aviones argentinos. Llegó a tiempo para recibir el premio y recordar, cómo no, y con más razones que otros y otras, a su padre, el realizador Luis Puenzo, así como a su compañero, el autor del cuento que dio origen a la película.

Hagamos una pequeña alusión a otro premio, el concedido al buen filme de animación Nocturna, un mundo mágico de Víctor Maldonado y Adrián García. Es, como ya hemos dicho en nuestra revista, una buena película, que demuestra que nuestra animación puede compararse a la de cualquier otro país. Lo peor de este premio fue tener que aguantar la terrible perorata del representante de la productora Filmax, quien ni siquiera invitó a pasar al escenario a los directores de la película.

4.- Lo que nunca muere

“Loor y gloria al maestro, a Don Fernando”
(lo podría haber proclamado cualquiera de los premiados)

goya13.jpgAl igual que otros años, se homenajeó a los profesionales desaparecidos durante el año. Productores, conductores, actores, actrices, directores, guionistas... Las fotos con las imágenes de todos ellos pasaron por la pantalla del Salón de Congresos. Por un momento nos miraron Luis María Delgado, Isabel de Pomes, José Luis Coll y muchos más. Los asistentes aplaudían los nombres, algunos con más fuerza que otros. Los mayores aplausos los cosecharon (aparte de Coll) Emma Penella y, claro, el maestro, Fernán Gómez. Él fue quien ocupó las imágenes finales de este breve recordatorio. En su caso no se trató sólo de una fotografía. Las imágenes correspondieron a películas suyas y a momentos breves, muy concretos. El final del bloque correspondió a una secuencia donde el personaje del actor era aplaudido. El adiós generalizado a un maestro.

Lo peor de este bloque fue la realización, que se empeñó en tener un absurdo protagonismo. El realizador decidió mover la cámara en un absurdo planteamiento que iba desde un plano lejano a uno cercano, allí se asentaba un momento para recorrer el mismo camino aunque invertido. Luego se volvía a empezar. Este mareante juego impedía, en los planos tomados desde lejos, saber a quien pertenecía la foto del profesional que estaba en pantalla en aquel momento. Un desastre...

5.- El orfanato

“Recuerdo a mi familia. A mis padres,
 y en especial a mis hijos que son el sol de mi vida,
y, claro, también a mi compañero/a...”
 (palabras repetidas por gran parte de los premiados)

goya11.jpgLa mayor parte de los premios técnicos fueron para El orfanato. Maquillaje y peluquería, efectos especiales, sonido, dirección de producción, dirección artística... De los grandes se tuvo que consolar con dos, el discutible mejor guión original y el del mejor realizador novel. Se premiaba en todo caso, la repercusión que la película de forma sorprendente ha tenido en España: fuera habrá que ver lo que da de sí. Para los Oscar ni tan siquiera ha sido nominada y, según algunos comentarios, parece que su carrera comercial en USA no es como se pensaba.

Lo hemos dicho varias veces: la grandeza de El orfanato nace de sus mismas limitaciones. Las palabras chistosas de Sergio Sánchez al recibir el premio (dudó al hacer el chiste) al mejor guión original querían ser algo más que un chiste. Dijo algo así como “gracias por este premio que se lo debo a Los otros”. Siguiendo el juego del guionista habrá que decirle que su trabajo debe tanto al filme de Amenábar como éste es deudor de varios filmes anteriores con niños, fantasmas y casas misteriosas. Sin ir más lejos, nos viene a la memoria la extraordinaria adaptación filmada por Jack Clayton (con guión de Truman Capote) de Otra vuelta de tuerca de Henry James, que aquí se tituló Suspense (en original The innocents).

El orfanato debe mucho a la gran promoción que se llevó a cabo a partir del pase, entre especial y amigable, que tuvo lugar durante el último festival de Cannes, merced a las “exigencias”, y “movimientos” del realizador Guillermo del Toro. Para su desgracia, la película de Bayona no ha podido, en los Goya, repetir la jugada que en su día propició Amenábar con su primera película, Tesis, aunque en aquel caso la película había sido un fracaso comercial en su estreno. Los premios que recibió en los Goya, incluido el de la mejor película, propiciaron entonces una especie de nuevo estreno, situación que se ha repetido este año con La soledad. Un gran acierto, porque la película de Rosales es superior tanto a este triste El orfanato como a Tesis. Fue el (primer) feliz encuentro de Amenábar con un (su) público incondicional. Los optimistas, como el propio Rosales, pensamos que ahora se producirá el encuentro de los espectadores con un tipo de cine “más nuevo”: el que propone el buen realizador de Las horas del día y La soledad.

Deseamos, de todas maneras, lo mejor para Bayona y su futuro cine. Pero, por favor, que no se deje envolver por cantos de sirena que parecen decirle que es grande porque su película ha dado mucho dinero... en España. Que siga obteniendo éxitos comerciales pero también, por favor, artísticos. Está bien que le hayan concedido el premio al mejor director novel (discutible, por supuesto, ya que incluso ha habido este año interesantes operas primas que ni siquiera han sido nominadas por la Academia), un primer paso, que de momento se asoma al vacío

6.- Los santos inocentes

“Adiós, adiós y para siempre...”
 (Alfredo Landa)

goya6.jpgPues érase que se era un actor que comenzó haciendo películas con “mensaje”, como La niña de luto de Manuel Summers, para pasar luego dar nombre a un género (el landismo) especializado en cintas de cama, suecas o afines, picores, represiones varias, donjuanismos, playa, ropas fuera... y demostrar que era un actor versátil y excelente.

La verdad es que lo es, y para demostrarlo ahí están trabajos como los El crack (tanto el I como el II) de Garci, Los santos inocentes de Camus, El puente de Juan Antonio Bardem...Gran actor que ha decidido retirarse. Antes ha mantenido un rifirafe con su gran amigo José Luis Garci con el que había trabajado últimamente en varias películas (Historia de un beso, Tiovivo c. 1950, Luz de domingo).

Ha intervenido Landa en más de ciento treinta películas. Ha interpretado personajes de todo tipo, incluso se ha atrevido con Sancho Panza en la versión de Gutiérrez Aragón. Un buen tipo y con una gran familia, como demostró en la ceremonia de los Goya. Se empeñó en que pasaran al escenario su mujer, sus dos hijas y su hijo, éste último, Alfredito así le llamaba, un poquito más alto pero igualito a él. Mujer e hijos aguantaron el chaparrón incoherente del homenajeado con el Goya de Honor. Merecido, sin duda.

Landa desgranó un inconexo discurso del que nada se entendía. Pero ¿qué le pasaba a Landa? ¿Es que se le había olvidado lo que iba a decir? Se trabucaba, mezclaba frases... Raro, muy raro, la verdad. Y, encima, no quería abandonar el escenario. Detrás de él la pantalla mostraba la imagen de una de sus películas: en un acto oficial, se sentía el “personaje” incomodo en un traje de etiqueta. Serio, trataba de ajustar el cuello de su camisa... Pero en el escenario la camisa ni le llegaba al cuerpo. Landa no ha tenido en este acto un realizador que le dirija correctamente. Una pena, pero es que quizá estaba reservándose para el que estaba seguro sería “su” doblete de la noche: ganar el premio al mejor actor por Luz de domingo. La Academia, con buen criterio, no accedió al chantaje emocional del actor, que pedía de manera indirecta ese premio, aduciendo una sencilla razón: se retiraba del cine. La actitud del actor no estuvo acorde con su personalidad. Fue un poema contemplar su cara en el momento en que Alberto San Juan le “quitó” el premio. De todas maneras, enseguida supo reaccionar: aplaudió como el que más al ganador.

7.- Dos cuentos para dos

“...No traigo nada preparado, como nunca me daban nada...
Que pase Blanca aquí conmigo, este premio es tan suyo como mí”.
(Maribel Verdú)

goya3.jpgA la quinta fue la vencida y Maribel Verdú se llevó el Goya a la mejor actriz. Se lo merecía. Eso y mucho más. Es hermosa y lo demostró con la gran elegancia (quizá la mujer más elegante de la noche) con la que se sostuvo en la gala. Su forma de “saber” ganar fue exquisita (en anteriores ocasiones supo aceptar la derrota), al reconocer la labor de sus compañeras de reparto en el mismo filme.

Maribel había estado espléndida en El laberinto del fauno, incluso, aunque parezca mentira, había sido capaz de imitar a la Lola Gaos de Furtivos de Borau. Ahora, es, junto a Blanca Portillo, uno de los puntales de  Siete mesas de billar francés, filme que ante todo se beneficia de grandes interpretaciones. Por ese filme, Maribel se ha llevado su (merecido) primer Goya. La actriz trató infructuosamente de que su compañera de reparto, nominada como ella como mejor actriz, saliera al escenario para compartir con ella ese pequeño momento de gloria. Blanca se negó.

No es raro que por la nueva película de Gracia Querejeta también se llevase Amparo Baró un merecido Goya, fue como mejor actriz de reparto. Amparo, no se sabe por qué razón, no acudió a la entrega de premios. Ante su ausencia, lo recogió la directora de la película. No era el que a Gracia le hubiera gustado recoger, pero al menos así, ante esa ausencia, pudo pasarse por el escenario.

Si Siete mesas de billar francés ganó dos Goya, no fueron menos los que recibió el curioso, pero poco más, Rec, filme de Balagueró y Plaza. El mayor problema de este filme es que su impacto se acaba en el mismo comienzo. De todas formas, sabe mantener un buen tono a lo largo su no muy extenso metraje. Manuela Velasco lo hace bien, puede ser en el futuro una buena actriz. Justo fue su premio a la mejor actriz revelación. Como también lo fue el que recibió la película al mejor montaje, simplemente por eso: se ha realizado de forma tan inteligente que da la impresión de que no existe montaje, de que Rec se ha rodado en un solo tirón.

8.- Mirando hacia atrás sin ira

“Un beso para todas las rosas que apartaron
de las manos de nuestras madres, de nuestras hermanas...”
 
(José Corbacho)

goya12.jpgLa segunda película a la hora del número de premios recibidos ha sido Las 13 rosas. También fue, junto a El orfanato, la película que poseía mayor número de nominaciones. Ha recibido el Goya al mejor diseño de vestuario, quizá un premio menor, y tres que pueden considerarse como más importantes: al mejor actor de reparto, José Manuel Cervino; a la música, que lo recibió Roque Baños de manos, nada menos, que de Alberto Iglesias. Una banda sonora bien construida por un compositor del que se esperan muchas buenas músicas. Roque Baños, que se armó un pequeño follón en el discurso de agradecimiento, se inició en el mundo del cine con una película del mismo director de Las 13 rosas, Emilio Martínez Lázaro: Carreteras secundarias.

Las 13 rosas, en cuyo guión interviene también Ignacio Martínez Pisón, autor de la novela que dio lugar al filme anteriormente citado, es una película fallida, pero necesaria, como necesaria era Salvador de Manuel Huerga. Se trata de mirar hacia atrás y buscar la memoria histórica de unos hechos que nos fueron hurtados. Desgraciadamente, aquí y allá, la memoria sólo parece estar de parte de los vencedores en las guerras que asolan al mundo. Los vencidos son condenados al olvido. Los vencedores desean tener sólo su personal visión de los hechos. Por eso estas películas, y otras muchas, deben existir. Hay que saber y después olvidar, pero para ello, para olvidar, hay antes que conocer, llegar a saber los hechos que ocurrieron. Saber que existieron cosas como las que aquí se narran.

En la película, por desgracia, hay demasiado maniqueísmo, demasiados personajes de una pieza, pero ahí están las trece rosas que el gran José Luis Alcaine, Goya a la mejor fotografía por este filme, fue desgranando en su escueto y sentido agradecimiento. El Goya era para trece mujeres entre 15 y 29 años que, excepto una, fueron fusiladas en la madrugada del 5 de agosto de 1936 frente a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid. La única que no fue fusilada fue la más joven, la de 15 años. El único delito de todas ellas era haber militado en el Partido Comunista o en las Juventudes Socialistas Unificadas. La mayoría eran modistas. Una, la mayor, Blanca Brisa, era pianista y nunca perteneció a ningún partido, y menos a los de izquierdas. Católica, votante de derechas, madre de un hijo, fue detenida por relacionarse con un músico que militaba en el Partido Comunista. Antes de ser fusilada, escribió una carta a su hijo que no fue entregada a su familia hasta 16 años después de su fusilamiento. Ésta es la historia que cuenta, no demasiado bien, todo hay que decirlo, la película de Lázaro, realizador que parece haber perdido su fuerza inicial desde que se embarcase en los Lados de la cama.

9.- Con furia en la sangre

 “...la disolución de esa cosa llamada la
Conferencia Episcopal...”
(Alberto San Juan)

goya4.jpgFélix Viscarret consiguió dos Goya para una película aparentemente pequeña pero notable, como es Bajo las estrellas. El primero fue para el propio director, pero como autor del mejor guión adaptado; el segundo para el protagonista del filme: Alberto San Juan.

Viscarret supo estar en el escenario y llamar a Fernando Aramburu, para compartir el premio. Aramburu es el autor de la novela de la que se ha servido para escribir el guión de la película. Salió y acompañó al director.

Alberto San Juan fue una de las sorpresas de la noche. Y también el que levantó ampollas por sus palabras. San Juan había conseguido lo que parecía imposible, arrebatar el premio a Alfredo Landa. Era difícil, pero no imposible. Borda el papel del protagonista, Benito Lacunza, en la película de Viscarret. Alberto San Juan es un brillante actor tanto de cine, televisión o teatro. También es polémico. Aunque alguien así lo crea, no lo es por su protagonismo, sino por un compromiso que cree necesario. Es uno de los creadores del grupo Animalario, que ha presentado obras mordaces como aquélla en que parodiaba “El banquete de bodas de Alejando y Ana” (es decir del yerno e hija de Aznar), que representaron por toda España con gran éxito. También hace unos años fue uno de los encargados de presentar el acto de los Goya, aquél que sirvió para lanzar furiosos dardos contra los “cómicos”. Se les llamó de todo. Lo único que quisieron, entonces, fue dar testimonio de lo que ocurría en el país. Provocar, si se quiere, pero explicándose desde una posición distinta de la oficial. Fueron ellos los del célebre “no a la guerra”, los que arremetieron contra el gobierno de Aznar, contra las mentiras que condujeron a una caótica guerra.

Las palabras que ahora ha pronunciado se presentían. Frente a una actitud incongruente de los obispos (¿qué pensará de todo esto el Cardenal Tarancón?), San Juan ha utilizado su pequeño espacio de tiempo para atacar duramente la posición de la Jerarquía Eclesiástica. Le han llovido al actor las críticas. Igual que entonces. Pero, uno se pregunta, ¿por qué no puede expresarse el actor así en su pequeño púlpito si otras personas utilizan el suyo para adoctrinar? Sí, claro, se me dirá ese no era el lugar apropiado para hacerlo, tampoco el momento. Entonces, ¿por qué los obispos se permiten hablar como si poseyeran la verdad absoluta? ¿Por qué ahora dicen lo que antes callaron? ¿Por qué critican el aborto, el divorcio y cosas similares si eso mismo, y en iguales términos, existía durante el gobierno de Aznar? ¿Por qué en el pasado han callado tantas veces sobre tantas atrocidades como se han cometido en éste país? Son, exclusivamente, preguntas, sin animo de polémica. Y así es como hay que sopesar la posición de San Juan. Simplemente, dice lo que cree que debe decir, como otros dicen otras cosas. ¿Se está haciendo política? Según, se mire.

Veamos. Al acto de Madrid no asistió la Presidenta de la Comunidad. ¿Acaso temía a los cómicos? ¿Pensaba que la iban a “crucificar” por casos como el de Lamela-Montes o el de Gallardón? Sin embargo, la comunidad sí ha estado presente, al menos en la retransmisión televisiva del acto. En la pequeña pantalla se hizo propaganda, en varios cortes publicitarios, de la exposición que organiza la Comunidad de Madrid como “exaltación” del 2 de mayo. En el audio de tal anuncio se dice que esa fecha significa la lucha de un pueblo por su libertad. Habrá que preguntarse sobre qué pueblo y de qué libertad se habla.

Como introducción al tema puede leerse la obra que Arturo Pérez Reverte acaba de escribir sobre los sucesos del 2 de mayo de 1808. Se titula Un día de cólera. Reverte no está de acuerdo con lo que se dice en ese audio. Pero,  al fin y al cabo, es un novelista. Habrá, entonces, para aclararnos más: ir a los historiadores y leer lo que dicen. La mayoría tampoco está de acuerdo con esa precisión de “búsqueda de la libertad” y “lucha del pueblo” que supuso (al menos en sus comienzos) la guerra contra Napoleón (y en la que ayudó y mucho, por intereses políticos, Inglaterra). Esa visión en una única dirección es la que se dio en los libros que se estudiaban en las escuelas en una época lejana, y esperemos que para siempre clausurada. Como se ve, no sólo San Juan intentó politizar el acto, desde un anuncio de la Comunidad de Madrid también se utilizaba una propaganda encubierta como arma arrojadiza.

10.- El mejor

 “...los padres deberían estar la mayor parte del tiempo
con sus hijos y llevarles a conocer el cine importante,
por ejemplo Ladrón de bicicletas... Ellos, nuestros hijos, son el futuro”
(Jaime Rosales)

goya5.jpgPleno: tres nominaciones y tres premios. Total acierto en todos los sentidos. La excelente película La soledad se llevó dos importantes premios y el tercero, también, ¿por qué no?, importante. Empecemos por el último. Fue para José Luis Torrijo, otorgado como actor revelación. Las palabras de José Luis fueron cortas, pero irónicas: “Qué a gusto se siente uno cuando te dan un Goya. Ya puedo decir que me he revelado”.

Los otros dos Goya concedidos a La soledad fueron los premios gordos de la noche:  mejor director y mejor película española del año.

Cuando Rosales recibió el premio al mejor director aún las quinielas podían seguir apostando a caballo vencedor, es decir a El orfanato, porque Bayona no entraba en ese juego de directores, ya que él ya se había llevado el Goya al mejor director novel. Cuatro películas pues seguían pendientes del premio a la mejor película española.

Todo era posible, y en este caso se cumplió también lo justo: los académicos dieron en el pleno y, sin importarles el dictamen de la taquilla, fallaron que la mejor película española del año es La soledad. Tal decisión es el triunfo del arte sobre el comercio, de la inteligencia y la renovación sobre un mal entendido clasicismo, por supuesto, de vía estrecha. Rosales, y todo su equipo, estuvieron inmensos a la hora de recibir el Goya.

No hace mucho, una buena amiga me decía que, al leer la entrevista que apareció a finales de verano en El País semanal, le había parecido que Rosales era una persona engreída de sí misma y bastante pedante. Realmente no lo pienso. Viendo sus películas no se llega a esa conclusión. Tampoco después de escuchar las palabras que pronunció después de obtener los Goya. Más bien es un intelectual, con algo, o mucho de ingenuo. Cree en el cine, y a través de su lenguaje busca nuevas formas de expresión. Sus palabras, y petición, por ejemplo, de que los padres acudan con sus hijos a ver Ladrón de bicicletas fueron, como mínimo, entrañables. Interesante fue escucharle decir que se considera cercano a una cierta escuela, que podríamos volver a llamar de Barcelona, integrada por personas de edades y personalidades tan diferentes como Portabella, Guerín, Recha... Todos ellos están embarcados en la misma tarea: lograr un cine distinto, nuevo, en el que lo que menos importa es la taquilla y lo que más el futuro, la supervivencia de la obra.

No vamos a ahora a descubrir los valores de una película tan importante e interesante como La soledad. En Encadenados varios críticos la votaron como la mejor del año, incluso en la baremación total se encontraba (en pugna con los filmes extranjeros) entre las mejores, y por supuesto la primera española de la lista. Y en nuestra revista existe también una crítica análisis del filme. A ella nos remitimos.

Este año, pasando por encima de vulgaridades como El orfanato, los Académicos han votado con el Goya a la mejor película del año a la que, sin duda, era la mejor.

La 22 edición de los premios Goya ha concluido. La 23 será el año que viene. A esperar que entonces nos invada una mejor cosecha en el cine español.

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Más información sobre las películas premiadas en la sección Sin perdón:
-La soledad
-Bajo las estrellas
-Nocturna
-Las 13 rosas
-Siete mesas de billar francés