Escribe Mister Arkadin
En el año largo que nuestra revista ha pasado por un periodo de hibernación hemos tenido que despedir a muchas personas del mundo del cine. Entre otros nos han dicho adiós, y se han marchado para acompañar a Ford, Hitch, Hawks, Renoir, Visconti, Becker... tantos y tantos directores, guionistas, intérpretes y técnicos que han decidido formar en el otro mundo una gran industria fílmica para envidia de este mundo.
No voy aquí a decir nada de los dos genios que nos dejaron. Se habla de ellos en otras partes de la revista. Naturalmente me refiero a Antonioni y Bergman. Dos indiscutibles maestros del cine.
Fernando Fernán Gómez
Aquí en España también se despidió otro maestro, Fernando Fernán Gómez. Fue escritor, actor, guionista, director. Un gran hombre al que en vida no se le dio la importancia que merecía. Brilló en las diferentes actividades en que multiplicó su trabajo. Ahí están como ejemplo sus memorias o sus obras de teatro, con Las bicicletas son para el verano a la cabeza, y que llevó al cine Jaime Chavarri. Su faceta más conocida fue la de actor. Actúo en más de 210 películas, en muchas de protagonista. Daba igual que no lo fuera, ya que su presencia (aunque sólo fuera eso, presencia) “robaba” a todos los demás el protagonismo. La primera película en la que intervino fue Rosas de otoño (1942) de Juan de Orduña, una de las últimas fue un entrañable documento-conversación con el autor titulado La silla de Fernando (2006) de David Trueba.
Trabajó en algunas de las más interesantes películas del cine español tales como la sorpresiva Vida en sombras (realizada en 1948 y no estrenada hasta 1952) de Lorenzo Llobet, Esa pareja feliz (1953) de Bardem y Berlanga, El espíritu de la colmena (1973) de Víctor Erice, Ana y los lobos (1973) de Carlos Saura, El amor del capitán Brando (1974) de Jaime de Armiñán, Belle Epoque (1992) de Fernando Trueba, En la ciudad sin límites (2002) de Antonio Hernández... y, por supuesto, en la mayor parte de las que él dirigió.
En cualquier papel, ya fuera cómico o dramático, dio lecciones de cómo interpretar. Basta recordar títulos como La mies es mucha (1948) de Sáenz de Heredia, Botón de ancla (1948) de Ramón Torrado, Balarrasa (1950) de Nieves Conde, El capitán veneno (1951) de Luis Marquina, Viaje de novios (1956) de Klimovsky, El abuelo (1998) de José Luis Garci, La lengua de las mariposas (1999) de José Luis Cuerda...
Como realizador, Fernando Fernán Gómez nos ha dado algunas de las mejores películas de toda la historia del cine español. Suyas son la original Manicomio (1954), la divertida El malvado Carabel (1956), las satíricas La vida por delante (1958) y La vida alrededor (1959) a las que debía seguir, para cerrar una perfecta trilogía, La vida por detrás y que nunca, por múltiples problemas, llegó a realizarse. Sus dos obras maestras son sin duda la desesperanzadora El mundo sigue (1963) y la esperpéntica El extraño viaje (1964), condenadas ambas a permanecer prácticamente inéditas en muchas ciudades. La primera, aunque algunos dicen que nunca se estrenó, sí lo hizo aunque en pocas ciudades y de tapadillo. Personalmente, la vi en Salamanca, un verano en un cine de reestreno. La segunda tuvo una difusión algo (muy poco) mayor, pero siempre condenada a cines de segunda o a estrenos de quita y pon. Dos obras insólitas para aquellos tiempos y para nuestro cine. Películas modernas, adelantadas a su tiempo en su estilo y realización. Otros títulos importantes que dirigió fueron Bruja, más que bruja (1975), El viaje a ninguna parte (1986), El mar y el tiempo (1989) o 7 mil días juntos (1994), aunque no se sabe por qué extraña asociación, Fernán Gómez siempre colocaba la menos interesante La venganza de Don Mendo (1965) como una de sus películas preferidas.
En uno de los últimos capítulos del año 2007 de la serie de TVE Cuéntame, emitido al poco de morir Fernán Gómez (falleció el 21 de noviembre de 2007), se le dedicaba un entrañable homenaje: se le dominaba el maestro por excelencia, aquel que nunca sería olvidado, que siempre estaría en el recuerdo. En esa serie, y durante la temporada 2001-2002 había interpretado el papel de D. Venancio, un sacerdote, que era profesor en el colegio del niño narrador de la ya larga serie de televisión. Realmente, como proclamaba la voz en off de Cuéntame, Fernán Gómez ha sido (y quedará para siempre así rubricado en el cine español) un MAESTRO.
Emma Penella y Antoni Ribas
También se nos marchó en este año la buena actriz Emma Penella, de voz inconfundible. Algunas de las películas que interpretó fueron Los ojos dejan huella (1952) de Sáenz de Heredia, Camino de la horca (1953), de Ladislao Vadja, Cómicos (1954) de Juan Antonio Bardem, Fedra (1956) de Mur Oti, El verdugo (1963) de Berlanga, La busca (1967) de Angelino Fons, Fortunata y Jacinta (1970) de Angelino Fons, La regenta (1974) de Gonzalo Suarez, Padre Nuestro (1985) de Francisco Regueiro, La estanquera de Vallecas (1988) de Eloy de la Iglesia... Dos hermanas de Penella también son actrices: Terele Pávez y Elisa Montes.
Se nos fue también el realizador catalán Antoni Ribas, realizador de películas de corte histórico-político como La ciudad quemada (1976). En total realizó catorce películas, siendo la primera de ellas Las salvajes en Puente Genil (1966).
Deborah Kerr
Fuera de España hay que lamentar la desaparición de una gran actriz, que puede considerarse representante de determinado cine clásico norteamericano, aunque su talento brillará también en el cine inglés (había nacido en el Reino Unido). Me refiero a Deborah Kerr. Cambiante de registro, era capaz de vivir por igual aventuras románticas o interpretar tanto a mujeres de psicología compleja como a mujeres apasionadas o dispuestas a compartir aventuras en tiempos de guerra. Solterona, casada, monja, dura, conservadora, valiente, retrógrada, progresista, institutriz, adúltera, fiel... fue siempre un ejemplo de buen hacer. La Academia de Hollywood, a pesar de sus diferentes nominaciones, siempre se olvidó de darle el Oscar a la mejor actriz. Hecho que trataron de subsanar concediéndole un Oscar honorífico por su extensa, apreciada y excelente carrera profesional. A la gran Deborah le había ocurrido igual a otros muchos actores, actrices y directores a los que se les había negado reiteradamente el Oscar. El currículum de la actriz es impresionante. No sabría decir cuál de sus interpretaciones prefiero.
Si me viera en la tesitura de tener decidirme por un título no acudiría a la socorrida enunciación de poner su papel en De aquí a la eternidad (1953) de Zinnemann como el mejor de su carrera (algo que hicieron muchos cronistas en el momento de fallecer: 16 octubre 2007).
Personalmente me quedo con su interpretación en Suspense (el titulo original, más adecuado a la película, es Los inocentes, 1961) de Jack Clayton. Increíble la forma de dar vida a una institutriz reprimida que ve fantasmas por todas partes. Una actriz y una película memorable (perfecta recreación “creativa” de la novela de Henry James, Otra vuelta de tuerca), que ha servido de base para diversas películas posteriores de terror, como por ejemplo El sexto sentido (1999) de M. Night Shyamalan, Los otros (2001) de Amenábar o El orfanato (2007) de Bayona.
Pero hay muchas otros filmes en los que Deborah Kerr bordó su papel. Recordemos entre sus interpretaciones más destacadas las de Narciso negro (1947) de Powell, Las minas del Rey Salomón (1956) de A. Marton, ¿Quo Vadis? (1951), de LeRoy, El prisionero de Zenda (1952), de Thorpe, La reina Virgen (1953), de Sydney, Julio Cesar (1953), de Mankiewicz, Vivir un gran amor (1955) de Dmytryck, El rey y yo (1956) de W. Lang, Sólo el cielo lo sabe (1956) de Huston, Tú y yo (1957), de McCarey, Buenos días tristeza (1958), de Preminger, Mesas separadas (1958) de Delbert Mann, Tres vidas errantes (1960) de Zinnemann, La noche de la iguana (1964) de Huston, Los temerarios del aire (1969) de Frankenheimer...
Gran dama, gran señora Deborah Kerr. Su marido era el guionista Peter Viertel, que colaboró en algunos guiones de las películas de Huston, como La reina de Africa (1951) y La burla del diablo (1953). Falleció a los pocos días de haberlo hecho su mujer: el 4 de noviembre. Tenía, sin duda, prisa por partir. Temía no llegar a tiempo a la cita concertada en la cima del Empire State.
Kawalerowicz, Comencini, Rosenberg, Mann...
También se despidió el director polaco Jerzy Kawalerowicz. Lo hizo en fechas oscilantes entre el viejo y el nuevo año. Fue el 28 de diciembre. Había nacido en Ucrania pero su obra la había realizado en Polonia. Sus mejores películas son dos de tipo histórico: Madre Juana de los Ángeles (1961) sobre el caso novelado por Aldous Huxley de Los demonios de Ludlum y, aún más importante, Faraón (1966), impresionante, y larguísima, reconstrucción del “imperio” egipcio. Filme, éste último, sobre la forma en la que el pueblo es manejado por intereses políticos y religiosos.
También Kawalerowicz ofreció, encerrando la acción en un tren, una buena lección de cine con Tren de noche (Pociag, 1959). La última película la rodó en 2001. Se titulaba ¿Quo Vadis?, inspirada en la novela de Seinkiewicz y que fue llevada al cine en varias ocasiones. De todas las versiones la más conocida es la que Mervin LeRoy dirigiera en 1951. En nuestro país el último filme del director polaco sólo se vio (en cines) en el festival de cine de Huesca. Allí se rindió homenaje al director concediéndole en la edición de 2003 el premio Luis Buñuel por el conjunto de su obra.. De todas maneras, y de forma sorprendente, ese título se comercializó en DVD.
El realizador italiano Luigi Comencini fue otro “amigo” que parecía tener prisa para llegar a su nueva “casa”. Iniciador, con Pan, amor y fantasía (1953), del realismo rosa en una especie de oposición al neorrealismo, realizó algunas películas notables, como Todos a casa (1960) y El incomprendido (1966).
Fallecieron también los directores norteamericanos Stuart Rosenberg y Delbert Mann. El primero realizó algún filme de denuncia más o menos recordable, caso de La leyenda del indomable (1967) y Brubaker (1980), aunque su película más conocida sea quizás El viaje de los malditos (1976).
Delbert Mann se llevó un Oscar (y varios premios internacionales) por un pequeño filme, Marty (1955). Para este título contó con un excelente guión de Paddy Chayesfki, que fue también guionista de posteriores películas de Delbert Mann, como La noche de los maridos (1957) y En mitad de la noche (1959). Los premios de Marty sirvieron para encumbrar a la generación de directores norteamericanos que procedían de la televisión. Curiosamente se premió a uno de los menos importantes de una generación a la que pertenecen realizadores tan apreciables como John Frankenheimer, Arthur Penn, Sydney Lumet, Martin Ritt... Delbert Mann fue también el realizador de títulos como El sexto héroe (1961), claro antecedente de Banderas de nuestros padres (2006) de Eastwood, Mesas separadas (1958) o Deseo bajo los olmos (1958).
Un director de fotografía, dos actores y una actriz son las últimas personas que queremos señalar entre aquellas, muchas más, que nos dejaron en este año.
El director de fotografía fue Laszlo Kovacs que fotografíó entre otras El héroe anda suelto (1968) de Bogdanovich, Easy Rider (1969) de Dennis Hooper y ¿Qué me pasa, doctor? (1972) de Bogdanovich.
Los actores son Gordon Scott y Ulrich Mühe. El primero se especializo en personajes de hombre fuerte tales como Tarzán o Hércules. El segundo trabajo con realizadores europeos de culto como Kieslowski y Haneke. Su última gran interpretación nos la ofreció como miembro de los servicios secretos de la República Democrática Alemana, la temida Stasi, en La vida de los otros (2006).
La actriz que nos dejo fue la exuberante y estrábica Ivonne de Carlo. En el final de los cuarenta lució su esplendor en películas coloristas de tipo oriental estilo Scherezade (1947) de Reisch. En esa misma línea intervino en El halcón del desierto (1950) de F. de Cordova. Tuvo la suerte de rodar varias estupendas películas con un excelente realizador, Raoul Walsh. La dirigió en títulos tan entrañables como Juntos hasta la muerte (1949), Al rojo vivo (1949), El hidalgo de los mares (1951), Los gavilanes del estrecho (1953) y La esclava libre (1957). La actriz también intervino en el “monumental” reparto de Los diez mandamientos (1956) de Cecil B. De Mille.
Gloria y honor a todos ellos.