Escribe Daniela T. Montoya
Dibujante, guionista e ilustrador, Miguelanxo Prado es uno de los autores de cómic más conocidos por todo el mundo. Su currículum refleja una intensa trayectoria, de entre las que destaca el trabajo que realizó entre 1997 y 2000 como creador de estilo y diseñador de personajes de la serie de animación Men in Black (Hombres de negro) para Columbia Pictures, Amblin, Dreamworks y Warner Bros. Recientemente, en el 2006, Prado ha dirigido y creado el largometraje de animación De Porfundis, proyecto cinematográfico excéntrico, misterioso y extraño. Diferente pero, de algún modo, siguiendo con el estilo artístico que venía realizando.
Su trabajo se mueve entre lo extraño, con cierto humor peculiar del que ya daba buena muestra en sus ilustraciones en la revista satírica El Jueves, así como en Zona 84, Comix Internacional, 1984, Cairo y Cimoc. Otra de las peculiaridades que caracterizan sus ilustraciones es la forma estética en que los aborda, en donde cobran protagonismo lo pictórico, utilizando colores muy especiales; y la linealidad, que recuerda cierto expresionismo, pero con cierto aire manierista.
Los inicios de Miguelanxo con la animación fueron a raíz de ver unos dibujos que le fascinaron. Eran Mi vecino Totoro (1988). Posteriormente descubrió que eran de Hayao Miyazaki. Dicho descubrimiento ronda la época de los años ochenta, momento en que estaba cursando sus estudios de arquitectura. A causa de tal fascinación, empezó a investigar este autor e, indagando, llegó a descubrir otros autores como Moebius, Sergio Toppi... A partir entonces, empezó a plantearse la posibilidad de hacer él mismo un proyecto.
Miguelanxo se considera ante todo historietista porque, de todos los lenguajes en que se ha movido, es en la historia donde se siento más feliz. Respecto al uso de la tecnología, no se muestra contrario a las posibilidades comunicativas que ofrecen ya que, incluso programas aparentemente tan esquemáticos como el Powerpoint, proporcionan posibilidades interesantes para mezclar historia e imagen. “Hay gente que tan sólo con seis diapositivas de Powerpoint es capaz de comunicar mucho más que con un discurso de una hora”, afirma Miguelanxo. Lo importante, en último término, es tener una buena idea que transmitir. De aquí que el gallego no desprecie ninguna de las posibilidades para mezclar historia e imagen.
Respecto a la situación actual de la animación, Miguelanxo recalca que hoy en día cabe absolutamente todo: podemos encontrar historieta poética, la que funciona en clave política, de humor, drama... de todo. Esto se debe a que en los últimos años se ha empezado a ampliarse el abanico de posibilidades. Si bien el cómic tiene un gran espacio de desarrollo hacia la animación industrial, ya muy consolidada especialmente con Disney en cine y la animación japonesa en televisión, Canal+ ha dado cabida (aunque sea a altas horas de la madrugada de su programación televisiva) a animación más experimental. Es un tipo de animación muy laboriosa, que suelen realizar cuatro colgados que invierten dos o tres años de su vida para hacer algo de diez minutos con lo cual sentirse satisfechos. Es con esta última línea de producción con la que De Profundis (1) guarda ciertos paralelismos. Una forma de elaboración personal, en el que queda patente la autoría, al contrario de lo que ocurre en la producción seriada de la que provenía Miguelanxo tras responsabilizarse de la realización de la versión animada de Men in Black.
La realización de Men in Black implicaba plantearse hacer la producción seriada, es decir, de tal forma que facilite que muchas personas puedan trabajar en ello. Esto conlleva que el dibujo no debe ser muy complicado. Para ello, en palabras de Miguelanxo, “hicimos un proceso de simplificación para que fuese fácilmente copiable. Esto tiene dos consecuencias: por un lado, esto implicaba la simplificación del dibujo pero, por otro lado, los dibujantes también debían renunciar a su estilo personal”.
La organización del trabajo guardaba la estructura de un sistema piramidal en el que Miguelanxo hacía el primer dibujo e inmediatamente se fotocopiaba para que las distintas partes empezaran a desarrollar un story-board... A pesar de que a Miguelanxo le permitieron hacer la totalidad de los personajes, este tipo de producción seriada aún le generaba frustración ya que, por un lado, se trabajaba en un color plano sobre acetato, es decir, era en dos dimensiones, mientras que Miguelanxo considera imprescindible el 3D como característica esencial para que le convenza de un mundo fantástico; y, por otra parte, entre los dibujos iniciales que él realizaba y las series animadas que resultaban encontramos diferencias abismales. “El 70% de lo que tu pones queda fuera del dibujo (afirma Miguelanxo). No es lo que ve el público. Y claro, pues eso es una frustración. Durante mucho tiempo estuve con la espinita clavada, queriendo hacer algo que identificara como mío”.
Para realizar De Profundis Miguelanxo tomó como referencia la película El viejo y el mar (2000) de Alexandre Petrov, en la cual el ruso trabajó manipulando cristales pintados con óleos en los que iba moviendo la pintura a medida que los inclinaba. De esta forma, se logra mantener las texturas, objetivo de Miguelanxo, como ya reflejara en un significativo trabajo anterior: Trazo de tiza (1993, editado por Norma). Se trataba de hacer lo contrario a lo que tradicionalmente se venía haciendo en la historieta americana (repleta de superhéroes) y la historieta francesa, esto es, sacrificar el dibujo y el color para darle verosimilitud. Por el contrario, Miguelanxo se planteó conservar lo más posible los valores de la imagen (textura, trazo, etc.) y sacrificar el movimiento.
Esta manera de tratar la imagen no encaja con su concepción de la ilustración ya que ésta debe tener valor por sí misma, en lugar de estar subordinada a la historia, a la narración de aventuras. Como dice Miguelanxo, “me planteé sacrificar el punto narrativo (inicio, nudo y desenlace); una serie de personajes (un bueno, un malo); la sucesión de unas aventuras; y plantearmelo como un trabajo más práctico, en donde habría una primacía de sensaciones y sentimientos”. Por tanto, De Profundis no es una película al uso porque no se centra tanto en contar una historia de principio a fin, como en generar sensaciones.
La historia tiene la estructura de cuento tradicional. Podría empezar con “Había una vez una casita dentro del mar…”. Parte de la suspensión de la incredulidad, esto es, siguiendo el modelo de Kafka en La metamorfosis, nos introducimos ya desde el primer momento en un mundo totalmente imposible pero que, el espectador, para poder entrar en la historia, debe creer en esas nuevas condiciones de la realidad.
En el caso de Kafka, que Samsa despierta convertido en cucaracha. En De Profundis, la historia gira entorno a Fabiano, un pintor que sale con los barcos de pescadores y aprovecha para dibujar en cubierta. Un día, el barco se hunde y se ahogan todos. Fabiano, aunque también ahogado, se despierta como si no se hubiera ahogado. A partir de aquí se inicia un proceso en el que las imágenes, esos paisajes que va viendo Fabiano, son los que tenía pintados en sus cuadros antes de ahogarse. La interpretación es que se despierta en su propio paraíso.
Hay, en paralelo, todo un juego entre cuadros reales, por ejemplo, la sirena de las profundidades, la balsa de las medusas, etc. Son cuadros que aparecen en algunas secuencias y luego, finalmente, van definiendo el paisaje por el que va circulando Fabiano. Toda esta sucesión de imágenes van generando una secuencia de sensaciones y, todas esas cosas, generan, al final, un continium de sensaciones. De aquí que la concepción tradicional del montaje en cine (por cortes) no sea práctica para De Profundis. Miguelanxo monta la película de principio a fin, “aunque pueda ser un pecado para el cine”, con fundidos encadenados. Esto responde a la necesidad de que la sucesión de imágenes debían tener cualidades oníricas (2), debían asemejarse al proceso de transformación progresiva de las imágenes que tenemos en la cabeza cuando soñamos. Así, el objetivo era dar un efecto lo más similar a la lectura de un cómic, de tal forma que su visionado tranquilizara al espectador. “No quería meter al espectador en una vorágine visual de imágenes que lo apartase de la música. Hay un juego continuo entre la imagen y la música”. El objetivo último del montaje es dar tiempo al espectador para que pueda apreciar la imagen.
Miguelanxo afrontó el trabajo diario de De Profundis planteándoselo como un viaje. Trabajaba mano a mano con su amigo y compositor Nani García. Fue con él con quien, hablando de hacer algo juntos, surgió la idea de la película. A continuación, a medida que escribía la historia, se dio cuenta de que no necesitaba diálogos, a lo que Nani se mostró conforme. Posteriormente, el trabajo se desarrolló mano a mano entre ambos: partiendo de los bocetos del story-board, trabajaron con la animática simulando lo que vendrían a ser los movimientos de cámara. El esquema de trabajo consistía en juntar un trozo de animática con un trozo de música para luego ir reajustándolos (por ejemplo, si había que introducir planos nuevos o recortarlos, o alargar o recortar compases, o mover más lentamente la panorámica, o hacer un montaje más sincopado, etc.).
El proceso de elaboración de las ilustraciones trabajaron en total cinco personas: los asistentes se ocuparon del recorte de capas, la animación y la asistencia del color de fondo, mientras que el propio Miguelanxo se ocupó de los dibujos iniciales, el análisis del color y del montaje. Miguelanxo resalta el laborioso trabajo de análisis de movimientos que tuvo que realizar (por ejemplo, un pescador lanzando una caña) para evitar aquellos ángulos desde los cuales se producían deformaciones.
También fue importante la observación analítica que hizo en el acuario de La Coruña la cual, unida a su afición particular a la taxonomía, le ayudó (como si fuera un juego) a inventar una fauna marina (3) e, incluso, los nombres científicos llegando a guardar una relación lógica con la clasificación latina que propuso Linneo. Tras estudiar la fauna y los movimientos, Miguelanxo procedió a hacer el análisis de color trabajando sobre papeles Canson con lápiz. Estos dibujos, posteriormente se pasan al acrílico. Para generar los movimientos, le siguen procesos de recorte con el ordenador. También para realizar retoques. “Estas, señala Miguelanxo, son de las ventajas de las técnicas digitales, poder hacer retoques. Al final, es como una carnicería; a partir del dibujo inicial se trocea la imagen de partida”. Con técnica de chroma (el color no contrastable) se fueron modificando los movimientos.
Respecto a la producción, fue el propio Pancho Casal (de Columbia) quien se enteró que estaba en semejante proyecto y se interesó. Durante una charla informal llegaron a un acuerdo para producir la película. Miguelanxo se sorprendió mucho de que Pancho respetase las dos condiciones que le impuso: que no interfiriese y que sólo viese la película una vez finalizada. Finalmente, a pesar de que a Miguelanxo le repelía pensar en la distribución de la película, tuvo que ceder dado a al condicionante legal que hay a todas las películas que reciben ayudas estatales. Aún así, la distribución de De Profundis ha sido muy puntual, estrenándose en escasas capitales de provincia y, actualmente, dada la gran acogida de público que tiene la cinta, haciendo circularla para que pase por el mayor número de salas.
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(1) La realización de De Profundis supuso un trabajo de cuatro años, dos de los cuales fueron intensos: jornadas de diez-doce horas, de lunes a domingo. A pesar de lo agotador, Miguelanxo afirma: “Me resultó un proceso fascinante en todo momento”. Aún así, cuando se le pregunta si volvería a embarcarse en semejante proyecto, responde: “Para mi el resultado fue óptimo. Disfruté. Y el resultado final fue lo que quería hacer y como lo quería hacer. Si gusta o no, eso ya es otra cosa. Si lo volvería a hacer, pues no creo. Quizás con una producción de un equipo de quince personas, pues ya se podría hacer. Pero igual que esta vez, pues no”.
(2) De igual modo ocurre con los dibujos, por ejemplo de los peces, que empiezan siendo realistas y poco a poco van adquiriendo un cariz más onírico.
(3) Incógnita natura seguramente será el título del libro que acabe editando (quizás la salida a venta podría ser para agosto de este año) con los dibujos más elaborados de la fauna marina y que no fueron incluidos en la película.